"Hubo que recorrer seis bares del centro de la Ciudad de Buenos Aires para recién ahí localizar un televisor que pasara el partido. ¿Casualidad? Córdoba y Maipú, la esquina. Y Ramiro, que desde hace más de cinco años trabaja de mozo, soltó de entrada: "La gente que está en la mesa de al lado de la tele nos pidió por favor que pongamos el partido de las pibas. Nunca me pasó. Pero bueno, parece ser todo resultado de toda esta movida feminista". El resto de las mesas, alrededor de 15 en la planta baja, casi todas ocupadas y en lo suyo: almuerzos, charlas laborales, rutina. Algunos pocos se animaban a estirar el cuello cuando el relato alertaba sobre un supuesto peligro de gol de Japón, rival de Argentina en el primer partido celeste y blanco en un Mundial después de 12 años.
Tres pibas y un pibe susurraban comentarios acerca de lo que pasaba en el juego. Una llevaba su pañuelo verde en la mochila, deshilachado pero con impronta de calle. "Se ubicaron, me pidieron que saque el noticiero y que, por favor, suba el volumen", aportó Ramiro, futbolero, de San Lorenzo, sorprendido por la cantidad de público en el Parque de los Príncipes. "Está lleno. Parece un clásico de los de acá", enfatizó con la sorpresa encima. El pibe y las pibas sufrieron porque sabían que Japón era el candidato pero confiaron en el orden táctico de las chicas argentinas. "Marcan, eh, dejan todo, porque, según dicen los de la transmisión, las japonesas son favoritas", se les escuchó decir. Ramiro fue y vino, volvió con la bandeja llena y se colgó a mirar: "A la 10, a ella. Hay que dársela así no nos llegan".
“Supimos reflejar la lucha de las mujeres argentinas”. Esas fueron las primeras palabras de Estefanía Banini luego del valioso punto que consiguió el conjunto nacional. Estefanía, la preferida de Ramiro, que lució la 10 que históricamente se asocia con Diego y con Messi, se calzó el overol e hizo lo que había que hacer: tenerla y administrarla para darle aire a un equipo que trabajó el partido desde el orden táctico y la garra. El empate se transformó en el primer punto obtenido por una selección femenina argentina de fútbol en una Copa del Mundo.
En el bar de Córdoba y Maipú, en muchos otros bares del centro porteño y en muchos otros bares de otros barrios del país, hubo gente que no se enteró ni de lo que declaró Banini ni del punto con gusto a hazaña de la Selección. Será que habrá que advertirles que, aunque tantos televisores todavía lo ignoren, el fútbol es fútbol siempre y un mundial es un mundial siempre. Lo demás -y hay que decirlo sin titubeos- se llama violencia machista" (Coordinadora DDHH del Fútbol Argentino)