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ISMAEL MOYA - CANTATA AL HÉROE DE LAS MALVINAS

(Dolores, Buenos Aires 1900 – Buenos Aires 1981)

09.03.2024 09:38 |  Noticias DiaxDia  | 

CANTATA AL HÉROE DE LAS MALVINAS

El 3 de enero de 1833, el capitán de la fragata inglesa “Clío”, John James Onslow, tomó posesión de las Malvinas en nombre de su soberano, y después de arriar la bandera argentina enarboló la de su país. Tal acto de violenta usurpación, realizado sin que mediara conflicto alguno, exaltó el ánimo de nuestros gauchos ocupados allí por Luis Vernet en el desarrollo agropecuario. Y el 26 de agosto de ese año, Antonio Rivero, al frente de siete compañeros, proclamó la libertad de las islas, arrancó del mástil el pabellón inglés e izó el azul y blanco de la argentinidad, tras dura lucha. No obstante su enorme desventaja frente al invasor fuertemente armado y numeroso, Rivero sostuvo la rebelión hasta abril de 1834, fecha en que fue herido. Enfermo y casi abandonado cayó en poder del enemigo que lo mandó a Londres donde estuvo en prisión varios años hasta que el Almirantazgo ordenó su reintegro a la patria, con lo que se estableció que Rivero al luchar contra la dominación inglesa en Malvinas, obró como un abnegado defensor de la soberanía argentina, cumpliendo con su deber.


 
CORO

Año de mil ochocientos 
treinta y tres, en las Malvinas. 
Día veintiséis de agosto 
mecido por las ventiscas.
Al tope del mastelero
frías ráfagas agitan 
una bandera extranjera
en lugar de la argentina.
El gancho Antonio Rivero 
con santo furor la mira.
El corazón, como un puño, 
recio el pecho le castiga. 
Limpio orgullo de patriota 
le está mordiendo las fibras, 
y la voz de la conciencia 
fieros reclamos le grita:

ACTOR

¿No tiene la Patria hijos 
en estas lejanas islas,
que, con la razón y el arma, 
guarden su soberanía?
¿Dónde están esos lanceros, 
los de las cargas fulmíneas, 
que a la libertad de América
rumbo de glorias abrían?

CORO

Contesta Antonio Rivero 
estos reclamos con ira:

RIVERO

¿Viviremos como extraños 
y en servidumbre que humilla
aquí, en esta tierra nuestra,
sin gestos de rebeldía?
Aquel tres de enero fue 
de luto y vergüenza día.
¡Entregarse cuando todos 
los criollos luchar querían!
¿Por qué Pinedo abrió cancha 
a la fragata enemiga?
¿Por qué no confió en los gauchos 
si éstos su sangre ofrecían 
para salvar de la Patria
la dignidad ofendida?
Ah, la vieja Sarandí 
gloriosamente curtida
en los Pozos y el Juncal,
¿por qué se alejó rendida?
Pronto su jefe olvidó 
de Brown la viril consigna:
¡Antes de rendirse, hundirse, 
clavada al tope la insignia!

CORO

Muerde Rivero sus labios.
Su férrea mano se crispa
sobre el mango del facón 
como en violenta caricia.
Y en el clarín de los vientos 
su grito guerrero envía:

RIVERO

¡Hermanos, llegó la hora!
Nos jugaremos la vida 
porque las Malvinas dejen 
de ser dolientes cautivas.

ACTOR

¡A tu mandado estaremos!
–Luciano Flores, afirma–.
Ya Salazar se adelanta 
pidiendo un puesto en las filas.
Los demás, dando alaridos, 
se acercan como en tropilla.
Mientras corre, revolea
Latorre sus “tres Marías” 
y González y Brasido 
blanden sus lanzas bruñidas,
en tanto Luna y Godoy
los caroneros alistan.

RIVERO

¡Oh, Patria, ahora te admiro 
de nuevo reflorecida 
en estos gauchos bien machos,
como Güemes los quería
y San Martín, si los viese,
en sus bravos pensaría.
¡Oh, de nuevo el sol de Mayo 
amanece en las Malvinas!

CORO

Marchan a la Comandancia.
En tomarla tienen prisa.
Simón se les antepone, 
los insulta y los conmina, 
y muere como Brisbane
que hacerles fuego quería.
Corren después hasta el mástil, 
y Rivero, que los guía, 
manda con tono resuelto:

RIVERO

La suerte está decidida, 
¡Arriemos esa bandera, 
que es de invasores divisa!

CORO

Y con un brioso tirón, 
él mismo aflojó la driza, 
y la bandera cayó
como una gran flor marchita.
Urgido fue hasta su rancho, 
y al volver, feliz, traía, 
nuestro pendón que él guardaba
como inviolable reliquia. 
Los gauchos se descubrieron, 
y, con reverencia mística,
Rivero la enarboló,
¡y se hizo más claro el día!
Proclamó luego a sus hombres, 
que conmovidos oían:

RIVERO

¡En el nombre de la Patria 
declaro que las Malvinas
libres son, y nuestra sangre,
a ella será ofrecida!

ACTOR

Tal dijo Antonio Rivero.
Arde el coraje en las fibras.
Relampaguean los ojos, 
y a coro, con voz salida 
del corazón, esos gauchos 
dan a la Patria tres vivas,
que en las olas de este mar 
patagón, se multiplican.
Y empezó la heróica pugna: 
facón contra carabinas,
lucha en poblado, en islotes, 
en pantanos y en colinas.
Ocho son frente a la tropa, 
que Smith junta y acaudilla.
Marinos de otras naciones 
que a Soledad se aproximan, 
esta guerra desigual
para la historia atestiguan.
La pequeña montonera 
se vuelve astuta guerrillera; 
Aquí ataca, allí se oculta, 
para caer imprevista
sobre la hueste adversaria 
que jura y se arremolina.
Desembarcan más soldados 
de las fragatas altivas,
y al tronar de los cañones, 
su emblema de nuevo izan. 
Rivero mira la escena 
desde lejos, y suspira:

RIVERO

¡Buenos Aires, Buenos Aires!
No olvides que en estos climas, 
un entrañable jirón 
de nuestra patria peligra.
El invasor es muy fuerte; 
sus naves el mar dominan,
y ya la muerte nos ronda
como un ave rapiña.
Buenos Aires, Buenos Aires, 
ciudad de la Reconquista,
¡ayúdanos! ¡Otra vez 
nos quitarán las Malvinas!

CORO

Esto dijo, y por su rostro 
llanto de rabia corría.

ACTOR

La desigualdad aumenta. 
La persecución culmina.
El invasor despechado 
sus furores encarniza.
Ya los ánimos se apagan 
y Rivero los atiza:

RIVERO

Amargos… ¡Ya se aplastaron!
¡Arriba, criollos, arriba!

ACTOR

Luna se entrega; Brasido 
por huir pierde la vida. 
Otros cuatro, acorralados, 
caen prisioneros un día.
¿Cómo resistir a treinta 
que van con fusilería?
Rivero, ya solo, exclama:

RIVERO

La ley del gaucho me obliga 
a luchar hasta el fin 
venga la muerte y me rinda.
 
CORO

Sin comer, cansado, enfermo, 
sangrando de las heridas,
se guarece entre unas rocas, 
emponchado de neblinas.
Como a una fiera encelada, 
que da miedo todavía, 
lo rodean diez infantes, 
todos con el arma lista.
Rivero, facón en mano, 
rabioso los desafía, 
pero la fiebre lo agota
y el pelotón lo derriba, 
ya sin fuerzas ni esperanzas, 
y pies y manos le engrilla. 
El, en su delirio, invoca:

RIVERO

¡Patria mía, Patria mía, 
hazme digno de tu amor 
pues te dí cuanto tenía! …

CORO

Catorce de abril. Memore 
la historia este negro día 
del año mil ochocientos
treinta y cuatro en las Malvinas.
Luego a la Sherness lo llevan 
que es del Támesis vigía,
y en frígida prisión 
sufre pero no claudica.
Largo tiempo lo asediaron 
el dolor y la ignominia.
Pero él, sus fieras penurias 
por blasones las tenía, 
que padecer por la Patria
a todo hombre dignifica.
Un día el Almirantazgo 
dio el fallo de su justicia: 
–No hay causa para el castigo.
El su tierra defendía.
A su país devolvedlo.
Queda así la ley cumplida.
Y su duro cautiverio, 
en Montevideo fina. 
La Talbot lo dejó allá 
por encono a la Argentina.
El gaucho atraviesa el Plata, 
y a Entre Ríos se encamina.
Y mientras galopa, deja 
que desborde su alegría.

RIVERO

¡Ay, tierra de mis mayores!
¡Ay, tierra hermosa y bravía!
¡Te miro, te beso y canto, 
tierra mía, madre mía!
Pensé que nunca tus finos 
aguaribayes vería, 
ni que tordos y zorzales, 
en tus alboradas tibias, 
engarzarían en mi alma 
su rocío de armonías.

CORO

Con acento enternecido 
su cántico repetía,
galopando a su terruño
que el Paraná humedecía.

RIVERO

¡Ay, tierra de mis mayores!
¡Ay, tierra hermosa y bravía!
¡Te miro, te beso y canto, 
tierra mía, madre mía!

CORO

Algunos años pasaron, 
y volvieron las desdichas.

ACTOR

Era el veinte de noviembre 
del cuarenta y cinco. Abrían
en la Vuelta de Obligado, 
al pie de acacias floridas, 
la tumba de los valientes 
caídos en la porfía.
Mientras a un tosco ataúd 
cubriendo de tierra iba, 
así, con la voz quebrada,
un veterano decía:
–Aquí está Antonio Rivero, 
capitán de gran valía; 
que lo bendiga la Patria, 
pues mucho lo merecía.
Yo, que conozco la historia, 
digo con verdad cumplida:
El que murió en Obligado, 
otros laureles lucía:
¡Aquí está Antonio Rivero, 
el héroe de las Malvinas



POESÍA ARGENTINA Y MALVINAS. UNA ANTOLOGÍA (1833-2022). Investigación, selección, prefacio y posfacio de Enrique Foffani y Victoria Torres (Coordinadores)
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