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Fantasías industriales
Del espejo al espejismo: de tanto mirarse a sí mismo, el Gobierno nacional está perdiendo la capacidad de ver lo evidente.
05.05.2014 08:40 |
Giménez Manolo |
El pasado 30 de abril, en un acto realizado en la planta de SIAM del partido bonaerense de Avellaneda, la Presidente pidió "sostener este modelo industrialista que aumentó exponencialmente el producto bruto industrial; casa para los trabajadores, apertura y reapertura de fábricas y exportaciones y seguir adelante con un modelo que ha dado bienestar y que es necesario sostenerlo entre todos". Al parecer, Cristina hace tiempo que no revisa las estadísticas económicas que produce su propio gobierno.
La Encuesta Industrial Mensual del INDEC, por ejemplo, muestra resultados no del todo coincidentes con la imaginación de la mandataria, en tanto señala que la nómina global de personal en plantas industriales se contrajo de tal manera, en los últimos años, que es hoy inferior a la de 1997. Pues aunque el crack de la era de la convertibilidad obligó a un cambio en la forma de hacer negocios, promoviendo el aumento en la inversión industrial (desde el piso de 2002, el empleo en la industria se acrecentó en 43 por ciento en 2003), no es menos cierto que este rubro vital de la economía se viene cayendo desde hace un tiempo.
Precisamente, este informe, dado a conocer el 25 de abril pasado, sostiene que el sector industrial no sólo tuvo una caída interanual de un 6 por ciento, sino que ya atraviesa tres trimestres consecutivos de vacas flacas.
Como decíamos, en contraposición al optimismo presidencial, los propios índices oficiales reconocen que, entre enero y marzo de este año, el conjunto de las manufacturas redujo la planta de personal en 1,2 por ciento, afectando a unos 27 mil empleados aproximadamente. Y si bien el registro llega hasta marzo, la perspectiva que presenta no es demasiado auspiciosa, pues el relevamiento de opinión entre empresarios industriales muestra que la tendencia más generalizada es a seguir ajustando las dotaciones de personal, sin mayores expectativas de nuevas inversiones.
Según entiende el periodista de temas económicos, Ismael, Bermúdez, esto ocurre debido a que "no se verificaron las expectativas de que, a través de la devaluación del peso ocurrida en enero, cobraran impulso las exportaciones industriales y de las economías regionales"; lo que habría ocurrido "porque la inflación del primer trimestre, que llegó al 10 por ciento según los datos del INDEC, licuó rápidamente la ventaja externa de la devaluación". Asimismo, la fuerte dependencia "de las importaciones incrementó los costos de producción".
Por otro lado, en el sector automotriz, mediciones privadas coinciden en advertir severas complicaciones en los últimos meses. En el primer trimestre del año, de acuerdo con la Asociación de Fábricas de Automotores, la manufactura de vehículos cayó un 24 por ciento respecto al mismo período del año pasado. La situación es de arrastre, pues ya en marzo se registró una caída acumulada en la producción del 16 por ciento, en promedio, respecto de 2013. En cuanto a las ventas, perdieron un 25 por ciento en el primer trimestre, al tiempo que las exportaciones lo hicieron en un 17,8 por ciento en el mismo período. (La venta al exterior de automóviles –que representa casi seis de cada diez casos– cayó puntualmente un 25,4 por ciento).
Desde lo laboral, como era de suponer, tanto en las automotrices como en los autopartistas continuaron las suspensiones a todo lo largo del mes de abril; medidas éstas que, en algunos casos, se extienden a los primeros días de mayo. Incluso el secretario general adjunto del Sindicato de Mecánicos (SMATA), Antonio Milici, reconoció hace unos días que la situación es "preocupante" y anunció que la compañía de camiones Iveco, del grupo Fiat, y la automotriz Renault confirmaron la suspensión de un total de 1100 trabajadores.
Se trata de una tendencia de difícil reversión, considerando varios factores. Entre ellos, el encarecimiento del crédito para los sectores de ingresos medios (que en estos últimos años se habían mostrado con capacidad de financiar la compra de un auto). También que el impacto de la devaluación y el salto de precios afectó los ahorros y poder adquisitivo de esos mismos sectores. Y el factor, tal vez más influyente, sea que se están haciendo sentir las dificultades para la continuidad del régimen automotor con Brasil, destino de 86 por ciento de las exportaciones de automóviles y camiones desde Argentina, que vence el próximo 30 de junio. (Como se sabe, los brasileños exigen mayor flexibilidad aduanera para colocar sus productos).
Frente a la contundencia de los datos, además de aplaudir con hipócrita candidez los anuncios de Cristina, el equipo económico envió al Congreso un proyecto de ley de rebaja permanente y transitoria de las contribuciones patronales, supuestamente con el objetivo de evitar las suspensiones y despidos, combatir la informalidad laboral e incentivar la contratación de nuevos trabajadores.
Dicho con todo respeto, entendemos que es una reverenda estupidez, pues no sólo esta misma fórmula demostró ser completamente inútil en tiempos del tándem Menem / Cavallo (por la sencilla razón que ningún empresario contrata nuevos trabajadores si no tiene asegurada una mayor demanda interna o externa) sino que, además, en el sector automotriz rige desde hace una década, al menos, un régimen de flexibilidad laboral consentido tanto por el gremio como las autoridades nacionales, sin que haya servido de nada frente al actual marco recesivo. En cambio, de aprobarse el proyecto, lo que se reducirá sensiblemente serán la capacidad recaudadora de la Seguridad Social y las finanzas de la ANSeS. Todo mal.
Mucho más razonable que buscar parches inútiles o mentir en los discursos, sería tratar de reorientar recursos y esfuerzos al ordenamiento productivo e industrial, recortando los enormes flujos de divisas que se llevan entre corruptos, entenados y propagandistas. O enviando mensajes claros a los agentes económicos, a fin de revertir la guerra simbólica –que se viene alentando desde hace años– y empezar a construir el nuevo contrato social de una economía nacional en serio, sin sectarismos ni zonceras.
Seguramente esto alegraría mucho más al viejo Jauretche que ser convertido en monumento, como al parecer quieren hacer, para ocultar un poco más la cruda realidad que está a la vista.