La literatura humorística es aquella en el que el escritor narra de forma consciente efectos cómicos, tanto en un poema, un cuento, una novela o en otros ámbitos como puede ser el cine y el teatro. Lo cómico es lo que da risa, que puede ser una persona o un objeto, pero el humor, en el caso de un texto, es la habilidad que tiene un escritor para plasmar esa comicidad. No es un subgénero menor, no es tarea llana, por eso es una labor complicada para un escritor. Es común escuchar decir a un actor que es más fácil hacer llorar que reír, lo que se puede extender también a la literatura.
El siglo XIX trajo grandes tributos a la literatura de humor por parte de escritores como Charles Dickens, Mark Twain y Óscar Wilde, entre otros. En el siglo XX se destacan en la literatura humorística autores hispanoamericanos como Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, y Jorge Amado por citar algunos.
Agustín Francisco Cuzzani es un artista múltiple, ya que ha incursionado en la actuación y dirección, en cine como asistente y en teatro ha escrito obras, se estrenaron más de 15; también es cuentista y novelista, y este año ha publicado un libro de humor, titulado Perché mi piace (Paraliteratura) por la editorial Revancha.
El autor ha escrito en este libro cuentos, microrelatos, pensamientos, divagaciones mentales, como él las define, y neologismos cargados de humor, a los que especifica como paraliteratura. Durante el siglo XX, la crítica empleó ese término para referirse a las producciones más modernas: novela rosa, novela del oeste, novela policíaca, novela de horror, novela de ciencia ficción, de humor y determinados best sellers que se correspondían con los gustos y esquemas de la sociedad de consumo.
En las primeras páginas el autor cita a su abuelo, quien consideraba a los humoristas “entre los grandes benefactores de la humanidad”, y es sincero Cuzzani cuando dice que hizo este libro para divertirse, Perche mi Piace, y sin duda logra también hacer reír a los lectores.
La estructura de los cuentos es clásica, hay un inicio o introducción, un desarrollo y un final, casi siempre resuelto en las últimas líneas, en forma sorpresiva y humorística como en Chateau Boulufitte, un relato detallado del formato, color, sonido y tacto del vino, con un epígrafe de Omar Khayan: “Si los amantes del vino y del amor van al infierno, vacío debe estar el paraíso”.
Otros formatos de Cuzzani incluyen aforismos, en Señor cuídese de sus dichos. “Placeres de la carne. Disfrute no apto para vegetarianos. Puro cuento: Acción de contar cigarros. Sobre lacrado. Que está por encima de las lacras. En otros pasajes el narrador puede investir un lenguaje en primera persona acorde al personaje, título Hola Boludo, epígrafe Juventud divino tesoro, donde un adolescente se resiste a dejar las redes sociales a pedido de los padres. “Los deberes se hacen con la compu”. “Con un clic podés saber todo lo que te enseñan en la escuela”. En otros relatos utiliza la tercera persona, como en el caso de Legado de una virtud, que lleva un epígrafe gracioso. “Hombre prevenido vale por dos” (Por dos desprevenidos).
Hay también en este libro espacio para la poesía que se inicia con una axioma de la Real Academia Española: “Poesía: El arte de componer obras poéticas en verso o en prosa”. Y debajo, entre paréntesis, el autor aclara: “Definición bastante redundante de poesía por parte de la Academia”. Cuzzani refiere en breves versos, que escombros, nubarrones y el reír de un niño se unen como un insondable huracán. El remate, depende desde donde se mire, puede ser trágico, cómico, o ambas cosas a la vez. “Presencian en un todo/ esta realidad desnuda/ de no tener idea alguna/ de lo que quiero decir”.
En definitiva, Cuzzani ha escrito este texto de humor, con pinceladas sutiles e ingeniosas, con ánimo de divertirse y divertir a los lectores abrumados por la realidad. Va de suyo que logra su cometido con creces.