
Poemas de Aldo Parfeniuk (Córdoba)

28.05.2014 08:20 | de ... Poemas |
Donde había unas casas
Con cercos, y flores y humo en los techos,
Y un hilo de agua que entre altos álamos
Mojaba a pájaros y estrellas
Un hombre habla
Sitiado por sus grises edificios
A rostros que ya nadie ve en le aire
Su palabra escarba unos restos
De sombras en le tiempo.
Cuando esos días caminaron hacia la noche
(la oscuridad todo lo que quiere)
él andaba por aquí,
pero soñando.
Ya no hay imágenes que digan, a la luz,
esos tiempos. Entre voces y fuegos enterrados
la vida suena tan distante .
Soy ese que no es. Igual y extraño.
Uno como borrado de su aniversario
que llueve triste su alma
aromas y sucesos
como animales que no acaban de morirse.
Todo esto trae un viento que se ha puesto a soplar
Donde siento que mi barba y mi nombre
Son de un perdido pueblo.
Ese hombre -ahora, aquí –
De silencioso café y rodeado de turistas.
Ese animal solo y balando,
Perdido en el rebaño. Rumiando
Su sola verdad:
Un cielo, unas montañas.
Contra un montón de olvido.
EL RÍO QUE NO PASA
Lean conmigo este río; esta cosa arenosa.
Su memoria, en las huellas que vuelvo a calzarme.
Su barro tan justo y tan lejano
(partes vivas de la caña nos arqueábamos
en esas pescas en la oscuridad).
Y las veces que encarnábamos
con el corazón.
En medio de la noche
los fuegos en la playa
alumbran un tiempo quieto
echado
en un rincón del tiempo.
Éramos, entonces,
muchas historias volviendo
con el ir y venir de un oleaje de cielos
mordiendo pedazos de tierra
y escapándose.
Bajo la cerrazón de espesas humaredas
olorosas a sucedidos de antes,
a cosas idas.
a nombres y rostros del nunca más.
Recogíamos el infinito
línea a línea
hasta dejarlo tendido a nuestros pies.
Seguimos ahí,
junto al río de la pisoteada orilla,
donde unos hombres asan un pescado
bajo las mismas estrellas
olvidándose
en el río
que no pasa.
EL CIELO
Aquí se cae el cielo sobre su propio olvido.
Se ahoga en le oleaje de su sangre más alta
y triste y solitaria.
En lentos ademanes manotea su propio adiós,
desconsolado.
Se va. Y no quiere irse.
Uno lo tiene ahí; lo ve perderse
es esa mitología de ángeles rubicundos e impávidos
que escoltan la eternidad
Lo mira cubrir sus últimos destellos de cenizas
del día
Lo piensa, abandonando y cayendo de rodillas en hogueras de ocaso;
hundiéndose entre pájaros finales, embarrados
de fuego;
hasta sentir toda su inmensidad deshacerse
y caerle al alma
como una llovizna sin fin, enamorada y leve.
Palpa en la piel su piel de lejanía agonizante
y quemándose
(hasta estallarle en los ojos sus llorosos
racimos de luz ensimismada)
va del bronce al estaño, de nube en nube,
hasta verle el comienzo a esa música
que todavía es color que no suena...
El cielo.
Alta arena del tiempo
ya sin tiempo
de tenerse a sí misma.
El cielo.
Muriéndose.
Con uno adentro.
POSTALES DE VERANO
Turistas que llegan,
que se van,
llevándose más
de lo que no trajeron nunca.
El Circo de Kico.
Las noches de Cosquín,
que ahora ofrecen como número central
un gran desfile de gente y automóviles.
La niña que no puede bañarse
y mira, con su mirada triste,
desde la sombreada orilla.
Una canción, saliendo
detrás de un ventana, como un sol.
La solterona que sigue esperando
en la penumbra de una mesa del Oscar’s
al bailarín que no vendrá nunca.
El río de luces y colores
de la Avenida Central,
cuando bajan a beber su trago de sábado
los adolescentes.
Un chico que no dejan entrar al baile.
Dos amantes sin dinero que caminan
hacia la oscuridad del lago.
Un pichón recién muerto
que comen las hormigas.
La creciente del Río San Antonio
que entre desperdicios y botellas que flotan
trae un gallo empapado y cantando
sobre un tronco de sauce.
Una sirena larga que cruza la madrugada.
Una sandía rota.
Una tabla de windsurf,
que va a vaciar su vela
al fondo de la tarde.
Carlos Paz nevando.
El sol, saliendo
detrás de la montaña, como una flor.
La voz del heladero en la siesta desierta.
Un helado.
UN POEMA
1
“un poema no ha de recordarnos,
sino olvidarnos”
y si lo anterior no fuese
cierto
lo cierto
es que el olvido
debería recordarnos
que un poema
simplemente es
eso: olvidarnos.
2
sí, pero un poema
que atraviese
el silencio más oscuro
y más alto
como un avión
(no
como una fugaz estrella
sobre el cielo de papel
del libro )
sino
como un avión en llamas:
al que de nada le sirven ya
las manos del piloto
o las indicaciones
de la torre de control.
3
y como dice Alchibald Mac Leish
un poema ha de ser sin palabras,
como vuelo de pájaros
sí,
y como lluvia que cae
como viento que pasa
un poema no debe hablar
sino cantar
no demostrar
sino mostrar (por eso
hay que escribirlo
con palabras silenciosas)
un poema no es más
que un cuento infantil
en la cama de los padres;
un beso en el cine
todo
cuanto ya hemos perdido
y sigue con nosotros.
Aldo Parfeniuk nació en Villa Carlos Paz, Córdoba. Licenciado en Filosofía y Magíster en Comunicación y Cultura Contemporánea Poeta, ensayista, crítico literario y docente-investigador universitario en la Facultad de Lenguas de la Universidad Nacional de Córdoba, en donde dicta, desde 1990, Antropología Cultural ( profesor titular -interino-) y Teoría y Práctica de la Investigación (profesor adjunto). Docente del Programa de Postitulación en Comunicación y Lenguaje y de la Maestría sobre Literaturas Comparadas.
Aldo Parfeniuk fue premiado por su ensayo “Bicentenario: cultura popular y nación", donde reivindica a la canción popular y “a los poetas que cantan” como bienes patrimoniales de nuestra cultura.
Publicó libros de poesía: -entre otros-La Quirca (1976), Caída Libre, libre (1981), Lo perdido (1985), Provincia verde y espinosa (1991), Amor y más Amor (1992) –con Héctor Pedicino-, Un cielo, unas montañas (1996), Los días verdaderos (1999).
Libros de ensayos: Filosofía del poema (1982), Manuel J. Castilla, desde la Aldea Americana (1990); Conversaciones (1994); Mujeres poetas de Córdoba (1994) y Presencia de Italia en Córdoba (1999) -ambos compartidos con otros autores-; Textos sobre Cultura, Lengua y Sociedad (2002) y Mundo Romilio (2005) y Alberto Burnichon, Libro de Homenaje (2006).
Trabajos de investigación publicados (entre otros): “La entonación oficial” en “Bitácora”, Año IV,Nº8,primavera 2001; “Literatura y región. Manuel J.Castilla: la tierra en libertad” en “Silabario” Año VI, Nº 6, Nov.2003; “La voz del aforismo” en “Bitácora”, Año VII, Nº11, primavera 2004; “Una lectura socio-cultural de la poesía de Romilio Ribero” en la Revista “Estudios” del CEA, UNC. Nº 17, primavera del 2005.
Participó en el proyecto sobre “Memoria Cultural” del Programa Accume de la Comunidad Europea, y tiene en curso diversas investigaciones sobre las relaciones entre las Humanidades y las Ciencias. Co-dirige el proyecto “El lugar del lenguaje en el proceso de producción y comunicación de los conocimientos científicos” (2008-2009)
Publica y colabora en distintos diarios y revistas del país y el extranjero. Recibió diferentes premios nacionales y provinciales en poesía y ensayo –entre otros, el 1º Premio Regional y el 3º Nacional-que otorga la Secretaría de Cultura de la Nación.
Es Miembro Titular del Directorio del Instituto Superior de Estudios Ambientales , de la Universidad Nacional de Córdoba, e Iniciador y Coordinador actual de la Junta Municipal de Patrimonio Cultural de la Municipalidad de Villa Carlos Paz.
En el mes de agosto de 2008 actuó como Coordinador de las I Jornadas Internacionales de Ecología y Lenguajes, realizadas en la Facultad de Lenguas de la UNC con el aval del ISEA.
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