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Histéresis. Alan Talevi. Ed HD. El tiempo es como piedras sueltas que dejan pasar el río. Por Pablo Queralt

26.03.2025 12:19 |  Noticias DiaxDia  | 

Cuando un estado posterior depende de un estado anterior, quizá una acción- reacción, como una media zurcida debe haber sido rota previamente, o como la conciencia que no quiere entrar en razón, como una religión panza- madre- criatura que nos deje en paz y enteros. Como un mapa que se despliega donde todo se abre, sucede y nos congrega. Este libro acelera y desacelera sus versos y claridades evitando circuitos repetitivos porque si no cambiamos de lugar, si seguimos repitiendo las mismas cosas los resultados seguirán siendo lo mismo. Versos fragmentados y potentes imágenes que ponen el marco a la escena. Esperar a un padre fumador con su manojo de pulmones en el elemento mágico del momento: los brócolis y “los tomates olían a verano”. El ser hijo- el ser padre completan ese universo de la cocina, porque al fin uno da para que el otro sea y se vea en ese, -un est in esse- dando la existencia real como diría Tomás el Aquilense. Un poemario que es una sucesión de actos o “esses”, donde el significado de las cosas aparecen. Puntos de luz en un cielo regado donde no hay parcelas, una terraza donde las promesas que se fallan hablan con la luna, en un tono de secreto que avanza y continua página a página en su propio territorio la danza general, cantan, susurran las hojas, por el mundo, se mira y se traduce a media voz, en el encuentro de los sentidos para ser uno mismo. Es un camino hacia un encuentro, con quién, con qué? Un ir hacia el horizonte, un futuro por conocer, vivir, escribir, cantar, llorar que es una forma más de hablar. Esta charla con los árboles, la almohada ese es el material: causa- efecto, prueba-error, mantener las fuerzas que aún están verdaderamente vivas, según el ángulo de luz que se las vea, en la estela de luces, lo estable y lo verdadero es la geometría, la eternidad no es de este recorrido, traza de tiempo y distancias. Los poemas sin puntuación final de verso se encadenan hacen su viaje en un periplo de enlaces, prolongaciones como ramificaciones de un mismo árbol.
El hilo conductor es la búsqueda de un saber, un porqué, una mujer que hace café, pausada “su tiempo es como piedras sueltas que dejan pasar el río” y se puede hacer caracol bajo la manta. Desde la boca del túnel se puede ver a los corazones de pluma conversando con la noche y con el viento que “no hay mejor forma de decir que hacen ciertos aires fríos casi quietos”, es ese silencio que busca el vacío, el desfasaje donde un Dios aprende a ser. Las repeticiones que quedan en el aire suspendidas son material para el poeta, el polvillo que levanta como versos, palabras para su poema, nos señala su casa, lugar donde mora, vuelve al resguardo para desear volver a salir con la llamada que renace cada día. Momentos, experiencias mínimas, detalles de lo vivido que se transforman en riquezas y goces, acciones que extraen sentido pleno a las sensaciones.
Metabolismo pasado-presente donde coexiste la eternidad en el instante capturado. La plaza, los bancos, la cocina como escenarios de cada acto del libro como pequeñas olas de un mar de letras, imágenes, descubrimientos, conocer el pegamento: levantar puentes no paredes. Una lista de canciones para el futuro que se hila, se baila sin vergüenza porque es la poesía la que la vence, donde uno es por primera vez.
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