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Poemas de David Antonio Sorbille (Buenos Aires)

05.06.2025 11:34 |  Noticias DiaxDia  | 

A los niños autistas

Un delgado rumor de voces
agudiza su eco en la mañana.

Sus ojos tienen el bello
color de la ternura.

Las palabras no son necesarias
cuando el ángel sonríe.

Una niña poeta amanece

                           A Delfina Goldaracena

Llueven palabras como semillas
atravesadas por el silencio
como la vida sobre la luz negra.

El mundo es un arrebato
como el temblor impiadoso
de una canción moribunda.

Una niña poeta amanece
sobre las flores y las nubes
y las ventanas cerradas de la luna.

El viejo escritorio

                            A Daniel Grad
Parece que las cosas no son como deberían ser
pero recuerdo que en los cajones
del viejo escritorio que me regaló mi padre
guardaba más de una ilusión
en los tiempos en que habitaba
un cuarto pequeño en la terraza
con sus paredes pintadas de gris
como la sombra que me acompañó
desde la lejana adolescencia
que a ratos aparece en el espejo de la vida
esa historia en donde todo parece que sucede
como los sueños que acumulaba
en el viejo escritorio de madera oscura
de hace tantos años.

                          A Flora Levi


El fantasma de lo indecible
se apodera de la memoria;
las sombras impulsan rituales
en la jungla del mundo;
el vértigo de las palabras
no alcanzan para describir
la súplica atrapada
en un colmenar de presagios…

El grito de Munch:
la angustia entre cristales,
el desasosiego de la flor,
pulsión de muerte;
la ceguera
el absurdo
lo indescifrable.

Gelman

En el impiadoso estío
de este mundo desangelado
primero partió mi padre
con sus penas al hombro
su amor sin consuelo
en páginas de fulgor y sombra
después el poeta del exilio
memoria emblemática de los desaparecidos
elegías que conmueven el silencio
ternura intransigente / tristeza de barricada
suspiro cósmico de hombres y pajaritos
interpelación de los dogmas
oficio de cantar las cosas por su nombre
lirismo degollado por la revolución inconclusa
cólera en versos de puro dolor
ante el desamparo de un país
en un mapa de opuestas dualidades
cuerpo que nunca dejó de escribir
luz en la derrota / nudo en la garganta
y el sueño que nunca muere
como el lamento de un fueye
en el barrio de tu corazón.

Su nombre era todos los nombres

                               A Miguel Briante

Su nombre era todos los nombres
la fecha incierta en la noche oscura
el espacio y la palabra suelta
de un hombre marcado y su rescate
el filo de un cuchillo entre follajes
blandiendo sombras de impotencia.

Era el que escribe a tientas
sumergido en la selva y el estío
su apodo atravesó la historia
el carnaval de tragedia
y el designio de un ritual
donde el camino se pierde.

El trópico cargado de misterio
las esquirlas de una novela eterna
el delirio de una celebración desnuda
la bruma y el yunque de la vida
el recuerdo de soledades indescifrables
y su memoria que se cubre de soles.

Llenar el vacío

                                     A Edda Sartori


La descalza del primer verso
yace en los hombros de Rimbaud
desmembrado cuerpo de lágrimas
semillas de amor ante el abismo
nubes que anuncian penurias
temblores inauditos
diseminados en la memoria
rumor insaciable
presagio de himnos leves
alas sonoras
en la tierra oscura
travesía del tacto en el breve estallido
que se ofrece dentro de un abrazo
vibración de la última sustancia
tiniebla que resplandece
bajo el pliegue de un silencio
tono verbal donde la ausencia sabe
de una voz colmada de violetas.

Entre la noche y el sonido de las cosas

                  A “La verdad se mueve”
                 de Javier Adúriz (2008)


Entre la noche y el sonido de las cosas
las palabras se reúnen
bajo el techo de una bruma imaginaria
que nos arroja un anzuelo para discutir
el absurdo de los egos indolentes
el mar de la esperanza
el pulso de las horas
los pedazos de la patria
los últimos jazmines de la casa ausente
la balada del amor detrás de los árboles
el abismo de la materia
el pan de la mañana
la sorpresa
de un grito más tierno
para llenar el vacío
esa forma de heredar los simples gestos
agradecer al tiempo una amistad que crece
y un poeta que encarna a todos los poetas
porque de alguna manera somos
una verdad que se mueve.

A mis Hijos
Alguna vez
les diré a mis hijos
que en esta época
donde ya no hay héroes
yo conviví con dos de los más grandes
recuerdo que fue un domingo
un lejano mediodía de Enero
que presencié el saludo franco
y afectuoso de ambos
ellos eran la vida
yo apenas un aprendiz
ellos eran el trabajo y la honestidad
yo apenas soñaba
ellos eran humildes gigantes
yo apenas un pequeño admirador
sólo pocas palabras cruzaron
luego el silencio los envolvió
uno estaba vencido y eterno
el otro estaba de pie y conmovido
uno estaba por partir
el otro permanecía firme y entero
uno había sido la lucha
el otro continuaba siendo el luchador
alguna vez
les diré a mis hijos
que aquello fue cierto

que mis lágrimas fueron ciertas
que uno de ellos
el gigante que continuó luchando
es mi viejo y el otro
el que finalmente descansaba
era también mi viejo.

La vida renace…

                   A SILVIA

“Recibe lo que hay en mí que eres tú”.
Alejandra Pizarnik


La vida renace en el momento de la pena
los recuerdos se desnudan impiadosos
la memoria denuncia el sacrilegio del olvido
las huellas se alimentan del silencio
la justicia clama otra vez en el desierto
las palabras se nutren de obligadas ausencias
la historia acecha entre promesas y traiciones
en el estéril simulacro de banderas perdidas
y sin embargo el asombro y tu perfume
el tiempo errante y las nubes de otoño
la poesía que llena tus manos de ilusiones
el mundo en tu rostro de maravilla luciente
la esperanza en el umbral de nuestro hallazgo
los caminos que se abren sin fantasmas
el alba encendida en tus ojos
nuestros hijos como semillas definitivas
y el amor sin pausas ni abismos
como albores de un sueño infinito.

DAVID ANTONIO SORBILLE. Escritor argentino (1950). Ha publicado numerosos libros entre los que se destacan: Tributo a Nuestro Continente -Premio Faja de Honor en Ensayo de la SADE 2015; El juicio final y otros relatos -Mención de Honor de la SADE 2019; La punta del ovillo -Antología Poética 1998- 2021, Mención de Honor de la SADE 2022; El Oficio del Tiempo -novela 2023- y Los Paraísos Perdidos (relatos, Enigma Editores, 2024), entre otros. Obtuvo el Premio Nacional Esteban Echeverría en Ensayo que otorga Gente de Letras en 2024. Se desempeñó como jurado, gestor cultural y prologuista de numerosas obras, e integra varios grupos literarios.
Correo del autor: davidsorbille@gmail.com

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