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Poemas Esteban Ibarra (Santiago del Estero)


Poemas Esteban Ibarra (Santiago del Estero)

19.11.2014 10:08 |  de ... Poemas  | 

Refugiados

Dormimos.

Sobre el piso.

En casa prestada.

Corremos las sillas.

Corremos la mesa.

Y acampamos

en medio del comedor

a la vista del turista indiscreto

Dos colchones de una plaza

colocados juntos

y una sábana amplia

por encima

para disimular.

 

Bicicleta

Estoy aprendiendo

A andar en bicicleta.

Si, yo,

a mi edad

33 años cumplidos.

 

Vea usted

¡qué ejemplo el suyo!

 

A su edad Cristo ya moría

en la madera

en punto de cruz

para salvarnos

y usted aquí

en el asiento de goma negro

sujeto al manubrio

tratando de no perder

el equilibrio.

 

Y si me cae un rayo

Esta noche voy a salir

Y si me cae un rayo

trataré de poner mi mejor cara

Haré como si nada.

Como si la electricidad

no pasara por mi cuerpo.

Como si mis brazos

no fueran pararrayos

Y tendré los pelos levantados

estilo Mafalda

cuando se levanta

de mañana

y dialoga con un peine.

Haré de cuenta

que soy invencible

o tal vez algo imbécil.

Y te miraré desnudo,

humeante

sonriendo de punta a punta,

con los dientes electrizados.

 

Martina pide un helado

 

Hace calor.

 

El sol pegoteado a las paredes

 

Las mesas dispuestas en círculo

 

Un círculo vicioso,

 

viciado por el humo de los cigarrillos

 

y  los autos

 

de escape libre.

 

Una canastita y tres bochas:

 

frutilla, crema del cielo y chocolate.

 

La cucharita de plástico

 

hundida en el alimento.

 

Deberías ver como tiembla

 

su cuerpo

 

cada vez que lo prueba.

 

Mancha sus dedos

 

con cuidada desprolijidad.

 

Limpia sus manos

 

en mi cara

 

y sonríe,

 

con los dientes y la lengua

 

cubiertos de cielo,

 

teñidos de chocolate.

 

aullando frutilla por la boca,

 

disolviendo

 

cada uno de mis pensamientos

 

sobre la mesa salpicada

 

de mugre y luz.

 

Tregua

El cortejo fúnebre detuvo su marcha.

Observo la hilera de autos descompuestos

con los capots apuntando al cielo.

Como si de ataúdes abiertos se tratase.

La falla mecánica debió ser contagiosa;

gran parte del convoy ha quedado inservible.

 

El día

estalla en los ojos

y el calor,

obliga a protegerse bajo la sombra

de unos árboles miserables.

 

Hombres vestidos de negro

discuten enérgicamente

sobre la mejor manera,

a pesar del imprevisto,

de cumplir con lo pactado.

 

Entretanto,

Yo solo espero

que este artefacto marche adecuadamente,

que las palabras se tuerzan mi favor

y me concedan la tregua que necesito.

 

Sobrevuela el lugar

una maraña inmensa de pájaros negros.

Sus graznidos se confunden

con el frenético aullar de unas sirenas.

Seguramente el auxilio

no tardará en llegar, pienso,

mientras un viento inflamado arrastra

los últimos restos posibles

de poesía.

 

Regreso

Anduviste solo

Pensando por lo bajo

que tal vez las palabras

te trajeran de regreso.

Pero tu casa no está más

en donde la buscaste,

y en el patio ya no está

la mirada tibia de tus padres;

el olor a tierra mojada.

Ahora miras arriba y el cielo

se enciende con violencia

tan cielo inmenso, para nada.

tanto tonto azul, para nadie.

 

Amasijo

Vuelo justo encima tuyo.

Reconozco el terreno.

Ese campo minado.

Planeo caer en picada.

Piloto suicida

sobre blanco enemigo.

Destrozar tus partes destrozables.

Desbaratar tu ejército.

Y lograr tu rendición.

Bandera blanca

en zona de conflicto.

Luego,

amarrar tus restos.

Mezclarlos con los míos.

Y hacernos un solo amasijo

confusoyretorcido,

de amor en tiempos de guerra.

 

 

¿Desayunamos juntos?

Yo invito.

Dos medialunas para vos,

una para mí.

Un manso café con leche,

cinco cucharaditas de azúcar

revuelto el cabello

todavía pegado a la cama.

Y unos labios recién amanecidos.

Hoy hagamos de cuenta

que vivimos en orden

apegados al plan inexorable

de un futuro en común.

La crisis mundial no nos afectó.

Y tampoco esa inseguridad tan publicitada.

Seamos felices patitos de plástico

hamacándonos

en un charquito de agua clara.

Queriéndonos sin querer queriendo.

Chapoteando sin parar.

Flotando sobre nosotros mismos.

Riéndonos con seriedad.

Derramemos

la taza en la mesa,

la leche en el plato

y el corazón sobre el mantel .  

 

Total shutdown

Habría que apagar la luz

de esta casa

no vaya a ser que me encuentren

desnudo y con la cabeza muerta

bebiendo jugo en sobres

bailando o dando vueltas

alrededor de un cantero con tierra

o de un árbol de ramas secas.

No vaya a ser que alguien me vea

escribiendo frases sueltas

desperdiciando mi vida

en este oficio antiguo

y poco rentable

pero tan sabroso y fresco

cómo el agua

de la ducha

en un día de apagón total.

 

Canario

Tengo miedo

no escribo como quisiera

ni tampoco como podría

escribo silencioso

en suspiros de canario

dando vueltas

alrededor de la jaula

tratando de encontrar

la hendija

que me permita cantar de verdad

como cantan

los canarios de mentira.

 

Soledad

Escuchar ahora

tu risa

como retumba en el silencio

del dormitorio

abrazarte despacio

con el deseo a cuestas

pronunciar tu nombre

una y otra vez

hasta hacerle perder

el sentido.

Mirar tus ojos

en pausa

y dormirme con un beso tibio

envuelto entre las sábanas inmensas

de mi soledad.

 

Rompecabezas

Hace tiempo ya que no escribo

no hay nada que decir

la cabeza se ajusta a lo vivido

no hay nada que sobre

no hay voluntad que quiebre

lo cotidiano.

Nadie se mira

en un espejo roto

y ve su cara

verdadera.

Sólo un rompecabezas impreciso

que ni la memoria

se anima a resolver.

 

 

 

Sopa de letras

Arrumbados

en la habitación mezquina.

Sudorosos,

aplastados,

casi disueltos.

Cenizas de amor

sobre la cama.

Moscas espesas

merodean

las esquirlas

de la última cena.

Una pelopincho amarilla

muda de agua,

encallada en el patio.

Preguntas:

¿lloverá esta noche?

Así habrá algo de qué hablar

al otro día.

Nubes rojas

permanecen vivas

sobre la casa

y del ventilador escapa

un rumor de aceite viejo,

un ronronear de gato cansado.

 

Cierras los ojos.

Acostumbras dormir

recostando tu cabeza

sobre mi pecho,

a la hora en que la gente

se vacía de pensamientos

para llevarse a la boca

su sopa de letras.

 

Pistas

Camino errante,

entre despojos

buscando las pistas

que me vas dejando.

Migajas de pan

en el asfalto caliente.

Intento acortar el camino

fingiendo palabras

que no son mías,

arrojando huecos

en tachos de plástico vacíos.

 

Y pretendes ser un gran artista

Cuando ni sabes lo que es

Perder un hijo

O ganar el loto.

 

 

Esteban Ibarra nació en la ciudad de Santiago del Estero en diciembre del año 1978. Es diseñador gráfico y actualmente trabaja en la sección Infografía de diario El Liberal. Con el poema Amasijo ganó el 2º premio del “Premio Municipal de Literatura San Miguel de Tucumán-Género Poesía” en septiembre de 2010  y seleccionado para publicar en la segunda edición de este mismo concurso en el año 2011. Fue finalista en el I Certamen Mundial de Microrrelatos de la revista digital Internacional Microcuentista; seleccionado para publicar en el I Certamen de Microrrelatos Mundo Palabras (España) y tercer puesto en el Concurso de Microrrelatos en Twitter de Ediciones Outsider.

 


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