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Poemas de Hugo Francisco Rivella (Salta)

15.03.2021 07:38 |  Noticias DiaxDia  | 

 La Rosa en Llamas

Pequeña antología

-poemas-

 

Poemas de los siguientes libros:

 
El Ojo astillado

La Canción Memoriosa de un Pájaro Absurdo

Oración de Barro

Tigre de Arena

La Mordedura de la Mosca Azul

El Poema Posible y tre sonetos sin muerte

Piedra del Ángel

  

ESTE LIBRO ES UN LABERINTO (0’ 55’’)


Este libro es un laberinto con salida a la noche,

el pabellón del frío en donde el reo sepulta sus ojos y le chillan los dientes con un ruido a monedas.

Puede arder en silencio,

chisporrotear su hondura,

puede pasar sereno como un río de llanura,

serpentear en la selva de árboles fantásticos

y arrojarse a los brazos del mar con sus relámpagos.

 

Este libro es un niño con alas y mariposas celestes en la lengua,

los pasos del suicida en busca de una espada,

la mujer destellando su luz apasionada,

los secretos del ángel en la piel de sus manos.

 

Este libro es un hombre con las llagas al viento,

una flor en la fiebre del caballo y sus belfos,

el miedo arrodillado del cobarde y sus trampas,

la voz en la pendiente del que va cuesta abajo.

 

(Este libro es un hombre comiéndose a sí mismo.)

 

De: El Ojo Astillado

 

TROZO DE OLVIDO

¿Quién traza en el poeta su destino?

Sus espadas en sombra lo deshuesan para colgarlo de alguna estrella,

que beba en el burdel, que le traguen el pulso y le hundan el corazón en el olvido.

Que no recuerde,

así,

que no recuerde,

que el mundo se derrame sobre la noche tiesa

y las torres de mármol murmuren sus jinetes inmóviles.

 

Si el poeta  deja estar su verso entre las rosas,

si no le inflama el nombre a la tristeza y a la canción le ruede en las orejas,

si no grita su furia en el crepúsculo y desnuda los soles en la almohada, 

podrá morirse ahorita, sin más tiempo que el que tarda en morir la luz en las luciérnagas,

podrá morirse ahorita

y nadie nunca lo habrá de recordar porque el recuerdo libera de la muerte al desahuciado,

 

lo llena de eternidad hasta olvidarlo.

De: El Ojo Astillado

 

AL BORDE   (0’’35’’)

 

 

La palabra huye del espantapájaros que soy, o quema lo naciente, esto que va del verbo a la sed del leopardo, huye de tanto sol o se desgaja.

Callé en el precipicio de tu adiós en la noche. Siemprenoche la pena, su menguada tristeza, sus efluvios de arena raspándome la tráquea. No amé tus pies ni el cuerpo que refugia a la música, sino que amé la trampa y el balazo en el pecho del maldecido aquél que sintió tu abandono.

Lejos del cuerpo temo volver sobre mis pasos.

De: La Canción Memoriosa de un Pájaro Absurdo

 

EL HIJO MUERTO

“El mundo ya no es digno de la palabra”

Javier Sicilia

El poeta ha escrito el último poema porque en la calle,

solo,

sin cielo ni banderas,

yace el hijo tendido. Asesinado.

 

¿Cómo podrán sus ojos saciar mi calavera?

¿Cómo podrá la noche tapar su rastro en mí?

¿Cómo podré quitar del mar sus trágicos caballos y el carruaje de espejos que lo han visto morir?

Javier Sicilia oculta su rostro entre las manos

¿Quién lo puede tocar?

¿Con qué canción de cuna se dormirá la muerte?

¿En que zona del cuerpo me acuchillan sus lágrimas?

¿Qué flor pondré en el huerto cubierto por la nieve?

 

Arrojo este poema al fondo de la noche

De: El Ojo Astillado

 

POESÍA   (0’40’’)

La Poesía es eso que te desborda.

Dardo o espina de una noche en la niebla. Aquello que se huele, ya cuando está pasando, y sabe del insomnio de tu mano en la sombra.

 

Pido entrar y golpeo sin esperar respuesta.

¿Pero quién sabe dónde?  ¿Han sitiado tu nombre?

Una muchacha hace el amor con los cabellos sueltos, se contornea su cuerpo como una llama,

Y las dos,

               Mujer y Poesía,

                                    Van hacia la eternidad.

La cresta de la ola sobrevive a la furia del mar, al ciclo de las ranas, al árbol, al niño asesinado a los pies de la muerte.

 

¿Cómo harás para no atravesarme?

 

CUESTIÓN DE TIEMPO  (0’40’’)

 

A veces, (casi siempre), la palabra me suelta de la mano. Yo siento como balbucean sus heridas, picotea mis entrañas y me provoca con sus máscaras.

Se arrastra y contornea. Se olvida de mis ojos.

Se ha vestido de bruja y sus harapos, deshilachados, tristes, ya no saben qué hacer con este cuerpo, a cuchilladas cose mis arrugas, me saca de la lengua lo que hechiza, condimenta con hierbas mi fracaso y pone a hervir los huesos de mi sombra.

 

Yo la dejo hacer porque cuando se descuide la cojo de parado.          De: El Poema Posible y tres sonetos sin tiempo

  

EL ALIMENTO

 

Me alimento con el mendrugo de pan del hechicero,

sus pócimas, (aletas de tiburón con raíz de gingseng, una pata de sapo con cenizas de mangle y una piedra volcánica del Mar de los Suspiros).

Me alimento con el barro que amasa el alfarero,

sus demonios deshechos buscando una salida y la forma del viento tronando entre los dedos. Me alimento con  las garras del tigre cuando sueña la selva,

las ramas de mi sangre por sus árboles solos

y el canto de los pájaros inundando mis alas.

 

Mi alimento es la noche de borrachos y putas, (salvavidas del náufrago si las toca el abismo).

Es la espada hundida en el cobarde hasta la empuñadura, el rastro del caído porque le llora el alma y el corazón del monje porque le falta cielo.

Mi alimento es la rosa con sus pétalos ciegos de mirar en la lluvia una niebla de peces, el cisne del espejo con la voz del otoño y el temblor amarillo del jaguar y sus ríos.

 

Me alimentan los toros de miura y las glicinas de las casonas viejas de Madrid,

el sol de Cartagena con sus cumbias y el ritmo de bongóes que tienen las mulatas, la piel como un incendio

y el contraciego giro de la luna en la playa.

 

Mi alimento es la muerte que arrastra las cadenas de un barco que se pierde más allá de la noche,

la oscura sed de piedra que tiñe los lamentos de la madre que busca la luz en los escombros de Hiroshima, o se arranca los ojos en Bombay, o imagina  el prostíbulo donde violan a Cristo

y los muros del búnker donde gime un poema.

 

Me alimentan los pasos del niño en el recuerdo y la lluvia en los cedros de la plaza de un pueblo,

sus casas achatadas por el peso del cielo y el pájaro que vuela sus últimas campanas.

 

Mi alimento es el verso de Machado y Celaya, 

Aragón y Ezra Pound en el ojo de un tigre,

la carta deshuesada de Rilke a los poetas, y la mínima copla de un cantor en los cerros. Mi alimento es la Sombra, la vidala perdida que Espinosa persigue más allá de los vinos por las calles de Salta,

la campiña celeste del cielo en el Caribe y las ranas fantásticas del lago Tangañika.

 

Mi alimento es el cuerpo de la mujer que amo con los dientes  y el fuego de una planta carnívora,

su piel como un aceite de oliva y avellanas,

su lengua interminable y cálida, sus gemidos, la trampa de sus brazos y piernas.

 

Me alimenta la brújula de un barco en alta mar y las velas henchidas por los vientos del trópico, el lobo que en la nieve desploma sus destino y los copos que sueñan el vuelo del halcón.

Mi alimento es el hombre con sus huesos heridos, su calavera, el torso, las huellas de su sangre, el ojo empecinado de escudriñar la jaula que encierra el alarido de su voz en la sombra,

la música del alma cuando suelta sus pájaros y le quema dolida su niñez deslumbrada.

 

Me alimenta saber que yo soy mi alimento.

De: El Ojo Astillado

 LA POESÍA (1’35’’)

La Poesía ¿Qué será la Poesía?

¿Será esta rajadura del cráneo y la garganta cuando la atora el hueso del desaparecido? ¿Será el agua inocente del niño y sus juguetes que le cuidan el sueño cuando duerme? ¿Será esta piel tatuada por tu boca?

 ¿El faro en la bahía con la tormenta encima?

¿Será el fuego que rueda mansamente en el río?

¿Será el cuerpo indeciso de Lorca y tantos otros? ¿Será el reino dormido de dios entre chacales? ¿Será el brazo que estalla su lámpara en el miedo?

 

La Poesía ¿Qué será la Poesía? ¿Será el verso que busca la palabra más pulcra o el hombre acribillado en un país lejano? ¿Será el rinoceronte que deambula en la noche buscando en el follaje la sombra de una rosa? ¿Será el grito del hambre que pone tieso el aire?

¿Será el rastro del tiempo en las viejas aldeanas?

¿Las arrugas del alma de un niño abandonado?

¿Será la luz desierta del ciego en una esquina?

¿El ojo enajenado del ladrón de caballos?

 

La Poesía ¿Qué será la Poesía?

¿Será esta garra oculta, su secreto a pedazos?

¿Aquello que me acecha en donde no imagino?

¿El barro que me piensa como un ángel caído?

¿La música del viento bajando de los astros?

¿Será la puñalada de dios en mi tristeza?

 

La Poesía. ¿Qué será la Poesía?

¿Será lo que persigo? ¿Acoso o me destierra?

¿Será quien lava mi corazón cuando estoy derrotado?

 

Quizás sea lo que ignoro, suficiente con eso.

SUPE QUE ERA ELLA (0’50’’)


Me enamoré a primera vista, no sé si porque mi sepultura estaba vacía o porque se le inflamaba la pollera y yo miraba sus piernas y pensaba

en el sacristán espiando tras la cripta

 y los seminaristas en el confiter deo amenazando a Dios con las hormonas;

cuando se detuvo ante mi puerta supe que era ella

porque me mordió los labios al besarme y sacudió mis ramas

y hurgó mi corazón con sus metales

supe que era ella por puta y misteriosa

porque sueña una flor en la banquina

porque cruza mis ojos desnuda y solitaria

porque se esconde entre mis cartas viejas

porque la amo como a mis caídas

porque desacomoda mis instintos

porque se ha quedado para siempre

y porque mi corazón ya no me reconoce

 

De: El Poema Posible y tres sonetos sin tiempo

MEDITACIÓN DE LA PALABRA

La palabra, entonces, su corazón húmedo en el que late el pez y su secreto,

las rocas vivas de un volcán sin nombre,

y la paz de los huesos del amauta y sus rostro.

En la voz,

la palabra, tienta al ciego que llora,

le grita a la muchacha que pasará a buscarla apenas anochezca, y ella se irá de a poco derritiendo hasta volverse un soplo de ternura.

La voz es miel y estiércol.

El soplo de la forma cuando llega a sus vísceras.

Te amo dulcemente.

En la derrota el miedo respira su chillido.

La palabra no es tal si no es palabra que cale a siete vientos el pasado o le sumerja el cuello a las gaviotas,

o le borre la risa al dios de barro.

Ténme el siglo y la furia del monje,

el arrebato del ladrón y la calle deshecha por el tranco del rengo, sus tangos, el bambuco con su ritmo negro y la caña de azúcar que endulza tus cabellos.

La palabra se pudre, susurran los dibi, si la boca se abisma en la mentira”

Mi boca se ha cerrado como una flor que muere,

 a la palabra la guardan otros ojos,

un silencio de círculo.

 

De: La Canción Memoriosa de un Pájaro Absurdo

  

LA CABEZA

Mi cabeza está afuera del planeta. No la seduce el libro de poemas de Ted Hugues

ni la rosa sonámbula de Molina y la escarcha. Mi cabeza es un náufrago de estrellas y cometas, dos monedas de luto resuenan en sus dientes, se muere por saber quien la persigue si después de tanto amor los ojos le lloviznan.

A veces piensa que una espada ciega sus tendones, sus orejas pendientes del filo que la aguarda en la noche, las cadenas que arrastran caballos tormentosos y el poema que se anida en su lengua.

Mi cabeza es una flor enterrada en el viento.

 

A CARCAJADA LIMPIA

Me esforcé al punto de estallar mis venas,

construí una polea con palabras marchitas, al hombro puse el carrito de eneas y el resoplido que sangraba en la luna.

Arremetí con furia por el desfiladero,

me unté los ojos con pasta de pimienta y maceré las rosas que caían de la noche.

Prostituí mi voz en tabernas oscuras y arrodillé el honor en un patio de espuma,

crucé mierda y espanto,

cabellera del viento,

desperté entre los tigres que afilaban sus dientes en la piel de la muerte.

Perforé mis ojos,

cegué mis manos

cuando el poema se perdía a carcajada limpia en la distancia.

 

De: El Poema Posible y tres sonetos sin tiempo

 

POEMA (0’30’’)

 

 

 

En esas palabras está el poema.

¿Cómo reconocerlo entre tantas?

Quizás alguna sacuda su escondrijo y todas las demás me busquen en la boca o en el aromo verde del crepúsculo o suceda en los peces de la lluvia.

Vendrán,

quizás,

también,

desproporcionadas con lo quiero decir

o sean tan simples que no pueda escribir lo que pretendo

 

pero de una u otra forma sé que deberé esperar a dar el salto.

 

(DE: Piedra del Ängel)

POEMA (0’40’’)

 

 

 

Podía pensar en mí, en el mimbre y la rosa,

la caricia y el beso y el gato con sus uñas rasgando la penumbra.

Pude pensar la luz, los oficios del ángel, los gnomos de la siesta y el árbol con sus pájaros,

jugar al ajedrez con mi niñez de vidrio y hablar de la tristeza bajando de mis párpados.

Pude hablar de la fuga del ruiseñor al alba.

 

Pude pensar en mí porque en la calle,

nauseabunda, sin rezos, ni credos ni caballos, otros alzaban la cruz, se enfrentaban al mundo con los huesos y el alma.

 

Una canción de cuna me amenaza

 

De: El Poema Posible y tres sonetos sin muerte

POEMA

 

Palomitas

de harina hacía mi madre y las horneaba en el horno de barro con el fuego del viento de quebracho.

Palomitas de papel que arrojaba hacia el instante aquél de un cielo niño.

Palomitas de alambre y argamasa, el artesano,

para soplar el alma al calendario que se llevaba el sueño hacia el olvido, aunque nunca dijera que los días, las estaciones tardarían en llegar toda la vida.

Palomitas dibujadas en el cuaderno de tareas de la niña ojos de cometa

Palomitas, en Salta, Argentina,

fue la noche con garras consumiendo los pies de los asesinados y cristo ardiendo en sus espinas

 

DE: Piedra del Ángel

 

POEMA (0’35’’)

En lo que viene está el poema,

en la quietud distante del gurú,

en las costillas del caballo que salió a comerse la galaxia,

en el enroque que salvó a la reina del alfil.

Cuando el ruiseñor trina en el alba

¿Quién escucha pasar su sombra en vuelo?

¿Quién desnuda sus ojos frente a un niño dormido?

¿Quién sueña en la nieve al hombre solitario?

 

Cuando el poema llegue podré responderme;

en la pregunta,

despojo de eternidad a dios, lo seco y lo destierro.

 

Siento que trastabilla a la distancia

 

DE: Piedra del Ángel

POEMA

 

 

Hay que endurecerse sin perder la ternura como si eso fuera posible en un mundo imposible

¿Quién puso en él su corazón?

¿Quién lo transformó en pájaro cuando iba muriendo? ¿Quién deshojó las margaritas de aquella flor pensada, y quién gatilló sobre su sien?

Existo porque soy. Porque puedo saber del pájaro y el agua, y levantar las cuatro paredes de mi casa,

porque puedo amar las rodillas de Tina y acostarme en su vientre como una hoja seca.

Me interroga la muerte y su hocico demente.

 

El tiempo,

sube a la costilla que me falta.

 

De: El Poema Posible y tres sonetos sin tiempo

 

LA PALABRA NAUFRAGA EN CADA HOMBRE (0’30’’)

 

 

La palabra naufraga en cada hombre.

Tuerce su boca o lo vuelve de barro,

lejos, cuando era un soplido de Dios o era un pájaro oscuro en la memoria.

 

Puede ser el vino de los desterrados, la piedra que solloza bajo la sombra roja del otoño,

el colibrí de Nazca o el fantasma que amaba a las mujeres desde su soledad.

Soy un sapo sin charco y precipicio.

Un príncipe encantado sin el beso.

 

La palabra amor sin redención posible.

 

POEMA  (0’35’’)

En lo que escribo estoy apenas nítido,

seducido, tal vez, por el espejo de bocas infinitas,

porque amo los jaguares y un niño de arenilla se deshace en el viento.

Escribo porque tengo miedo morir,

porque el silencio pesa más que la tierra con todas sus palabras,

las columnas de humo y el poema que quiero desnudar en plena calle.

 

¿Quién leerá mis secretos? ¿Qué música celebrará la primavera?

¿A quién le llegará esta manía de mirar por el ojo de la muerte?

 

De: El Poema Posible y tres sonetos sin tiempo

 

DE LOS POETAS CONSERVO (0’40’’)

De los poetas conservo la voz dulce de Castilla y sus barcos de papel,

la arrastrada de Gelman y de Borges un pequeño golpeteo de flor reseca.

¿Cómo sueña el poema ser el viento, un tornado que arrase los imperios?

¿Una boca de lobo? ¿Dos esclavos moliendo las cadenas con sus ojos? Llevo de cada rosa la serpiente que traiciona el espejo de su sombra.

La imagen del relámpago en el árbol y al hombre que maldice en la penumbra su condición de dios y de verdugo.

Sueña en mí, palabra, madriguera,

refugio de los mares, ventisquero,

que una mujer desnuda como el siglo me ha besado en la boca esta mañana.

 

De: El Poema Posible y tres sonetos sin tiempo

 

AJENIDAD  (0’25’’)

La Poesía se conjuga con el verbo tú.

Tú sola. Tú viento Tú mar.

Nunca mía.

Siempre con otros. Puta. Gozadora

Nunca el verbo me pertenece.

Siempre le pertenezco.

 

Le aserraré el poniente. Los puntos cardinales.

La violaré hasta ser mi propia víctima.

De: El Poema Posible y tres sonetos sin

 

EL SONETO Y LA FORMA   (0’35’’)

 

El soneto no es tan sólo la forma

en donde la palabra se encasilla,

como tampoco el árbol en la astilla

siente que su ramaje se deforma.

 

En los huesos del hombre se sostiene

su cuerpo hecho de barro y de quimeras;

busca la eternidad, y es una fiera

si encenizan sus ojos y sus sienes.

 

Pero llega a saber que cuando espera,

la palabra lo salva del olvido

eternizando el tiempo y lo vivido

 

cuando es polvo en la lluvia su esqueleto,

la misma cosa que si en el soneto

quedara aprisionada un pantera.

 

De: El Poema Posible y tres sonetos sin tiempo

 


la palabra me vuela la cabeza que agonizada hierve y burbujea

no es ángel ni paloma ni es aguja de sal ni carnadura

solamente el confín

la curvatura del vientre de mi madre que golpea la noche reluciente del espejo y el fuego consumido de la brasa

 

la cabeza me hierve y burbujea

no hay oración ni rezo que me salve si desova la muerte en el poema

Tigre de arena


escribir y escribir

y sentir que el poema cava nieblas de caballos polvosos

y me cava y socava con niñas enterradas y me agrieta los ojos con todas las palabras

escribir y escribir hasta que llegue el alba

y se seque mi lengua

y yo

muera y renazca

  

Tigre de arena

 


CARTA DE UN MORIBUNDO SIN ESTRELLAS  (1’25’’)

Poeta, escribe, no tengas miedo del fracaso, vomita junto a Bukowsti o tiende tus flores rotas con Enrique Molina, únete a la deriva de Olga Orozco y bebe del putrefacto vino de Bustriazo.

No temas, no te alteres, no mendigues.

No gimas como Cristo. Escupe como Judas.

Sal a beber el mar con sus astillas, las ballenas azules de Jonás, las palmeras, los dulces bananales,

la isla con sus pájaros exóticos;

bébelo como Shilley cuando las tempestades

o húndete en la sombra de Alfonsina desnuda.

 

Párate frente al mar hasta que tiemble su corazón de pájaro.

 

Poeta no esperes al poema en el altillo,

salid a buscarlo por todos los rincones, no lo dejes huir ni sollozar, tómalo de la primera letra que te ofrezca, exprímele los sesos.

 

No lo esperes sentado como se espera a una mujer lejana.   

Amigo,

escribe con todo el Universo bajo el pie,

que chillen las luciérnagas y los tigres no puedan sostenerte la mirada, que el crítico de estilo emigre a otros planetas, y tu lengua, húmeda y secreta,

lama el cuerpo del amado y sus rosas.

 

Escribe hasta que la eternidad te pida perdón de rodillas

 

De: El Poema Posible y tres sonetos sin tiempo

 

A MAR ABIERTO

 

Llevo el escándalo de una tristeza de mamut adentro,

la boca enferma de putear poetas, de blasfemar al cura con el sexo tullido y soportar el peso de un cristo abandonado.

¿Qué palabra me aguarda cada noche?

El sibarita, el rengo de mirar tatuado,

los labios sin destino de la mujer quebrada,

el vagamundo de sueños retorcidos,

el gesto sin piedad del asesino.

 

Tengo el fracaso a flor de piel,

lo que antes era secreto hoy lo luzco en el pecho.

De: El Poema Posible y tres sonetos sin tiempo

 

 

ESA MUJER ES TODO

 

 

Esa mujer es todo, los huecos que tienen mis vestidos,

el hueco de la cama en donde nadan los cuerpos anudados con el cielo,

el hueco de la boca y el precipicio de llegar a la punta de sus pechos, el hueco de sus nanas y sus lágrimas porque supone adioses en la noche,

el hueco del ombligo en que me pierdo cuando busco saber lo que no quiere,

el hueco y el aroma de sus cabellos cuando se desnuda,

el hueco de sus piernas que me traga igual que un remolino de cristales,

el hueco de su piel como un ungüento por mis ojos de reyes destronados

el hueco de la flor del duraznero y la pulpa dulzona de su aliento

el hueco de la luna en su cintura y el ritmo de la noche que la hechiza el hueco del silencio cuando bebo de a sorbos lo que ha sido de nosotros                             De: El Ojo Astillado

 

ANTES DE LAS SEIS

 

A la muchacha la atropelló un fantasma por eso es que todavía anda penando.

 

Apenas si habían dado las seis y la cantina mordía en el polvo los restos del estrago.

Ella tenía en los labios la lengua del amante, la garganta profunda con doncellas y brujos,

y la mirada en trance de fugar a la luna.

 

El fantasma aprovechó aquel trago de ron y jugo de naranjas para abordar su soledad y desmembrarla, le susurró al oído una de cafetales e impudicia.

Le recitó un poema de Jattín,

le contó del príncipe que por amar a un sapo lo violaron en un torreón del cielo.

 

Leyó las líneas de su mano y le dijo que sus destinos estaban cruzados en ese punto del bar y la penumbra, luego besó sus ojos,

sopló su cuello y le tocó los pechos,

la miró hasta el fondo de la noche.

 

Ya nada lo detuvo,

el fantasma,

la arrinconó mientras la iba desnudando.

 

Ella le masticó las orejas, los pómulos, el sexo

y lo escupió justo antes de que dieran las seis.

De: El Ojo Astillado

EL AMOR

Que pase como un viento o un tropel de caballos,

pero que pase, ay sí, que pase pronto,

que venga con las siete plagas de la Biblia o con los soles negros del Chilam.

Que haya un toro bufando en tus enaguas,

y sea un tifón de furia arrasando palmeras,

derribando edificios, que vuelen por el aire los bancos de Manhattan y la Bolsa haga un crack en Malasia y en Tokio.
Que al Louvre le roben los cuadros de Guaguin,

que a Siqueiros le lluevan los murales,

que se derrita Groenlandia y se indigeste el Papa con murciélagos.

Que nada quede en pie, ni siquiera la cama donde pienso quererte, amarte, desguasarme,

sacarme los tornillos que tengo en la cabeza y ponerme a rodar tan mudamente que el silencio atrase mi reloj,

y un pétalo haga ruido en el poema que escribo tontamente.

 

Que me llegue el amor a refucilos antes de que me haga trizas tu recuerdo.                                          De: El Ojo Astillado

 

AMÁNDOTE

 

Amo tu cuerpo por lo que tiene de misterio. Tu boca

que me ata a la locura, tus pechos, tus piernas entreabiertas en la cama. Sé que en tu vientre me acecha lo que fui,

lo que el exilio vuelve transparente. Pero

también me acechan los lunares de tus mejillas,

tus brazos en mi cuello, el papel donde escribo este poema.

Si tan de sentir fuéramos los animales que creemos ser

poca cosa el pie o la huella del sol en el membrillo. El derrumbe del cielo en Machu Pichu,

la ceguera del pez y del murciélago,

y el sonar que le dicta cada rumbo cambiante, cada hilo

con el que anuda rosas y distancias.

 

AMOR DE MALAMUERTE

Te amo a seis manos entre los cafetales, Aguas Blancas, Diamante con sus niños morenos, sus mujeres jirafas que el sol tatúa en los árboles y el voceo del que pasa vendiendo aguacates y piña. El trópico, parece, no se cansa de pasar por Colombia mientras la lluvia tapa de a ratos las laderas en donde Cristo espera renacer y salvarse.
Ayer, en Envigado, cerca de Medellín, dos sicarios de negro con los ojos salidos tiraron a matar en una discoteca, la muerte asomaba por la boca del muerto y era la muerte y el muerto un juego de palabras que sangraba en las calles de una noche de plomo.
En la distancia puedo soportar un asalto de soldados con armas y tanques con misiles, un bombardeo con garras de tigres de basalto, las ruedas de un molino moliendo mi osamenta y cien mil elefantes con coraza y espinas, los hinchas de Brasil goleados por los ponjas en un zaguán sin luces con un hincha contrario, todo eso puedo soportar a lo lejos.
Que se caiga la luna en el fondo del patio y a la Muralla China la vendan a los rusos, que las playas del sur se llenen de caballos y que salgan las moscas a cazar mariposas,
que pase un tren arriba de mis brazos y de lejos me digan adiós llenos de sangre
y a Leonardo Di Caprio le corten las orejas, que vuelva Marilyn con la falda plegada y la boca se tuerza de fumar marihuana, que a la cama del cuarto donde te amo en las noches le salgan alacranes de garfios platinados, que le roben el perro al ciego de la esquina y al enano le crezcan sus pies hasta taparlo, que se caiga el avión en el que voy volando con un sueño de azúcar porque te voy nombrando
...pero qué no me escribas no podría resistirlo.

 

CANCIÓN DE OLVIDO

 

¿Cómo lavar el patio de la casa ahora que tu ausencia ha impregnado mis ojos? ¿Qué fue de las acacias, del samán, del naranjo?

¿Del libro de historietas con dibujos de Lalia?

¿Quién oculta tu cuerpo de maduras raíces, de exóticos perfumes, de caderas rugientes?

¿Cómo dejar limpia la casa sin andar tropezando con tus cabellos negros, con tus ojos, tus dientes, tu pollera insinuando el temblor de tu vientre?

 

De tripas corazón, de brisa un huracán, hacer con cada astilla un fuego interminable y echar adentro el peso de tus nalgas, el beso que me diste rozándome el ocaso, la manzana mordida con la marca del agua y el camino a tus pechos sombreado y silencioso.

 

¿Cómo sacarme el alma de a tirones del pecho si dios se parece a la palabra derrota?

 

ILUSA

 

Ella se acuesta al borde de la cama, rezongan sus enaguas;

se ha llevado el canario, la botella de ron y el chip educativo de las ratas,

los poemas con mierda,me dejó  frente a la estación retiro y el tren con pasajeros al ocaso.Se confundió de víctima la pobre.

Pensó que era dueño del sol, del bar amanecer y el anillo con perlas naturales

que saqué del estante de los sueños.

 

Me preocupa el destino de esa mujer tratando de vender lo que no tiene.

De: La Mordedura de la Mosca Azul

 

DESCABEZADO

 

Te dejo mi cabeza, es la única parte del cuerpo que no uso.

La sesera está quieta, opaca, arenosa como la de un árabe a la siesta. No me sirve ni para pasarme el escalpelo o hacerme una incisión que vaya al hueso con dos tubos perfectos de morfina.

Antes de conocerte solía sacarla a pasear por las bibliotecas,  la colgaba del mástil de la plaza o la prestaba al arquero de la noche.

Después te conocí. Me la secaste.

A veces subo al cielo para poder charlar dos palabras con ella.

Me pusiste una teta en cada ojo y la lengua en la garganta al fondo de la mía, me sorbiste el poema que empezaba diciendo que te fuiste.

Hice un cuadro con ella que vendí a los gitanos.

Dicen que la escuchan balbucear que me extraña.

 

De: La Mordedura de la Mosca Azul

DESCORAZONADA

Me alegré cuando supe que había muerto. Fue cruel y despiadada. Durante el tiempo que estuvimos me hacía parir a diario, en los últimos días no le gustaba ni mi sombra.

-Sácala de aquí- me gritaba subida a una silla. Llegó al extremo de apagar la luz para no verla o de pintar de negro las paredes.

Me hacía llorar a mares tan sólo por el hecho de beber mis lágrimas y hasta darse un chapuzón cuando volvía..

Nunca supieron de qué había muerto.

Sus órganos estaban sanos. El hígado, el riñón, el páncreas, las tripas, el yeyuno.

Incluso descarté hasta un paro porque la hija de puta no tenía corazón.

De: La Mordedura de la Mosca Azul

CAYÉNDONOS

Salgamos de este pozo, de estos atardeceres en la casa,

la rutina del pan y la cocina con la comida fría sobre la mesa.

Un nudo en la garganta, siete lobos como siete monedas endiabladas,

la boca de la noche y las garras en las flores absurdas de mi cuerpo.

Amor, puedo entreabrir los ojos todavía.

De:Oración de Barro

ESTE AMOR

 

Mezclar tus ojos con el rastro del zorro en la nieve;

las barcas del ocaso con la palabra aquella que dijiste

cuando escribí tu nombre en mi bolsillo.

Tus brazos en mi cuello y la canción que hablaba del olvido.

 

Los dos soñábamos en paralelo pero  gozábamos al unísono.

De:Oración de Barro

 

aullando voy

a cielo abierto aúllo con sinrazones de saberme nada

pero me truena la desesperanza de un país que se rompe y se desmaña

pero me truena también la piel y el vaso y el refucilo de mi sombra en llamas

y me truena la boca

y por mi grito

 

la memoria me truena hasta que estalla

 

De: Tigre de arena

EL POEMA POSIBLE       

 

Que el poema sea eso,

la piel  y la serpiente de oscuros laberintos,

el ojo que se enciende en la noche sin pausas, el faro que perfora el mar con sus veleros y la palabra muerte desnucada en mi boca.

 

Que sea lo que no he sido

porque no tuve  fuerzas ni tampoco el coraje de sacudir mis brazos,

porque hice el amor con prostitutas santas y le mentí mi nombre al verdugo deforme, porque cerré los ojos y comí mis deshechos,

bebí mi propia sangre y me he lamido el sexo.

Porque fui un espejismo en mi madre y sus rezos,

el cura perseguido por la cruz y la espada,

porque rodé al abismo de unos brazos morenos y guardé su recuerdo en una flor  sin alma.

 

Que el poema sea todo lo que dice Huidobro pero que me acuchille

la garganta y el plexo,

 la sombra de papel de mi viejo esqueleto

y el fuego de una tarde en que olvidé mi nombre.

 

 

Que el poema sea un toro irrespirable y ciego que arremeta las ingles del hombre que lo mata,

que destelle en sus cuernos el corazón sangrando del torero y su boca de mudos alaridos,

que la plaza se hunda en un atroz silencio

mientras pasa el cortejo con mis belfos difuntos.

 

Que el poema sea un árbol,

la selva con sus pájaros,

los senderos de viento entre los guayacanes,

el soplido del ciervo con sus patas quebradas y el tapir que resuella su hocico en el pantano.

Que sea la flor pesada del verano en el trueno y el rumor coagulado de un enjambre en su cáliz.

 

Que el poema sea eso,

el niño sonámbulo de las calles vacías,

su voz de dos monedas en las puertas del cielo,

las esquinas del barrio con diablos y muchachas que desnudan sus ojos para que sueñe el ángel.

 

Mi cabeza es un tramo de un camino de rocas,

automóviles,

trenes,

elefantes,

calandrias,

guerreros con dos alas y jinetes de vidrio,

cicatrices,

tornillos,

alfabetos cruzados

y la pluma que escribe que viva la esperanza.

 

Que el poema sea todo,

tu cuerpo entre mis manos,

tu cabellera negra,

las garzas de los charcos del desierto dormido,

tu boca apenas nítida buscando mi secreto y la lengua que olvida recordar lo que amaba.

 

Que el poema sea el barro de dios con sus halcones,

el secreto arrumbado de pensar como piensa,

los pozos en donde cae su silencio aparente y el peligro que acecha al muerto que lo sueña.

Que el poema le grite a su pesadez de polvo alucinado,

le desmadre las uñas de su altísima sangre y le roa hasta los huesos que tiene su mirada.

 

Que el poema sea el tiempo de una rosa marchita,

el paso de un caballo sin jinete a lo eterno,

los relojes del miedo cuando lloran mis ojos

y me hechizan mujeres de lejanas comarcas .

 

Que el poema sea el niño a orillas de sus nanas, la risa a cuatro soles cuando le hacen cosquillas y se duerme en los brazos de su madre y el cielo. 

la vaca de la puna con sus huellas huesudas,

la abuela y su sordera colgada de la luna,

la noche duermevela de la niña en la sombra

mariposas negras,

ni rosas,

ni caballos,

ni flores disecadas.

Una huella de agua le va mojando el sueño.

 

 

Que el poema sea el borde de tu sombra en el agua,

su contorno difuso,

las olas que regresan,

las velas sostenidas por el tifón de marzo y el halcón que se apaga en un vuelo lejano.

 

Que ronde la madera donde sufren los hombres,

la cruz de un cristo muerto para toda la vida y el gesto quedarse aferrado al destino.

 

Que el poema sea el viento que hermana el territorio,

la ciudad con su rostro de acero sin memoria,

las ruinas circulares de un cuento sin orillas y un perfume a canela inundando las calles.

 

Que sea el filo mellado de una pala en la tierra y el latido del surco que celebra lo verde. El hollín,

el herrumbre de la palabra mierda y la boca a los cielos de la palabra risa.

 

Me sobra la espesura de una moneda antigua para hablar de mis huesos,

aquellos que cayeron en la boca del tigre,

los rumiantes,

los cerdos,

las patrullas,

el ojo,

la frontera en la pulpa del que busca otros soles y se queda sin muerte.

 

 

Que el poema sea el tiento,

la soga que me salva,

el candil que imagina otras voces y sombras y parpadea en la noche con su fuego traslúcido.

Las manos del minero con sus huecos callosos,

las manos de la madre acariciando el polvo donde estuvo su hijo,

las que se desflecaban cuando el amor partía y el amante era un sueño desahuciado y eterno,

las manos del guerrero afilando su miedo y el honor de la Patria sosteniendo recuerdos,

las manos del poeta que escribió . No hay mañana si el viento arrasa la comarca.

 

Que el poema sea el ruido,

las cadenas del reo,

las que arrastra en el vientre camino del cadalso,

la culpa que lo muele hasta tartamudearlo y el querer aferrarse al miedo que imagina,

el gusano que huele sus tripas,

sus entrañas,

la sangre hecha un torrente por sus venas azules,

el flaquear de las piernas como en un precipicio

y el minuto,

el segundo que le queda a la cuerda de un reloj que agoniza,

los ojos aterrados de mirar para adentro y de saberse solo como Dios con sus culpas.

Tal vez piense en la llaga que tiene su osadura.

 

Que el poema sea el pueblo,

sus mujeres,

sus niños,

los remiendos del siglo en los cuerpos morenos,

los puños como rosas colosales y limpias

y el ojo que lo salva del frío y la pendiente.

 

Que sea el pie descalzo que titila en la siesta,

el sigiloso encuentro con la espada y el fuego,

las chispas de la fragua cuando funde los sueños con los pasos del ángel que aguarda en el silencio.

 

Que el poema sea la lengua del mutante,

del vendedor de tarros en un subte repleto de ladrones,

 la lengua que seduce los pechos de la muchacha triste y solitaria,

el sexo donde la humanidad se siente un diosmesalve

y la boca la busca para morder su aliento.

 

Que el poema sea el cielo que cabe en el silencio,

el rap del marginado comiendo lagartijas,

la vida que se estrella contra el miedo de siempre y el fragor de la rosa en un campo minado.

Que sea la alcantarilla hedionda y sigilosa en los pies del que huye escarbando lo oscuro, 

el pan casi sin aire de un tacho de basura y la luna rampante en los ojos de un gato,

la azotea,

la cornisa de un hombre que no sabe que viene perseguido,

soplándole la nuca el precio de la nada y el circuito cerrado de mirar sus espinas.

 

Que el poema sea eso,

lo que respira dios cuando ruge la selva,

el enano del circo que pinta las estrellas de un lienzo que perturba a la ecuyére, los caballos sinuosos

y el cosaco girando en ellos hasta saciar al ojo.

 

Que sea la boca turbia del que no pudo amar, porque se anudó su lengua como un hilo de seda y se trabó en el hueso de un paisaje monótono,

y en sus ojos

la rosa se fue desvaneciendo.

El amor juega a las escondidas con su sombra.

 

Que el poema sea el mar que lame mis heridas,

los pies de la distancia llegando al paraíso,

el mensaje tatuado en la astilla del fuego que en la nieve titila su bandera de escarcha,

el roce de tu piel,

la línea que me acecha detrás del horizonte que se abre al infinito.

 

Que el poema sea un fósforo de sombra derretida

un beso tras la puerta que se abra a la ternura

que venga maldecido y  para siete truenos con górgonas magníficas de cabezas eternas

que perturbe estos brazos,

los ojos como naipes de una baraja sin reyes ni caballos

y la suerte mostrándome sus dientes.

 

Que el poema sea eso que permita soñar,

que descuelgue la luna con sus gajos pintados, 

que al cruzar por los ojos me tirite en el alma y haga círculos rotos en la fiebre del miedo.

Que el poema sea todo.

La Palabra más alta.

La mujer que me acecha.

Que levante al caído y lo vuelva un cometa, un astro, un coro de cigarras,

un jaguar sumergido en un lago secreto.

De: El poemas posible y tres sonetos si muerte

 

HILDA GUERRERO, SU MUERTE VENIDERA

Estaba allí su muerte no importaba

era apenas el trazo en el aire del miedo

ese ronco acertijo que no sabe que el círculo no le impide escaparse y golpear a la luna

 

Hilda Guerrero asoma su niñez por las cañas

ha jugado al remanso de sitiar el verano y mojarlo en la lluvia de sus ojos de rana,

Cuca y Rosa sostienen la cuerda que la lleva hacia el cielo del juego de rayuela

y en aquél niñerío que habitaba campanas Hilda aprendía del ángel su fuego de naranjas.

Muchacha que en la boca tenía el brillo del agua;

cuando el río se estiraba pasando entre los sauces

aprendió a ser destello y a ser diablo de azúcar y en los cañaverales le tanteaba la sombra al hombre y a sus huesos de luz enamorada.

Los años de la muerte cerraron los ingenios y se angostaba el ojo de soltar mariposas,

Bella Vista,  Los Ralos, Amalia, San José y allá en Santa Lucía,

Hilda Guerrero, al viento, soltaba el perfume de sus rizos dorados

-No vayas Hilda – le grito mi madre – con sus voz chiquitita de adivina y de santa, y las calles del pueblo se quedaron mirando el horizonte ardido de su gente y la espada

Enero caía redondo, alucinado en el trino sediento de los pájaros y en el lomo y las patas de todos los caballos

 

Nos cortaron el paso camino a Bella Vista pero el río Arenilla con sus peces alados nos llevaron al fondo de la noche apenas alumbrada por el hambre y sus brasas.

 

Bella Vista quedaba en esa madrugada en donde Tucumán acortaba distancias de una Patria  que ardía mientras era violada, Acheral, Tafi Viejo, Caspichango, Monteros

 

Hilda Guerrero el cielo te lame las polleras.

De pronto un refucilo y

la muerte montada en balas silenciosas la buscan con las huellas del odio en la mirada.

Corre Cecilio Alvarez, Manuel Torres, Almada, el mediodía se trenza a pelear con la muerte

y de pronto un soldado le apunta a la cabeza y entre los estampidos, las balas y el silencio

Hilda Guerrero cae,

como una mariposa se ha soltado a volar mientras   su cuerpo empapaba la blusa de Rosa que también se iba yendo con el tiempo y sus lágrimas.

“Nadie muere si queda en un sueño”- dice Lucía Mercado, mientras alumbra su tristeza con algunos recortes de diarios amarillos

 

Hilda Guerrero,

en tanto,

empieza a escribir la página que viene.

EVA NUESTRA QUE ESTAS EN EL BARRO

Eva nuestra que estás en el barro.

Larga fue la tristeza y lenta la agonía de tu pequeño cuerpo herido por las babas de ese dios homicida.

Te lloraron los niños de las minas sin alma de la puna en Jujuy,

la rosa de los vientos y el jume en esas soledades de Santiago del Estero,

el llanto entretejido en los tapices, cuando Catamarca deshilaba en la rueca los hilos y la sombra de aquellas tejedoras Belenistas,

la Pampa y su horizonte cuando Las Salinas Grandes eran espejos de agua empañados por los ojos de Roca y sus fusiles.

Eva nuestra que estás en el barro

te ha modelado el sueño de las embarazadas por la trampa y el hambre,

las fábricas con cientos de mujeres obreras.

La fragua de la vida te iba forjando eterna a pesar de los golpes y la lengua de los dueños del mundo, la furia desdentada de la señora gorda, sus tertulias de seda,

muchachita con ojitos de alondra y corazón de puta, un diamante en el barro, como decía la Walsh , te levantas ahora, te metes en la historia que inventaron tus dedos, le mueles  a la muerte sus oficios terrestres, tu sexo a plena luz como una carcajada resonando en las calles

de un BuenosAires que ya nunca volverá a ser el mismo .

¿Dónde estás Patria mía?

“Yaceré a cielo abierto” Patria adentro del hombre, comerán mis grasitas de este cuerpo y mis ojos, caminaré en el vientre del fuego de los niños y volveré millones cuando pase el olvido.

Yaceré a cielo abierto en una madrugada

en la que a Buenos Aires le duela mi recuerdo

y en las casas humildes me lloren las mujeres

y en la palabra amor resucite de nuevo.

 

Yaceré a cielo abierto sin puñales ni sombras,

el Pueblo, como un ángel, me seguirá los pasos

 yo seré una bandera para que el niño ría

y la historia en el viento me levante en sus brazos

 

Eva nuestra estás en el barro porque es de barro el hombre,

la ternura de piedra en sus manos callosas.

 

De: Poemas como tajos

AQUELLA MI NIÑEZ ENTRE LA NIEBLA

  a Juan, su sombra niña

 

Eran niños mis ojos con barcos repletos de camellos,

las luces indecisas de un monte de durazno,

y mi padre, a la sombra del agua de todos los caminos, hacía una ronda con sus brazos tristes.

Mis hermanos corrían entre los espinillos y el perfume naciente a peperina.

¿Dónde estará mi madre?¿En qué pájaros se sostendrá su vuelo?¿Vendrá la noche a socorrerme cuando solo puedan mojarme los olvidos?

La cocina en penumbras parpadea de a poco en  mis tres años, aquel jarro de lata y el guiso desabrido, la luna redonda cayéndose en el patio en donde siguen jugando mis hermanos.

¿Qué es esta tempestad, madre?

¿Cómo saberte bajo la lluvia tenue y el tintin de la gotera en esta soledad del agua y de la piedra?

Una garra de acero le va naciendo a mi corazón, madre.  

En estos versos están las llaves del ocaso, dios rezongando su horizonte partido, la manta de algodón sobre el ángel dormido                                                   y más allá,

ausente, el otro niño que soy, el despojado,

moqueando hilos de frío a las puertas de mi propia tristeza.

Pude crecer, madre, con todas las preguntas.

¿El sol es un espejo de llamas de algarrobos?¿Quién sopla al viento que nos sopla?¿Regresarás mañana?

Los dedos de tu sombra todavía acarician mi infancia.

Padre, el amor ha sido torpe con nosotros, a veces,

no puedo reconocerte sin el vaso de vino oculto entre las ollas, el polvo del camino con sus pájaros verdes, la pelota de trapo cuando gritaba gol, y vos, arquero de mi cuerda y de la cancha, reías a carcajada, y mis otros hermanos victoreaban mi nombre desde aquélla tribuna hecha con troncos viejos y retamas.

Padre, Madre, mi corazón de hombre los junta cada vez que tengo un niño a flor de labios.

CUANDO VUELVA EL OTOÑO

 

Cuando vuelva el otoño, amor desmesurado,

cuando se desperece mi sombra por el río y tu nombre vaya por mi boca dulcísimo y  eterno,

podré mirar al hombre, al hijo y sus arrugas como largos caminos que lo recuerdan todo,

a mi madre en la boca del tigre resollando su tristeza,

a sus manos que piensan los abismos y todavía me salvan,

acarician,

y su voz musite rondas para que desde la infancia regrese con los grillos, y las mariposas,

                       como una bocanada de sol besando los caballos,

ensueñen al verano que persiste en su osadía de bramar a la siesta.

 

Cuando vuelva el otoño, digo, su miel de oro fundido arrastrará mis hombros,

mis ojos,

sus lágrimas de plomo me partirán el pecho porque un niño inocente cayó

como una alondra sin brazos,

reptando hacia su hermano del que fluye la sombra de la bomba asesina,

y el Imperio se llene de palabras obscenas y el mundo se desplome con nosotros adentro, ahora, en este instante,

ayer, no más,

lo juro por  mi nombre y el nombre de mis hijos que miran a estos versos cayéndose de tristes.

Franja de Ghaza, ahora, el Líbano, el pueblo de Israel,

y ayer Irak, Bombay con la Guerra del Opio, el África sin piel, América, Malvinas y el mar como un embudo que chupa la memoria.

Cuando vuelva el otoño me latirá en la piel Julia Jerez, calarán mis ropas sus palabras cuando de estar estando por las calles del pueblo, la oiga diciendo:

“Tal vez, cuando me muera, el hijo que amo tanto, de trecho en trecho ande conmigo, me acompañe, me cante para que no me sienta sola y de un sorbo me beba la vida que le he dado”

Cuando vuelva el otoño me sentaré a la mesa de todos mis amigos,

los poetas del agua que llamean su ternura,

los hacheros que sangran cuando talan el monte,

la muchacha del cuarto que trabaja por horas,

la Virgen de la Leche con sus pechos al viento de la iglesia de Yavi y sus casas de adobe,

el cantor y la copla que tiza su garganta y le sube a la boca deshilada y solita, la puta que le llueve a Cristo de los ojos,

                                los tangos de Gardel,

Inodoro Pereyra  luciendo su nariz monumento mientras Fontanarrosa le susurra en la oreja sus cuentos memoriosos.

Cuando vuelva el otoño habrá luz en el patio

                                                                       y la puerta del frente de mi casa en el pueblo, estará como mi corazón,

de par en par abierta.

 

LA POESÍA SUCEDIENDO

 

La Poesía aquí, en la rosa más leve de mis sueños de arena, en los ojos del niño que deambula en las calles,

en la quietud del lago que va recordando los increíbles peces de un espejo sonoro.

Aquí, en la boca desnuda que lo dice todo,

en el punto que une el círculo y la recta para que se desdiga la ecuación de sus números hueros.

La Poesía aquí, en la felpa y el miedo,

en el corsé infinito de la propia censura,

desmantelada, sí, desgajada del árbol, huyendo de las ratas, del mendigo, del cuajo de mis ojos, de sus ritos de menta, del poeta y demiurgo de ranas hechizadas, de tigres desdentados, de putas sollozando, de barcos sin sentido en un puerto vacío.

La Poesía aquí, en el pubis de escarcha de la mujer violada,

en el cura que baja hasta la misma sombra y muerde el campanario de su sexo apagado.

La Poesía aquí, en la rosa demente,

cuando se desmorona el mundo, sus harapos,

los labiostemblorosos del cómplice de turno y el político fuga de sus propia palabra.

La Poesía aquí, en la punta del pie,

en las uñas pintadas de la mujer que amo,

su cuerpo en mis dedos como una flor de nieve,

el perfume del viento que cruza sus cabellos y llena de soles los bordes de mi almohada.

La Poesía entre mis huesos de amor trastabillando.

La Poesía aquí, entre nosotros, en el rostro polvoso de la trampa,

en la niña que duerme sus juguetes de plástico,

en la tierra que estrangula sus rituales de lluvia y estaquea su corazón como a un cuero reseco

y Cristo se desgarre a orillas del crepúsculo si no siento que cuando pasa el otro,

soy yo el que está pasando

La Poesía aquí, desnuda o desnudándose,

mostrándonos el sexo para que se escandalice la página literaria que merodea su censura infinita, porque si digo puta o mierda o puñalada, causa más impresión que si dijera hambre, pobreza, desnutrición,

extrema unción del río que va contaminado.

La Poesía entre nosotros para que siga viva,

y vuele desde el cerezo hasta el agua servida,

y caiga del ojo que llora una lágrima enferma,

La Poesía que abandone al poeta sin mancha,

su copa de cristal sin llagas en la sombra, sin tigres en las angre, al poeta que urde su pedestal y olvida,

al otro,

al diferente y porque arma un verso con levedad de olvido, siente que la palabra lo vuelve inalcanzable.

La Poesía que abandone

la cátedra vacía del ritual del fonema y el desmenuzamiento de planos inclinados,

de análisis sintácticos,

el giro,

el paradigma,

y sorba el seso al Juez con sus doctrinas,

y en el hombre se agriete como una flor reseca.

La Poesía entre nosotros igual que una pedrada arrojada al espejo del miedo y de la muerte,

que ronque en el ausente,

que le sueñe a la madre sus rezos en la noche,

que el travesti la bese y la posea,

que el caído la trame en su tristeza,

que a la niña le ronde enamorada,

que al mendigo le cruja en los zapatos.

La Poesía entre nosotros como la vida misma,

buscándonos,

hundiéndonos,

penetrándonos,

a cara descubierta, a sexo limpio, a fábrica tomada, a piedra en el escándalo, a ternura de sapo, a un tsunami de bronce, a bestia alucinada.

La Poesía aquí, entre nosotros, como un rompecabezas que armamos entre todos.

La Poesía sucediendo…

porque sucede el Hombre con sus ángeles torpes, y sucede la vida y suceden los años en Bayer y en la Glauce que agazapa sus ojos en las rejas del Bergman,

en Romilio Rivero hechizando serpientes,

en Vallejo y sus huéspedes secretos,

en Lorca con sus toros irrumpiendo Manhattan,

en Céspedes y la trama del Presidente Ahorcado,

en los trenes oxidados del Salar de Uyumi como un museo de hierro que nos sueña soñando.

La Poesía sucediendo en la caña de azúcar,

en la mujer de ojos renegridos en donde el fuego se vuelve una luciérnaga.

La Poesía sucediendo en todas partes,

en los ojos,

los dedos,

en los pocos cabellos que rondan mi cabeza, en la poca inocencia que nos queda,

en la fragilidad del agua anochecida.

 

La Poesía sucediendo en todas partes.

Adentro

sucediendo.

 

MI PADRE LLEGA ATRAVESANDO EL RÍO

Mi padre llega atravesando el río, las mariposas verdes de la noche deslucen su cabeza, desde la orilla grita mi madre y un trueno zamarrea la boca del relámpago.

Todo parece quieto y a la vez,

todo gira en un hueco de lechuzas y peces, jabalíes desdentados, ramajes y abanicos y toros sin cabeza.

Me cuelgo del hilito de luz que alumbra el patio,

sus ojos maldecidos estrujan el paisaje,

destellando,

amagando llegar viene mi padre.

 

La tormenta se duerme en mis brazos pequeños, y yo duermo en los brazos de mi madre que llora.

 

El caballo de mi padre llega solo ya no pesa su sombra sobre el lomo

 

EL MAR DEJÓ SOBRE LA PLAYA

El mar dejó sobre la playa una moneda que tiene adentro un barco que se hunde y tiene rocas de forma indefinida como el tiempo sin límites del hombre;

se deshuesa en mi cuerpo,

deambula por mis párpados,

sale a hablar del crepúsculo con los viejos marinos que beben su corazón a cada trago

la luna,

danza sobre las olas como el sueño

de un caballo herido.

 

Podía pensar en mí, en el mimbre y la rosa,

la caricia y el beso y el gato con sus uñas rasgando la penumbra.

Pude pensar la luz, los oficios del ángel, los gnomos de la siesta y el árbol con sus pájaros,

jugar al ajedrez con mi niñez de vidrio y hablar de la tristeza bajando de mis párpados.

Pude hablar de la fuga del ruiseñor al alba.

 

Pude pensar en mí porque en la calle,

nauseabunda,

sin rezos, ni credos ni caballos,

otros alzaban la cruz,

se enfrentaban al mundo con los huesos y el alma.

 

Una canción de cuna me amenaza

 

Endentro  de mí

 

 “Hay que endurecerse sin perder la ternura” como si eso fuera posible en un mundo imposible

¿Quién puso en él su corazón? ¿Quién lo transformó en pájaro cuando iba muriendo? ¿Quién deshojó las margaritas de aquella flor pensada, y quién gatilló sobre su sien?

Existo porque soy. Porque puedo saber del pájaro y el agua, y levantar las cuatro paredes de mi casa,

porque puedo amar las rodillas de Tina y acostarme en su vientre como una hoja seca.

Me interroga la muerte y su hocico demente,

desde lejos,

el tiempo,

sube a la costilla que me falta

Endentro  de mí

 

EL CAZADOR Y LA PALOMA                                    

 

Puso felina el alba con sus garras.

Agazapado                          saltó sobre su presa descuidada

y hubo un olor a muerte en la espesura.

Después          lamió su piel ensangrentada

y la ferocidad como si hiciera un alto en el camino,

se acurrucó en su cuerpo

             a esperar que el instinto lo despierte.

 

La paloma tembló en la rama del sauce.

Con un roce de alas    fue volando hasta el tigre

y susurró en su oído :

                                  -Recién ahora comprendo la distancia

                                    que separa a la fiera de la rosa.

                                     La espina crece y acoraza el tallo,

                                      para poder abrirse azul a la belleza.

 

No pudo el tigre comprenderlo todo y la paloma

continuó diciendo :

                            -Hay una ley natural.

                          La que compensa el abismo y la montaña.

                                     La que permite herir, pero no daña.

                                      La que vive en la muerte, por la vida.

Luego cortó un laurel

             y surcó el aire como un ala del sol.

 

Sonó un disparo.

                     Exacto

                              entre las frondas

y hubo un rumor de plumas blancas agonizando.

 

El Cazador nunca entendió

porque no pudo matar al corazón de la paloma.                                 

LOS  DESTERRADOS                                                           

 

                                        al peón golondrina

                                        a Armando Tejada Gómez

                                        a  Dora, Paula y Gloriana

 

Uno puede encontrarlos a poco de que busque

en la zona sagrada de la muerte.

 

Si es hachero en el Chaco, el verde le arrebata la flor a los cebiles, cuando en su hacha llorosa gime el monte

porque alarga en el hijo al pobrerío.

 

Y si es por Tucumán cuando el Norte se llena de pilpintos

la caña del azúcar es una pesadilla dulce doliendo en el zafrero.

 

Y si en las minas de Jujuy ,   la tierra, le llena de socavones la mirada, se oscurece en sus manos el barreno

que le destapa el alma.

 

En Mendoza                   en  San Juan

van por las uvas,

hermanados bajo el sol de la vendimia

cuando el amanecer deja en el vino

las penas soledosas de los sueños.

 

Así van los desterrados de mi tierra.

De paso circular. Mito y retorno.

Van a crecer para entregar la vida

cuando en el algodón la muerte es blanca

o cuando en el maní aceitosa los toca

o se vuelve pulposa en la naranja.

 

Uno puede encontrarlos a poco de que busque

en la zona sagrada de mi Pueblo.

 

LOS ELEGIDORES DE POROTOS                                                                                             

He visto muchas noches en mi Pueblo (Un poco de semilla y otro poco de estiércol) a familias enteras eligiendo porotos,

(Sueño blanco del rico. Sueño negro del pobre)

y caer de las manos como pétalos muertos

a bolsas que no cierran sus insaciables bocas.

La mirada ligera en el grano manchado

si pasa uno que otro   se termina el trabajo,

marchitando la vida en el polvo que vuela,

con las alas del aire al pulmón del obrero,

y esperar otra noche metálica en monedas

y robarle al descanso la quietud de la siesta.

 

Todo vuelve cada año.    La Navidad y Cristo.

La Siembra y la Cosecha.

La maquina perfecta no se detiene nunca si no la para el Hombre. Si el hueco que le crece del zapato a la boca no le llaga la sombra... No se detiene nunca.

Vigila               que la siembra depende de tus manos.

 

 

ESPEJO DE LA NOCHE

 

La máscara oculta lo que pienso, el rostro que persigo,

los tapiales de junco.

De mirar el ombligo me he olvidado del mundo,

he sentido la lengua de la muerte en mi espalda

y el corazón sitiado por la desesperanza.

 

En mi mano agoniza el rostro de mi madre.

 

Afuera cae la nieve

lentamente me acuna,

me desgaja en los árboles de un territorio oscuro,

me trasluce las venas como si despertara en mis brazos una lámpara 

que temo y desconozco.

 

RESPONSO POR LA MUERTE DE OLGA OROZCO

 

Estuve en una la larga fila de deudos lacrimosos y las flores de sal de tu mortaja,

entre las cartas de tarot ya sin destinos con el sueño de Arimán pálido, solo.

Pude ver tus ojazos casi grises de tantos caracoles y cigarras, el vendaval del trópico golpeando tu escritura, las tardes de té escapando del dulzor de tu sangre.

Vi el gato de alabastro sobre el piano que en soledad apenas desbordabas,

los papeles del viento sollozando,

los vericuetos de tu calendario con la rosa caída a un  precipicio,

los andenes de marzo en la hojarasca donde el otoño afila sus espadas.

Te vi dulce y en ascuas destellando la risa de la suerte,

el jardín con flores del pasado y el balbuceo de Borges en tu lengua.

Caía la lluvia como ha mucho tiempo, se cansó de caer,

se fue por la fosa que aguardaba a tu cuerpo,

el remezón del pez de un mar sin tiempo y la llama inconclusa del fuego de los días.

Partirás sin demoras en el carruaje repleto de flores

insoportablemente lilas.

Las huellas del rosario,

que en tus manos parece un alacrán dormido, solitario,

recordarán de ti las gardenias de Toay,

el musgo que soplaba tu hermosura hacia un país ajeno a tanta luz,

inmóvil como un espejo de piedra incandescente.

Tu cuerpo será de otros paisajes, lo llorarán los perros que incendian los crepúsculos, lo besará el Eterno mientras raja sus huesos y lo vuelve olvidos de seda  intencionada.

Me reiré del que pasa con sus árboles creyendo que lo miras,

los libros que apenas hojeabas, el ciempiés que guardabas en un frasco de vidrio.

La foto del amado y el corazón de dios atado en tu pañuelo.

Los cascos de la noche retumban en mis dientes,

descascaran mi risa.

 

Porque el olvido es un ariete que traspasa los días,

es que espero,

apenas esa pátina del sol que aguarda en cada cosa,

en los sitios que caminamos cuando éramos dos niños sin tramas ni relojes.

¿Qué viajero es el tiempo que nos mira desde el hombre?

¿Quién aguarda nuestros pasos cuando la arena cruje y tus ojos dulcemente me miran?

El hombre se ha sacado los ojos y un animal sin nombre engulle su mirada.

 

EL TORERO

 

De brillo y lentejuelas, su hermosura

en el traje de seda que lo ciñe,

avanza y en mis ojos se destiñe

la faja que le ajusta la cintura.

 

Le gritan vivas desde las tribunas,

apasionados gritos que me ignoran,

los que temen, los que aman, los que lloran

y  los enamorados de la luna.

 

El Torero es un Dios. Bello y Eterno

que cuelga su coraje de una espada

y en ella es filo y es empuñadura

 

y puede herir y ser lastimadura

si no acierta al jugarse en la estocada

que habrá de trastocar Gloria en Infierno.

 

DUELO

                       Yo sé que voy camino de la muerte

como va el que me mata y no lo sabe,

él empuña la espada y yo,  la llave

que le pone cerrojos a su suerte.

 

Él se viste de luces, yo de sangre,

él refleja la luz, yo la caída,

él provoca mi muerte y yo la herida

que hará que tiempo y muerte lo desangren.

 

Yo, el Toro, estoy de pie arrodillado

y él delante de mÍ cae de rodillas,

yo soy leño de sol, él una astilla,

 

apenas un aplauso que agoniza,

al matarme la muerte me eterniza,

mientras él queda vivo, derrotado.

 

LA PUERTA DE LOS SUSTOS

 

Aquí estoy bajo el peso de la muerte

y es desigual y absurda la partida,

ya se oyen las trompetas y en el ruedo

mi soledad tirita estremecida.

 

El Alguacil, de negro, demacrado

no oculta su temblor de adrenalina,

jinete de un corcel que está sudado

como le suda el alma al homicida.

 

Lo secundan espadas, picadores,

torileros, tambien banderilleros,

varilargueros, caballos percherones,

monosabios, oscuros areneros.

 

Y por si fuera poco, tal cortejo,

a la virgen le pide los proteja,

Jesús de los Toreros, hasta el cielo

se ocupa de las cosas de la tierra..

 

Estoy solo como Dios meditando.

Solo como una cruz en el desierto.

Solo de soledad, solo en la arena,

Solo como una rosa sobre un muerto.

 

La Puerta de los Sustos parpadea

y por ella La Muerte hace su entrada,

yo le clavo los ojos y la muerte

se deshace de a poco en mi mirada.

 

 

Los poemas de Yo, El Toro, editado por Alción,

Córdoba, Argentina, año 2008

 


Primer Premio

Concurso Provincial de Poesía-autores éditos- 2006

Secretaría de Cultura de la Provincia de Salta

 

ZONA DE OTROS DÍAS

(poemas)

 

RITUAL DE LA MEMORIA

                              a las Madres y a las Abuelas de Mayo

Visitar a los muertos.

Indagar la memoria como quien busca olvidos

entre las flores de papel y la luz que el polvo destartala.

Allí está mi dolor.

Es una cala redonda y amarilla, una copa con viento de otros mares, azucenas de roca...

Y allí están mis muertos

sus ojos que no pesan en las cuencas vacías

sus costillas de azúcar

que suben a la lluvia lo mismo que palomas de fuegos invisibles,

la cicatriz,

la herida del muerto acuchillado,

la puta que ha comido abismos que dan miedo,

el músico de alambre que sueña en la madera una canción de mimbre y lentejuelas,

el pobre con la panza repleta de gusanos,

el tren de los domingos con fantasmas que cantan

y el pie

que con mi sombra me llaman desde el suelo

  

ME VISTE CORRER MADRE

    

 

a mi casa vieja                                                                                                                                              a mis madres

 

          

           Me viste correr madre?

Bajo el cielo fraguado a mi niñez te he perseguido.

Tu mano acarició mi rostro esa tarde redonda y pálida

en que no comprendí           ni tampoco pude llegar…

Recuerdo al carrero con sus mulas areneras

y al muñeco de loza

                              enamorado de la siesta en las flores amarillas de la tipa.

También soñé la sombra del  manzano  perfumando los patios vecinos,

la novela en la radio con aquel León de Francia

                                                          y a Mate Cocido huyendo por los ojos de mi abuela.

Un viento forajido se me cuela en el alma.

 

Me viste llorar      madre?

Nunca pude decirte que te amaba.

Yo hacía un solitario con los naipes y me decía

que si ganaba lo gritaría dentro de tu corazón,

por tu ombligo,           por la punta de tus cabellos despeinados,

pero              hacía trampa    madre      por eso no te lo dije

 

y hubiera sido tan distinto todo.

 

 

            

 SALES DEL MAR CUBIERTA DE LUCIERNAGAS

                                                 a Gabriel García Márquez

    

Sales del mar cubierta de luciérnagas,

con luces que alumbran tu cabellera como a una vía láctea

y el cuerpo mojado por todos los misterios.

Los pescadores te siguen con sus ojos que titilan buscándote

si es que huyes desnuda

montada en peces de cristales cilíndricos

o te sientes

                       bandera en las velas más altas

o Patria           en la memoria.

 

Te olfateo,

un incendio de frutas me baja por las piernas,

moja mi sexo con agua enamorada y yo

                                                               como un sol de carbón

reflejo colores que no me pertenecen

y me trasmuto en duende y me lastimo.

 

Sales del mar y los toros te astillan en sus cuernos,

te beben cielo abajo

                         y van entre los árboles desmaravillándose.

Sales del mar y los hombres te arrullan con su asombro

                                                                 como si fueras

                                                                  Luna

la historia de la tierra que los sueña.

 

WALTER DESLUMBRA AL PUEBLO

                                              a Walter y su verdad desnuda

       Walter deslumbra al pueblo.

 

Pasa como un abismo con sus grises a cuestas

y asusta       

                                 a las voces secreteadas al diablo

que le entran en relámpago con los gritos de

                                                                       puto.

La higuera va soltando almibarados verdes en su rostro

de nomeimportanada.

-Yo, soy de aquí y vuelvo cuando quiero. Paso o me quedo.

Amanezco panza arriba en la plaza

o en los bailes del Bajo me deshago en las cumbias

Yo no me oculto.

Huelo a lo que debo oler       

a fruta     a algorrobal            a caballo sudado

a pieza alquilada a parejas sin nombre

a tempestad.

No me pinto con colores de puta de mercado,

ni disfrazo mi orgullo.

Dios me tendió una trampa para ver si la piso.

Dos caminos.          Dos sexos.

 

Walter va por el pueblo con la risa en el ojo.

 

 LA CASA ESTA SOLA

                                                       

La casa está sola.

La sombra del aguaribay se destroza en el patio

                                      en donde lo que fue surca las horas

poniendo telarañas      agujas de tristura

dientes postizos riendo de la espera,

silencios.

Todos los días asomo por el tapial para ver jugar en el olvido

a los niños

que la tisis consumió en sus muros.

 

Me pregunto adentro.

 

El adiós  como una cuerda trenzada rodea la casa que respira

entre estertores que suben

                                            y colores que bajan.

El tiempo se ha endurecido en la piedra

y quemando mis ropas trasmuta los días en un abismo colosal.

Creo ver en la cocina la olla de hierro,

                                                        memoria inerte de rondas y de espanto,

cuentos que van y vienen por las paredes

y a cincel y secretos esculpen mensajes de otras horas,

edades de llantos polvorientas.

 

La casa huye de mí que ya no existo.

EN CADA RAMA EL ÁRBOL DE MI CASA

 

En cada rama el árbol de mi casa guarda secretos.

Si cortara su tronco, en los anillos de la corteza habría nombres que se expanden y lagos y espejos y mujeres de barro, mujeres vasijas, mujeres ánforas, mujeres hechiceras.

Me veo correr entre el follaje persiguiendo zorzales, fueguitos, reinamoras. Pirata de la luna. Barco del ensueñero. Horadador de andenes que cuelgan del

otoño y me veo al lado de mi niño, la cola del cometa, la flor que hace un escándalo por ser aguamarina,

y te veo, madre, 

barriendo,

mientras riegas, el patio, el escondite del ángel de la guarda y el temblor de la araña colgando de la sombra.

También cuelga la hamaca con mi boca sonriendo y mi inocencia impune  fatalmente inocente.

Baja del árbol, ya. No toques las estrellas. No despeines al viento. No sueltes a los pumas. No cortes el perfume del naranjo.

No espíes a la vecina.

Deja ya de jugar que eres un hombre.

 

POR LA VENTANA MADRE QUE DA AL PATIO

 

Por la ventana, madre, que da al patio miro llegar los pájaros del agua,

se zambullen en mí con sus colores y sus picos de fantasmas confusos.

Vienen calandrias con el pecho blanco y chalchaleros con sus pechos rojos,

quetupíes amarillos de antifaces negros que a las viudas del río ocultan hechizadas.

Siento un dulce dolor que se derrama y el niño

que salpica de luz mi lejanía

me tira un animal sereno, majestuoso que lleva mi nombre y apellido.

 

Madre, estás en mí como hace mucho tiempo,

cuando los trenes eran caballos que cruzaban el pueblo

y pasaban muchachas renegridas   a carcajada limpia por mis ojos de trapo.

Por la ventana, madre, que da al patio salgo a danzar mis cicatrices

porque bajo la tipa vas desnuda

                                             y en tus ojos la lluvia se alucina.             .

 

SONETO EN CÍRCULO

Estás como dormida, mas no es cierto

huele toda la casa a desamparo,

hay llagas en el pan y no hay reparo

para este corazón que está desierto.

 

Del nombre que me llaman no me acuerdo,

no pertenece al hombre que camina

indeciso y que casi ni se anima

a desclavar los ojos del recuerdo.

 

El patio es una hoja de cuaderno

que amarillento vuelve a mi memoria

como a la rama una hoja en el invierno

 

de un árbol viejo soy claro reflejo

mi destino no tiene escapatoria

la muerte me ha atrapado en un espejo.

 

 

MILAGRO DEL SUEÑO

 

Ni siquiera me roza cuando duerme.

Una flor transparente se va por mis arrugas

hasta que la nostalgia limita a la distancia

y retorna

                        sonora por el patio

un revuelo de soles en el patio.

 

Mi niño se va de viaje cuando duerme.

Encierra a todo el mundo en sus pupilas

y todavía le sobra espacio

para meter a mil mundos más adentro suyo.

Yo lo miro callado sin siquiera moverme

sentado       casi en el borde de su cuna

y como si tanteara una copa de cristal en lo oscuro

tiro sobre sus hombros una manta

pero

          el gesto es inútil

mi niño se va de viaje cuando duerme.

Por eso

cuando quiero tocarlo con mis manos de padre

también cierro los ojos

                     y en el sueño           lo busco hasta encontrarlo.

 
Hugo Francisco Rivella, nació en Rosario de la Frontera, Salta, Argentina. en 1948. De una vasta obra poética y musical. La mayor parte de su obra está inédita. Vive en Córdoba-Salta
http://hugofranciscorivella.blogspot.com
Dio numerosos Recitales poéticos- musicales Participó en Encuentros Literarios, Tucumán, La Rioja, Salta, Córdoba, Buenos Aires, Festival de Cosquín (Los poetas que cantan); Juegos Florales de Guatemala; Cali (Colombia); Toluca(México), La Habana(Cuba) Paralelo Cero, (Ecuador)
Organiza el Encuentro Nacional de Poetas con la Gente, de Cosquín, Argentina, junto a Miguel Vera
Fue Director de Cultura, Rosario de la Frontera, Salta.
Escribió los libretos del Programa de radio Los Ocultados, Radio Nacional Córdoba
Ha compuesto canciones con Carmen Guzmán, Ramón Navarro, Alberto Oviedo, Ica Novo, Chato Díaz, Mario Díaz, Ernesto Romero

PREMIOS
Primer Premio Poesía, 
Tercer Certamen Literario Universidad Nacional de Córdoba, año 1977.- 
Obra. Algo de mi muerte 

Primer Premio Poesía, 
Segundo Certamen Nacional Club de Jóvenes de la UNESCO Capital Federal, Buenos Aires,1984. Obra: La Memoria del Fuego

Primer Premio Poesía
en el Tercer Certamen Hispanoamericano, Juegos Florales Centroamericanos y de Panamá, Quetzaltenango, Guatemala, año 1985. Obra: Presencia del Agua

Segundo Premio 
Fondo Nacional de las Artes, Concurso Nacional de Literatura, Fomento a la Producción Literaria, año 2001, Capital Federal- Buenos Aires- Obra: Caballos en la lluvia, La carretera y otros poemas

Primer Premio Poesía
- Concurso Jorge Barón Biza - Poema ilustrado- Córdoba, Año 2001
Primer Premio 
Fondo Nacional de las Artes, Concurso de Canciones de Raíz Folklóricas , Premio Mario Millán Medina, Cap Fed, Buenos Aires, año 2004 - Obra: Campanita de palo 

Primer Premio
en el V Concurso Nacional de la Zamba, Salta, Secretaría de Cultura de la Provincia, Año 2005.- Obra: Zamba del apenado

Primer Premio Poesía 
para Autores Éditos, Secretaría de Cultura de la Provincia de Salta, 2006 – Obra: Zona de Otros Días

Primer Premio Poesía 
Concurso Bianual para Poetas Éditos, Secretaría de Cultura de la provincia de Salta, 2008 – Obra: Centro de Tormentas-

Primer Premio 
Concurso Provincial de La Copla, Secretaría de Cultura de la provincia de Salta, 2008.-Obra: De Fuego y Sombras

Primer Premio Poesía 
IV Certamen Internacional de Poesía, Verso Digital, Jaen, Andalucía, España, 2009- Obra: La poesía sucediendo

Primer Premio Poesía 
VIII Certamen Internacional Jaime Gil de Biedma y Alba, Nava de la Asunción, España, 2010- Obra: La Hora del Relámpago

Primer Premio Poesía
Concurso Internacional de Poesía Gilberto Owen Estrada, UNAEMex, México, 2011- Obra: Piedra del Ángel

Finalista en el 
Premio Mundial de Poesía Mística Fernando Rielo 2013, Quito, Ecuador. Obra: Espinas en los Ojos

XXXVII Premio Leonor de poesía en Soria (España), entre otros.

LIBROS EDITADOS:
Algo de mi Muerte, Rosario de la Frontera, Salta, 1981
Agua de mis manos, con el apoyo del FNA, 1995
Cristales en el Río (cancionero),Vaca Narvaja ed.,1999
Caballos en la Lluvia, FNA, Alción Editora, Córdoba, 2003
Zona de Otros Días, Secretaría de Cultura, Salta, 2007
Yo, el Toro, Alción editora, Córdoba, 2008
Centro de Tormentas, Secretaría de Cultura de Salta, 2010
De Fuego y Sombras, Secretaría de Cultura de Salta, 2010
PUTAS(La cacería del ángel), Alción editora, Córdoba. 2011
Piedra del Ángel –UNAEMex Toluca - México-2011
Ojo Astillado- Alción editora- Córdoba-Argentina 2013
ESPINAS EN LOS OJOS y siete poemas de barro-El Ánge editor, Quito, Ecuador, 2014
La sombra en el espejo, Antología personal (Ed Norte-Sur, México, 2014)
Las Yeguas y las Rosas (Quito, Ecuador, El Ángel Editor, 2016)
La Hora del Relámpago, (Editorial 3600, La Paz, Bolivia, 2016)
Endentro de Mí (Edic del Dock, Colección Pez Náufrago Buenos Aires, 2016)
Una rosa en las garras de un jaguar (Apócrifa ediciones, Villa María, 2016)
Poemas en la lengua de un sonámbulo (ediciones Biblioteca Córdoba, 2016)
El caleidoscopio del sufriente (Quito, Ecuador. El Ángel editor, 2018)
Espejos equivocados (Editorial Municipalidad de Córdoba. 2018)
La Canción del Cosmonauta Ebrio (ed Summa, Lima, Perú, 2018)
ORACIÓN POR MI CUERPO y sus ladridos (Dip Soria, España 2019)
Caballito de escarcha (Secretaría de Cultura de Salta, Fondo editorial 2019).

Integró algunas Antologías Poéticas.
La Generación del 80, Córdoba, Eugenia Cabral, apoyo del Fondo Nacional de las Artes
La Nueva Poesía Social, Catamarca,1987
Breve Historia de la Literatura del NOE, Salta, año 1996 
Antología de Poesía Diario Página 12, año 199
Entresilences, neuf poetes argentins, Centre Regional des Lettres de Basse-Normandie, Edición Linventaire, París, Francia 2004. 
Poesía y Paisajes de Salta, Secretaría de Cultura, Secretaría de Turismo, año 2004.- 
La Tierra del Conjuro, Córdoba Agencia de Cultura, Año 2005.-
Los Poetas que Cantan VII, Cosquín, Córdoba, año 2011



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