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Poemas de Sergio De Matteo (La Pampa)

 
Poemas de Sergio De Matteo (La Pampa)

25.04.2014 09:47 |  de... Poemas  | 

POLVAREDA EN LAS BARDAS
Jornada que prolonga su duración sobre la tierra polvorienta.
Cielo más que amplio y más que recto:
vastas horas de lumbre en el horizonte de la pampa.

Nubes, pájaros y humos surcan por el firmamento,
son como sombras que van ocultando antiguos astros;
y en su viaje señalan rumbos, anuncian profecías,
tal si fueran dioses convocados, piedras solares.

El paisaje insinúa con decir algo; quizás musitar la clave del universo.
En la lejanía, caballos redomones, caldenes persuasivos.
En la siesta todo evoluciona morosamente.
Sobre la espalda del médano reposa el matuasto original.

Mientras tanto un ánima le rinde cuentas a la memoria:
camina el paisano espectral por las bardas,
el poncho al viento, la alforja repleta de papeles:
descubre colores, intuye sonidos, escribe, puntea melodías,
cantares consumiéndose como una hoguera taciturna.

Un rostro trasciende el espejo, curtido, pero sin mácula,
con signos en la arena ha conjurado todos sus pecados.
El laberinto, el pueblo o el sueño persiguen a cada uno de los hombres.
Aunque la bicicleta ha perdido al conductor continúa rodando
por las calles; giros y giros por el único eje del tiempo.

Fotografías en blanco y negro: a modo de anclaje del recuerdo.
Un manojo de flores secas, de hojas marchitas,
fue dejando el andariego en la puerta de sus amadas;
besos y señas que fundaron una estirpe,
allá y acá esa mirada vencida por la ceguera.

Pero no hay noche que lo apague, no hay vino que lo duerma,
porque la guitarra afinada con el temple del diablo
no se cansa de reiterar acordes bardinos.

El agua del río está casi quieta, opaca, muerta…

Polvareda en las bardas, Julio, sólo polvareda con tu huella
de regreso a la infancia.

AEROPUERTO
“ahí empezó otra vez a soplar ese viento desgraciado”
Jorge Spíndola, Calles laterales, 2002

Esa tarde, al cruzar la alambrada, comprendieron
en el mismo sur dónde queda la imaginaria patria del viento,
han sentido como penetra con su sagaz aguja
y alisa lentamente la carne desnuda de la memoria.

Esa tarde, nombres de héroes los acompañan.
Ese sitio hostigado sigue purgándose del mal del mundo.
El viento insiste, impone su prepotencia, castiga
y sigue su arduo trajinar a ninguna parte, da vueltas
en redondo, gira sin motivos y desanda los recuerdos.
Ahora el viento se cuela entre los ladrillos demolidos,
avanza sin cesar. Ese sonido insistente y pusilánime
se enrosca en la abertura de un hierro oxidado,
elevando un canto triste hacia la cima del cielo.
El sol, a pesar de la congoja que habita en cada uno
de los caminantes, proyecta su cálida lumbre,
envuelve las sombras en una fiesta de primavera.

En la jornada quieren completar imágenes que yacen
latentes desde hace años en la raíz de la conciencia.
Aún combaten tenaces, colgados todavía, y sabiéndolo,
a un fragmento de la historia, marchan a traspié
interpelando al silencio con otro silencio más profundo:
¿qué sucedió en ese lugar? ¿dónde perdura el fuego de la lucha?
Unos se miran ungidos por la verdad, otros andan cabizbajos;
pero sólo está el silencio, imponente, repujando todo con su aullido;
ahí, pues, el imperio solitario del viento. El sol se desteje en su caída
y huye entre las matas secas hacia el horizonte descolorido,
los rostros custodian el último ardor y recogen retazos de luz
para ocultar en el día vencido la melancolía palpitante de la sangre.

Esos hombres, esas mujeres, hablan y reponen batallas,
conjeturan en el centro del crepúsculo de un astro que se va
y deja apagada, sin destellos, la extensa meseta de la Patagonia.
El viento golpea aún más fuerte el pecho argentino, los huesos
respiran entre el viento, trasiegan haciendo estallar palabras;
han contado suficientes costillas desde el descubrimiento
para que le hinquen otra dentellada a ese paisaje expoliado.

Sólo quieren una semilla de aquel sueño: que han buscado entre las piedras.
Procuran colmar toda esa ausencia: que han buscado entre las piedras.
Piensan en aquellos luchadores: buscándolos entre las piedras.
Lacera una urgencia corporal en el empecinado invierno de los corazones.

Perdida la vista a lo lejos, casi llorosa, digieren las líneas de los textos,
de las fotografías aprehendidas sobre ese pasado rastreado entre las ruinas
y las pintadas del aeropuerto de Trelew. El viento pega su último cimbronazo
y cada uno de ellos erige sus pequeñas estaturas enfrentándolo;
sin embargo, el viento, se empeña en abandonar la pista de vuelo. Ese viento,
esa memoria, se refugian en los resquicios de las paredes mutiladas,
en el ímpetu que aviva la inflexible sed de victoria, de justicia.

a Santiago Deymonnaz, Carolina Puente, Vivian Acuña,Nancy Millá, Pablo di Santo. Aeropuerto (abandonado) de Trelew-Chubut, 22 de noviembre de 2002.

I
repiquetean los cascos repiquetean y no es una pesadilla
persiguen a los espectros no encuentran a los espectros
y no habrá paz ni conciliación posible hasta que se acallen los huesos
cuando se sepulte al último jinete de la estirpe

huella y ritmo de trombas en los médanos
charcos de agua turbia fragmentos de historias sin contar
chillan chillan una canción con chaquiras
de piedras que se golpean contra los cueros y dejan sólo polvo
gastado polvo de las piedras rotas

cruza la voz destrozada entre el viento
sin espuelas cabalgando a pelo sin cencerro que la detenga
cruza entre los colgajos sombríos y espinosos del monte
un fantasma omnívoro que se le acrecienta la sed
arrastra a su paso los brotes las leves respiraciones
descubre en la huida su espalda cortada por los alambres de la conquista

huella otra vez la rastrillada y el golpeteo del kultrún con su dinastía de piedras y zorros
a ritmo de trombas a percusión incesante
grito sin espanto grito pelado y sin fronteras en la noche del desierto
en el centro de las nuevas fundaciones urbanas en el medio de las reyertas históricas
boleadas sin perdón de ningún dios

es de humo es de humo la congoja que pende de la rama del tiempo
una espada izada desde la cima de los cielos
plena de luz plena de sombras fatal preciosa
que se va anudando como una serpiente en cada una de las vértebras
de las criaturas condenadas

has nacido para morir has nacido para morir
quedarte en algún punto del camino con tu quilla partida
náufrago del cuerpo de la voz de la palabra
de la espiral que te lleva y te trae entre-colores mezclados
confundidos a fuerza de pinceladas densas que sólo puede trazar la mano de Van Gogh
del propio infierno la patria de las miradas enfermas

II

estelas al alba estelas de colores entre las pinturas rupestres
y los pájaros anclados desde temprano en el cielo
señalando la alta mañana el postrer alimento

distancias mucho más que distancias extensiones
y acá la hora es otra el instante comete su degüello

mientras tejen las mujeres las canastas

las canastas son tejidas por las mujeres
con hilos ásperos secos hediondos

las flechas de piedras son afiladas por los hombres los arcos tensados
para otra batalla fuera del territorio lejos de la vista del ojo

el fuego se menea en el pozo derrotando generosos maderos

III

causa tristeza profetizar

dos veces oscurecerá el sol esta mañana esta jornada
y después nacerá y se impondrá el maltrato
indefensos gastados por el tiempo los viajes las correrías
permanecerán como árboles arraigados en el suelo
y como pájaros llevados por el viento
así serán uno con la tierra con la tierra serán uno
presas de la tierra y del aire
ahí donde duele tiembla el corazón


IV

se unen las estaciones en la junción de una horqueta
se imbrican sufrimientos y la sangre es una savia de sangres salvajes y remotas
machacadas a la intemperie con machetes rústicos
bárbaros

entonces

chúmbale los perros
chúmbale los perros ahora que ladran
chúmbaselos a esa ánima maldita que se quiere asentar
en la casa vieja entre todas las memorias reunidas
con todo el peso de los muertos desdeñados

no hay mucha distancia entre la vida y la muerte
el camino el puente que hay entre el mundo de abajo
y el cielo azul
es más corto que el camino de aquí hasta abajo
así es entre la vida y la muerte

cruje la voz crujen los instrumentos las herramientas
el horizonte es una vela de fuego que se apaga lentamente
sin sustento bajo la culpa de los conversos
y la algarabía de los creyentes

V

GOLPEAN y no es de frente, GOLPEAN a las espaldas, como lacras traidoras, subterráneas,
GOLPEAN y no es por placer, por puro placer, GOLPEAN y duele tanto como el hartazgo del silencio,
del vocablo inmóvil, de la tertulia de brujas iniciadas en la salamanca...

Suena a golpes de puños; serán puñetazos?

Suena a golpes de piedras; serán piedrazos?

Suena a golpes de látigos; serán latigazos?

Suena a vocinglería de lenguas; serán...?

Estruendos, cohetes que estremecen el cielo tranquilo de la pampa,
territorio moderno y sumiso; otrora patria de las criaturas que no poseían alma,
amplia llanura, plena de caballadas, tan virgen de libertad,
monte de los humos, de los oscuros caldenes...

Todo lo real es verdadero, porque todo lo verdadero es real. La civilización es dueña de la palabra
y no se equivoca, no tiene punto de inflexión, sólo golpea y hunde su violencia en los cuerpos enemigos.
Con el tiempo han construido los firmes pilares que sostiene la jerarquía de los amos.

El desierto aun permanece inhóspito; el desierto por venir que se levanta del pasado
con su chispa de rencores. Flechas silenciosas surcan el territorio, fantasmas rabiosos
sobre tropillas hambrientas invaden la noche, todo es lujuria y lucha en la América de la exuberancia
y la opulencia. Cada uno de sus hijos lleva sangre en las manos.

La machi que golpea de forma constante contra el cuero del cacharro de barro y suena,
resuena como si no hubiera ni existiera un posible fondo, en el trasfondo de la nada
y del espacio y de los tantos laberintos hechos de palabras exaltadas...

Eco del agua... Eco del agua... Lento eco del agua...

Sólo el repiqueteo de los signos. La historia contada por los vencedores;
porque toda conquista, hecha a cualquier precio, es más terrible que la sombra de Facundo...

LA ESTACIÓN DE PECES DIÁFANOS

"Más oscuro en lo oscuro, más desnudo estoy."
Paul Celan

I
la yema del dedo va deteniéndose
durante difusos instantes sobre el filo de la piedra
entretanto la mirada se extravía en la distancia
en esa línea que inventa el horizonte
donde jamás se detendrá el fundamento del sol
donde siempre navega la barca de la añoranza
pero insiste la mano con su sinuoso recorrido
yendo y viniendo por la arista monocorde del mineral
yendo y viniendo
como buscando algo perdido
como buscando algo
como buscando

II

la memoria
se sostiene bajo la lumbre de una candela
se sostiene oscilante aunque no se la distinga
junto a otras luces artificiales
pero la memoria
permanece persuasiva y vital
en la noche donde los corazones puros todavía no suelen ser vencidos

III

tanto hemos conversado de lenguajes ultrajados
tanto que los preciosos vocablos gotean sus tenues filamentos de oro
aunque en las almenas fueron escandidos por imperios de hierro
todavía fulgura en la condenada ausencia su impronta vegetal

oh diáfanos peces oh plumajes multicolores de aves solares


lejos de la rapiña humean tribulaciones de tigres subterráneos
telares que siguen tejiendo el canto de los pájaros de cristal
[de miguel ángel bustos
aún hoy en el fondo de aquellas arcaicas canteras trasudan los poetas
por eso el escriba quita los pernos de las puertas que custodian
[el silencio
camina a tientas hacia toda perdida hacia todo encuentro

IV

pero los alfabetos exceden para tantas posibles historias
en cambio las prontas manos se desgastan tal cual las vidas
tal cual todas las vidas que fueron contadas
como alucinaciones en la noche tan extensa como el ulular del viento

V

en la mortecina penumbra has construido tu morada
una buhardilla de la que se despliegan letras de agua
[a modo de salvoconducto
los relojes se detienen dando alarmas ante la contingencia
de que descubras el misterio de su perfecto y equilibrado centro

la verdadera caída es hacia arriba ha escrito un poeta del sur del país

entonces todo viaje sirve para desamarrar lo desconocido
extraviarse en la selva para ser más dúctiles en la fragilidad de lo real

de las macetas aéreas penden los almácigos plantados al partir

el tiempo cava y entierra a los muertos en el olvido
aunque las palabras sostienen sus temporarias aventuras
no son sólo semblantes en el mármol de las fachadas
son rostros sobre rostros unidos al rescoldo de la voz que los nombra

y bajo la incandescente mayólica de la ciudad de los laberintos
se agazapa el ungido signo del desvelo
tu aleph que se incrustará hasta dejarte mudo
sin vocablos para nadie ni para nada

porque otro deberá robar el fuego de los dioses para labrar
[tu memoria
porque de toda oscuridad fluye transparencia
en todo abandono existe vacío
esa anhelada lividez que sólo otorga el alma desnuda

Sergio De Matteo nació en, La Pampa, en1969. Publico las plaquetas Soles violentos (1995); Absurdo / Absoluto (1996); y los libros Ozono (1997); Criatura de mediación (2005); El prójimo: pieza maestra de mi universo (FEP, 2006).
Miembro fundador del colectivo artístico “Patria de arena” y del “Grupo de la neurona poseída”. Editor de la revista Che, Artes y Culturas en Abya Yala, rebautizada Museo Salvaje (2001). Forma parte del sello colectivo El Suri Porfiado Ediciones.
Editor de la revista: Che, Artes y Culturas en Abya Yala, rebautizada Museo Salvaje (2001). Dirige la editorial Museo Salvaje Ediciones.
Libros inéditos:
* Barqueros (poesía, 1997-2002)
* Canto errante (poesía, 2003)
* Estar fuera de casa (poesía; —fotografías de Paz Garrido—, 2004)
* Morder el polvo (poesía, 2005)
* La luz de las águilas (poesía, 2006)
* Estatua de sal (poesía, 2006)
* Los tigres de la ira (cuentos, 1997-2004)
* La acusación de la incertidumbre (nouvelle, 1999-2006)

 
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