Cuenta nuestra rica historia argentina, que cuando la Mazorca-para entender mejor diríamos que la Mazorca era la fuerza de choque del Brigadier General don Juan Manuel de Rosas allá por el 1800. La Mazorca fue un grupo que tomó poder durante el segundo gobierno de Don Juan Manuel. Sintetizando cuando venía la mazorca hasta los caballos temblaban. Solo para citar un caso, el escritor Esteban Echeverria, el cual estaba ofendido con Rosas porque éste no le permitía bajar los perfumes venidos de Francia, al puerto de Buenos Aires. Don Esteban prefería estar en su estancia de Luján con la incertidumbre de no ser invadido por algún malón de indios, antes que cruzarse con la Mazorca.
Ustedes dirán a estas alturas este tipo nos va hablar de esto?, claro que no, dejemos en paz a Don Juan Manuel y a sus muchachones. Hoy tenemos una nueva “moda” acá en CABA, si así es ,se trata de un malón que muchas veces viene desde distintas calles o avenidas y se unen de repente a dar un espectáculo único, increíble y lo peor, por lo menos para quien escribe estas líneas, un espectáculo por demás “ruidoso”.
Todo comienza de a poco, una o dos bocinas prendidas y detrás de estas a unas cuadras la ambulancia, esta sí, con su bocina la cual rompe el umbral del dolor con sus fuertes decibeles tanto graves como agudos. La policía de tránsito también prende su sirena, lógicamente prohibidas, empezamos a sumar los automóviles que se van amontonando pudiendo superar más de 20 vehículos y demás está decirles que son a veces de 20 a 22 bocinas al unísono, hasta parecería la llegada del Rey Momo o algo así. Todos a full y el panorama crece mucho más si agregamos las motos, con sus potentísimas bocinas y el ruido de los colectivos, con sus frenos de aire, los escapes de las motos en su mayoría libres.
A todo esto tenemos que pensar también en los trapitos limpiando casi siempre a la fuerza algún parabrisas de algún conductor/ra distraído por los bocinazos. Tambien tenemos que agregar al conductor que no va a pasar bajo ninguna índole el semáforo en rojo, a lo cual los bocinazos se incrementan, y los gritos luego de bajar las ventanillas y con medio cuerpo fuera del vehículo ensayan toda clase de puteadas, así y todo el samaritano espera la luz verde, mientras que todo se se transforma en un caos, el cual escucho a cuadras y desde un 5 º piso de mi edificio en la bendita Reina del Plata, sin Mazorca pero con muchísimo ruido.