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Novela : La Virgen cabeza de Gabriela Cabezón Cámara. Por Omar Ramos

25.07.2019 13:55 |  Noticias DiaxDia  | 

La ruptura literaria está dada por el contenido temático, la estructura narrativa y sobre todo por el lenguaje. Es ahí donde la novela La Virgen Cabeza, de Gabriela Cabezón Cámara, hace pie, flota y nada con una oralidad desenfadada, delirante y veloz, con una efervescencia que construye un mundo marginal, sórdido y transgresor. 

El trayecto de esta historia de trans, vedette, cumbia, prostitución, droga y policías que obligan a los pibes a delinquir para ellos y a las pibas a prostituirse, pasa de una villa miseria del conurbano bonaerense, como se las llamaba en los setenta, ahora barrios de emergencia, a Miami. 
 
La protagonista Cleopatra es una travesti que cree en los dictados de la Virgen Cabeza, la patroncinta morena, la virgen de los cabecitas negras, y está en pareja con Quity, una periodista vocinglera, que quiere escribir un libro sobre ese submundo donde se puede elevar la cumbia a una estructura de ópera.    
 
En la villa El Poso, dice Quity, “nadie se muere de viejo sino de enfermedades curables o tiros innecesarios”. En esta frase y en el desarrollo de la trama donde abundan las descripciones del caos villero,  los pasillos llenos de mierda, las casas de chapa y la miseria, definen a esta novela como testimonial, donde la lucha de clases está presente en una rebelión popular, donde si Evita viviera ellos serían peronistas, llevan la imagen del  Che y Maradona en los brazos, le rezan a la Virgen y a los santos cristianos pero también a los paganos como el Gauchito Gil, la difunta Correa y algunos a San la Muerte. 
 
La Virgen Cabeza no sólo aborda el testimonio social sino que también toca temas filosóficos, un tanto complejos en el primer capítulo cuando Quity se pregunta “si la unicidad es evidencia de la resurrección” “O cuando se abre la conciencia a la muerte o la muerte a la conciencia algo se abisma en el centro del ser, se fisura de nada y la nada lacera más que la tortura”.  
 
La autora es más clara en cuestiones teológicas cuando afirma “que Dios es un invento antiguo hecho a imagen y semejanza de un tirano” y cuando Cleopatra  dice que todo fue un delirio suyo, por lo que “no había Vírgen ni Dios ni un carajo, sólo el cuerpo de los muertos haciéndose gusanos”. 
 
La voz de Cabezón Cámara denota una singularidad que sabe citar en forma coloquial pasajes del evangelio cristiano, los mitos griegos, personajes históricos como Juana de Arco y una delirante historia de Alfonso el Sabio, posiblemente apócrifa. 
 
En definitiva, esta novela si bien fue publicada por primera vez en el 2009 y reeditada ahora en el 2019, sigue teniendo rigurosa actualidad como testimonio de las aberraciones de una clase dominante, que al amparo de sus privilegios y la represión, no admite la igualdad ni la diversidad, marcada en La Virgen Cabeza por el transgénero, la explotación y la condición de marginales de gran parte de los argentinos.       
 
 
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