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Poemas de Lucía Carmona (La Rioja)


Poemas de Lucía Carmona (La Rioja)

26.05.2014 14:03 |  de ... Poemas  | 

I-
Soy tan huesos y memoria
como aquella mujer de sembradíos
en leyenda
y ojos prendidos a su propia mirada.

Igual que la madre del fuego,
que la hija de tormentas,
que la última descendiente
de los primeros pueblos.

Soy huesos y memoria
habitante de extrañas latitudes
donde las marcas de los dedos
registran tan solamente ausencia.
Habitante de su propio destino
repetido mil veces
y vuelto a rebelarse.

Soy la misma y soy otra,
guerrera sin contiendas
y sin sangre.

II-
Estoy ensimismada
en los principios de la distancia:
a más cuerpo remoto
màs muerte recobrada.
Camino y no sé
si éstos son los pies
que me entregaron como propios.
Sólo recuerdo
vìvida y latente
la hora del desvelo
la alquimia de la luz encarnecida
y este volver y volver a un mismo sitio.

III-
Todo cuanto queda
es testimonio remoto.
Soy antigua enviada
sacerdotisa sin credos.
Mujer de cabellera unida a la espesura.

Soy la que bautizó las poblaciones
con el signo de su propio cuerpo.
La que entró en las estancias
con la cintura ardiente.

Soy madre redimida por el viento
pero también la piel de sementeras.

IV-
Regreso inexorablemente
porque no sabe nadie
cuando la vida
se comió a grandes bocas
la pequeña alegría.

Camino hacia la piedra
para medir con el beso del sol
la densidad del éxtasis.
Vuelvo y tengo los ojos
más lejanos que antes.
Ahora entiendo los movimientos de la sangre
en dirección contraria a las agujas del reloj.
Atracción animal desde el centro del tiempo.

Camino hacia la piedra inmemorial
con esa extraña unión
de creación y muerte.

PERFILES
Respiro en un punto del círculo
en el que la pregunta es la misma:
Por qué, por qué.
Yo soy la parte más frágil de su estructura,
la más endeble
pero vuelvo temblando a recomponer formas de mi cuerpo.
Por qué?
Soy esa misma que cavó en el ayer
la fosa más profunda
y cayó en ella blandamente
ligada al designio inescrutable.
Cayó para ascender después
en valles de deslumbradas órbitas.
Soy el segmento extraño de ese círculo
porque mi nacimiento ocurre cuando anuncia
la noche el desconcierto de otro tiempo,
de otra tierra por la que deambulo
anciana ya y con los ojos otra vez en el signo
de una mañana extasiada de partos.

Mi cuerpo
ancló ramas en sol superlativo
por eso es que no sé nunca quien viene
o quién vuelve después del infinito.

Cuando lavo mis manos en el río del siglo
soy ese mismo río en carne
y cuando evoco la hora del amor,
resurjo hasta los besos milenaria y sedienta.

Mis tiempos en el tiempo
tempestad en un inmóvil faro,
agualuz de las sombras.

Por qué?
Mis ojos se han abierto de nuevo
en medio de la noche.

DESIGNIO
Al igual que en el ayer soy un vestigio de la flecha en el arco.
Un latido solamente
que nunca atravesó el corazón inmemorial.
La sangre alimenta los destellos
que serán luz de las generaciones
nacidas de otros
no de esta tutelar soledad de familia.
Aquí nadie prosigue el tejido genético
y de nuestros cuerpos surgirán sólo criaturas
de presentimiento
Criaturas con eco por memoria
ecos desmesurados que remedan
el lenguaje de la soledad multiplicada
hasta la muerte.

SENTENCIA
Y no sé dónde comienza el mundo,
el pasado ha dejado de existir
en la marea de mi pensamiento.
Antiguos ventanales
se abren a la noche inmemorial
y estoy tan sola
como la primera mujer de la tierra.
Un aroma secreto a celebraciones
de huesos y de arena
invade la cama donde estoy olvidada de mí
en los abismos de una edad oscura.
Tal vez a este lugar
lleguen los hombres y mujeres del pueblo
para marcar mi frente con aceites
y tal vez los hijos que no he parido
desfilen ante mi cuerpo blanco
con una nada de paciencia suprema.
La noche cubre con extrañas aguas
el tiempo de los tiempos.

TIEMPO
Ha llegado la hora de mostrarnos desnudas
por la casa.
Si alguien puede contemplarnos son los muertos,
nadie más
que los personajes de liturgias extrañas
que son más perfume
que uñas y que dedos.

Caminamos desnudas,
los sexos liberados por ángeles de tiempo
y en los pechos
una leve ceniza que es mixtura
de regiones de frutos a la siesta.
Nos hicieron mujeres y como tales somos
una mitad de símbolo
y una mitad de arena.

Desnudas sin más leyes
que las de una naturaleza podadora de sangres,
aquí miramos los retratos que penden de los clavos
como se miran las propias manos
y se escuchan los propios gritos
con esa continua herencia de objetos y de horas
y sin embargo respiramos la certeza de una piel
que no se vive
pero que se presiente.

DOMINGO DE VIENTO
Estoy en el extremo de un zonda
de domingo cerrado
y alguna posición dentro de mí
late un antiguo esbozo de batallas.

Un seguro mandato
para aguardar de bruces las extrañas vendimias.

Estoy
en un domingo con fronteras de polvo
y vuelvo a conocerme en la medida
de los altares de leyenda
donde los viejos adoraban los santos
barridos por el viento
y oraban musitando salmos secretos
de palabras breves.

Estoy en un Domingo con puertas de derrota
pero apenas
he salido recién a luchar y se escucha a lo lejos
un génesis sin agua
y una pasión enferma.

EN LA SIESTA
El verano se agota en el ladrido,
siesta.
Hay un presentimiento de lluvia
pero es ya tan antigua la sequía
que nadie puede encenderle
ternuras de mujer.

Casi estamos en el límite
de todas las épocas.
Puertas cerradas a la eternidad
y un silencio
anterior a todo lo que pudimos quemar en la pasión
y después olvidar.

Siesta,
duermen hasta los pájaros.

CITA
Ya no hay quien nos separe,
el infinito corazón
se ha celebrado.

Desde el fuego
y a través del poniente
hasta tu pecho,
hasta tu boca,
hasta tu sombra
para enfrentar de nuevo
la jauría del número eterno.

El núcleo de tu risa
se pierde en las montañas,
la paz de mis rodillas
se postra en sus laderas
y le doy vuelta al cielo,
cuelgo de las raíces
como si el universo
se incendiara.

LEGENDARIO
Me detengo en el centro
del arco del carnaval,
lo que resta
es harina secular
que nos quema
de tan nodriza legendaria.

Lo que queda
son mujeres guardadas
en el vientre de cajas.
Guardadas
como en un socavón
de intensa gloria.

El pueblo se debate
entre un vino fiestero
y una muerte vecina
que llega y que no llega.

TRAYECTO
Derrumbarse, morir,
Transfigurarnos,
Bendecirnos, arder,
Desconocernos.

No se resume ni se avanza.
Tomados de la mano del tiempo,
Recién ahora comprendemos
Que ha pasado
Y que
Cuando caemos a un costado,
Nos duele haber nacido.

YO RECUERDO TU NOMBRE

Vivimos
coincidencia
de la respiración en el ocaso.

Nadie puede impedirnos
recorrer el último tramo
porque comimos y bebimos
en los altos desiertos.

Nadie lo impedirá
yo recuerdo tu nombre
y tu alucinas tiempo…

DE LOS ETERNOS ESPEJOS
Frente a todos los espejos de la casa
Están las raíces,
Ven,
Te llevaré hasta la piedra
Que graba la magnífica muerte.
Reflejados
Sólo somos reflejo perpetuo.

Este tiempo de presencia fluctuante
Enciende perdidas señales:
Si me miro en mí
Soy la vorágine de mi célula
Y si contemplo al mundo,
Tan solo el mecanismo del silencio.

En las piedras
Encontrarás los febriles espectros.

DEL JUEGO ABISMAL
Creo que en esta casa pueden más los instintos.
Salvajes criaturas vagamos incansables
Y en deseo incansable nos posee el silencio.

Comensales de arena se sientan a la mesa
Comen el pan en tierra de crianzas.
Cuando caiga la noche
El viento barrera los cuerpos
Y tan solo el instinto,
El puro instinto
Respirara la vida nuevamente.

DE LAS MANSAS MUJERES
Dulces mujeres pasaron por la casa.
Sacudieron el polvo de los muebles
Y sirvieron en oscuros tazones
Una sopa de edades.

Cuando volvieron la cabeza,
Nosotros, los de la sangre absorta
No entendimos la clave de la tierra
Y seguimos velando
A los hombres recónditos.

DE LAS CEREMONIAS
Algunos días entro
Y algunas noches salgo,
Vieja sacerdotisa,
Para beber la sed entre las ramas.

Algunos días vuelvo
Y al trasponer la puerta
Otro cuerpo me espera con mi nombre
Entonces ardo el fuego de mis ojos
Y comienzo otra vez a desnudarme

DE LAS AVES EN LLUVIA
Veo que grandes pájaros devoran el jardín
Allí donde mi madre
Me dio a beber la lluvia
La piedra nos observa
Y clava en la garganta de las aves
Un humo azul
De cuerpos deambulados.

Después
Cada pájaro
Es un cielo surgente.

DE LA CASA EN SOMBRAS
Señor,
Amo esta casa oscura,
Amo el olor a leños
Enredando a mi padre
En la azul estadía de los troncos
Cimbreantes
Amo está débil muerte
Trazando en las paredes
La forma de la lluvia
Y esta animal ternura
Que me lleva a besarme
Las huellas de las manos

EL SUEÑO
Desde el otro rincón
Ya sin ojos, me mira.
Ubica la memoria
Y me toma gozando la ceguera.

Mi cauce se desborda
Y me inunda con árboles pequeños,
Aldeas, posesiones,
Gigantesca neblina
En la que todo cabe
Hasta un abismo
De identidad sin fondo.

Vuelvo a mí ser ancestral
Con manos extendidas
Pero aún no he olvidado esta hora.
De ella me regresa extraña vibración
Del que se muere en pleno mediodía
Pero sigue viviendo.

Sonrió, me desconozco
y al mismo tiempo
puedo dibujarme
desde antes mismo de nacer.
Recojo mis edades y las siembro
en arena desconocida.
Seguramente habrán de nacer frutos
que no conocen los límites del fuego.

Mi piel está ajena; no percibe,
no se quema ni agita.
En esta habitación
solo está mi pasado
que viene del futuro
y yo
si es que soy yo
quién late en el rio del tiempo.

MIEDO
Mintieron que no dormían,
Siempre mintieron,
Por eso es que crecí
Dibujando países
Entre el sismo y la alegría.
Algunas veces
yo era un jardín de piedra
y otras el residuo de la pasión
apenas bosquejado.

Yo creí en las ausencias,
de osada fantasía.
Yo creí en el letargo
donde se guardan siempre
abalorios y sangre.
Caminé por la tierra de sus tímpanos
y hubo un monte translucido
ahogando mi grito.

Ahora sé que dormían
Pero no tengo miedo.

ATARDECER
No soy yo quien envejece
Sino la corteza infinita
Del árbol de los días y las noches.

Continuo nadando a grandes brazadas
por el río del tiempo
y siento todavía
el gozo amargo del amor.

A veces me sorprendo ante el espejo
Y me arrebujo entre viejos ropajes
por escapar del frio del invierno,
a veces, solo a veces
porque salto hacia el fondo
del amoroso abismo
con los ojos iguales
y las manos iguales.

SEDENTARIO
Sedentario mi pueblo,
está ligado al eje de la tierra
como una flor de sangre.

Sedentario
desde las ascendencias sin gestos
a las progenies fantasmas.

Nunca soñó los ríos;
su señal es la arena.
Nunca reclamo lluvias;
su pulso es el insomnio.

Casi inmóvil mi pueblo,
tan solo es el silencio
de la última partida.

Lucía Carmona nació en Chilecito, La Rioja. Escribe poesía, ensayo, cuentos. Obtuvo numerosos premios por su labor literaria. Ha publicado su obra en diversos diarios y revistas del país. Se desempeñó como Presidente de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE, Filial Chilecito) entre 1973 a 1981.
Libros editados:1968: “Era de noche y junio” (poesía), 1972:”Hacia una tierra oscura”(poesía), 1979: “Miserere”- (poesía), 1982:”Las infinitas palabras”-(Poesía), 1987: “ Y Dios entre los páramos…”(Poesía), 1988: “Poesía 1967-1987” –(Recopilación de toda la obra publicada y buena parte de su obra inédita en ese período )- (Faja de Honor de la Sade a la producción l988), 1995:”Pueblos de la Memoria”(Poesía), 2001:”Tiempos de la casa” (Poesía), 2003:”Regresos”- integrando la colección SUMMA POETICA- La poesía en el SIGLO XXI compuesta por cuarenta autores argentinos.
Integra la Antología Poesía Argentina Contemporánea-Tomo 14 de la Fundación Argentina para la Poesía- Año 2004. Es Miembro de Honor de esa Fundación por Chilecito- La Rioja.
Publicación de la segunda Edición de Pueblos de la memoria y tiempos de la casa. 2007- “Por el corazón de la tierra”, 2010- “El tiempo y otros poemas”.

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