Vie 18.Oct.2024 5:31 hs.

Buenos Aires
T: 16.7°C  H: 65%

 | 

Ernesto Goldar. En voz desmayada y baja. El silencio y el misterio. Por Cristina Pizarro

Buenos Aires: Vinciguerra, 2009

16.10.2024 00:01 |  Noticias DiaxDia  | 

Estamos ante un título que nos sitúa en el recogimiento, en un estado recoleto con nuestra alma. En voz desmayada y baja. Esa voz personificada nos conduce al silencio. Ese silencio del lenguaje, a veces, se convierte en desarraigo de la palabra, un abandono.
No obstante, esa visión del lenguaje como habitado por la derrota, por la frustración, que también se opaca en su significación, puede ser, el lenguaje como potencia, como figuración del deseo, como memoria velada, secreta. Se esconden los conflictos que podrían erigirse en una redención, como un augurio.
Será, entonces, el lenguaje poético el que atravesará el destino mediante las figuraciones, evocaciones, pliegues de la ensoñación. Ese lenguaje poético revela el espectro de las zonas inaccesibles de la conciencia y las vías postergadas y quebrantadas por lo azaroso de la vida.
En el acto poético hay una evidencia del momento original de la escritura gestada en el hondo vivir y transitar por las situaciones en contacto con los otros.
La conciencia de sí, la conciencia del poeta, que emerge de la palabra, se erige en las identidades en mediación con el mundo que habitamos. La palabra poética revela el gran misterio.
Asistimos a la resonancia de la palabra, su elocuencia, su propia fuerza de iluminación como la consecuencia del vacío de la propia voz, que está ligada a las resonancias de lo otro. El silencio tiende a la búsqueda de la iluminación en lo recóndito de ese mundo interior anidado en la voz del poeta. La palabra poética alcanza otros horizontes en la invención de un tiempo propio, de una intimidad de la historia tejida con las sombras de la presencia corpórea de los otros. La palabra poética es iluminación y también se acerca a la búsqueda de la verdad, elucida en el reconocimiento de la memoria y de la historia. Hay un intento de verdad poética aún conjugada con la fantasía. El tono intimista nos
remite a una violencia estética, con la ruptura del orden sintáctico, el coloquialismo que alcanza lo confesional.
El verso se constituye en un orden propio, regulado por un movimiento inherente al mundo transitado por el goce y el dolor. Cada poema suscita múltiples resonancias cuyas reminiscencias se ligan a la nostalgia. Observamos un despliegue de sonoridades y ritmos que nos estremecen con interrogaciones
que penetran en nuestra interioridad mental y física. La nostalgia exalta lo sensorial en un recorrido espacial por nuestra ciudad de Buenos Aires.
Poeta y lector se unen en el acto poético, entre los vaivenes del dolor corporal, anímico y del placer especulativo y de los sentidos. El poeta ejerce un desdoblamiento entre sus ensueños y la palabra verdadera surgida del intelecto.
La voz desmayada y baja seduce, conmueve, altera nuestras percepciones, exalta nuestra duda ante la existencia, la soledad, nuestro ser en el mundo. Los poemas tienen una densidad magnética que despliegan resonancias infinitas, desde la fuerza originaria de la palabra hasta la creación propia de ese instante poético con sus ritmos, cadencias, alusiones, reiteraciones. Este alumbrar poético irrumpe como una auténtica experiencia poética.
Una estructura a manera de retablo políptico en cinco instancias: Poeta natural, Bien Polenta, Pastoral, Erdosain recobrado, Manera de valer.El poeta natural tiene una promesa al aludir a la palabra diciente en ese tiempo heideggeriano que anhela al otro. (9) El poeta natural se funde con la mano en
el acto escritural. (34) La indeterminación de ciertas situaciones otorga no sólo la imprecisión de la incertidumbre sino también el enigma en un final insólito: “y por encima tiembla una temperatura” (10).
Tal vez los comienzos y finales insólitos de los poemas puedan relacionarse con el misterio de la vida: nacer y morir. La sintaxis, la adjetivación, se ligan al nivel fónico para ensalzar al objeto libro. A modo de
oxímoron en la “semilla muerta”, (12) están el deseo y la adversidad. Con un matiz lingüístico de la palabra “aguante” que lo ubica en otra variedad, adquiere relevancia el Verbo, la fe y la esperanza.
Predomina a lo largo del libro el tono meditativo, intimista, coloquial y ciertos encuadres con interrogantes metafísicos y matices de oralidad, asociados a la nostalgia, a veces la desazón, lamento, recuerdos de los ‘tiempos borrados’.
Hay un anclaje en el pasado en los sentimientos como ese beatus ille, sin embargo, el poeta mira al porvenir. (“Nadie sabe lo que está por venir”, 24; “La insignia”, 53)
El poeta ve al otro, siente su proximidad, “un amigo que de repente muestra el otro rostro” (51). Hay un juego intertextual especialmente con esta Buenos Aires, el tango y el personaje Erdosain de Roberto Arlt.
En la última parte del libro la oralidad adquiere relieves a través del hipérbaton “ni otra cosa hacer” (101); esa violación sintáctica se constituye en elemento primordial para imprimirle al habla un aspecto más social.
El tiempo, el otro y la importancia de la reflexión, lo sistemático, lo intelectual, en Raro invento (103) se unen a su Ars poética en “Litigio” (99). La declaración confesional de Goldar se perfila en “Se eleva un instante” (110).
El último verso del poema Manera de valer, “el precio de la poesía es la vida” (129) erige al poeta como un ser comprometido con la historia que le toca vivir.
(Buenos Aires, 27 de agosto de 2009)



POEMAS DE ERNESTO GOLDAR ( con publicación póstuma)

AUNQUE SUPIESE QUE NO HABÍA DE VOLVER

Los poemas de Ernesto Goldar nos sitúan en un clima de intimidad como si estuviéramos dialogando con nosotros mismos acerca de nuestro mundo interior.Se vislumbra que el poeta podría definir la creación poética como un acto de libertad y es ese tono el que le imprime a las palabras elegidas con
precisión y dando al lector la oportunidad de seguir pensando sobre sus resonancias poéticas. (“En primer lugar”)
Hay una indagación filosófica. La vida en presente como un desafío al devenir en el aprendizaje de la madurez. (“Una excursión vertiginosa”).
La figura de la mujer mantiene un primer plano. Tal vez podría ser el interlocutor imaginario del poeta. Se destaca lo ilusorio y lo efímero de algunos vínculos. (“Vimos de nuevo”).Es importante destacar el tono confesional y confidencial. (“Una fe en la eficacia”)
En varias ocasiones utiliza el impersonal para otorgarle generalidad a sus ideas. Se muestra una alabanza a nuestras acciones humanas ligadas a los sentidos y el cuerpo. (“Maduras en la oscuridad”).Es frecuente hacer una lectura de algunos textos como metáfora de la vida como viaje. (“Tan sólo averiguar”) Sentimos también angustia y desazón ante lo imposible y la incertidumbre. (“Ni siquiera nos molestamos”) Hay estampas de escenas contemplativas con descripciones de retratos desde el punto de vista del que se deleita, el que sabe apreciar lo bello. (“Para quedarse solo”). Podemos señalar el tono reflexivo de introspección a través de la interrogación sobre nuestro destino mortal. (“En todo caso”)
En los poemas se atraviesan, como constantes, el dolor, el sufrimiento.
Así como también la luz y la sombra, el estado de salud y de enfermedad. (“Al tratar de contenerse”). Se reiteran los sentidos en un clima fantasmagórico. Es lo siniestro que yace en nuestro ser. (“No ha sido tan fácil”)
Goldar realiza un elogio de la palabra como esencia de nuestra condición humana. (“Ése es el problema”). La búsqueda de la verdad y su hallazgo se convierten en una encrucijada. Lo difuso del ayer y la opacidad del desencuentro humano son su materia poética. (“Afronta la verdad”)
Rigen temas ligados a la angustia existencial. La opresión y el encierro como emblemas de la incomunicación. (“Temblaban incorpóreos”).La poética goldariana se inscribe en un tiempo actual. El estilo depurado, libre de prejuicios y clichés nos marcan una concepción estética fundada en el principio
de la palabra como esencia del ser, muy próximo a Sartre, por un lado, en tanto se patentiza la idea de libertad y compromiso del hombre en su hacer y su proyección a través de su obra y a Heidegger, en tanto, se desprende la idea del ser cuyo destino es la muerte.
Asimismo, se instala la cosmovisión de un hombre que habita en soledad las calles de un territorio afectivo y comparte en ensueños sus deseos y sentimientos con el otro ser a quien ama.
(Buenos Aires, 14 de abril de 2010)
síganos en Facebook