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Los días que vendrán de Carlos Battilana. Por Pablo Queralt

12.06.2025 11:10 |  Noticias DiaxDia  | 

De donde tomar el fuego? Tal vez de la luna vieja que se tragó el sol, en el pequeño territorio que va con uno donde están las cosas, las verdaderas, las necesarias, las que se ama. Y la lluvia como incertidumbre del mundo que siempre nos acompaña. Entre estas dos líneas podremos descifrar aquello que nos falta porque bien sabemos somos incompletos llamados a completarnos. Y vamos en el libro en busca de esa llama, porque el libro nos hace acompañantes del viaje que propone el poeta  Aprovechar el aire del espacio, llanura, desierto, ríos, la naturaleza presente, donde se contrasta a las piedras envejecidas acumuladas donde cesa la vida con los finísimos hilos que sostienen el aire que no se acumulan y pertenecen al amor. Se sigue en esa búsqueda sin saber lo que aún no se reconoce ni siquiera se sabe cómo pronunciar, un regresar después de un largo sueño a los pequeños deseos del mundo. Algo que encenderá una voz, una letra, una caligrafía con que se pueda escribir. Así como a la pesca o a la caza delicada, minuciosa sin apuro, descubriendo que las tempestades pueden volverse benignas. Hay detrás de todo un sentimiento de bondad, ver, encontrar, descubrir en todo una proliferación de los sentidos hacia la construcción del corazón del ser. Una refundación de mundo, en espacios translucidos, planteando una recomposición de territorios existenciales. Es la hiper-lucidez del niño devenida poesía, experiencia venciendo al desconcierto, y a los abismos de angustia. Y en ese abordaje de las cosas en el riego del pino, el pasto recién plantado, la enredadera creciente, ver como los hechos suceden, prosperan y en el silencio crecen invisibles, invencibles por el agua y también por omisión. El silencio arma fundamental del observador capaz de reconocer los tonos y sombras de la quietud, lo que yace y vive allí, como diría Wallace Steven revelando un secreto, y ese secreto le es revelado primero al que lo escribe. Es lo que sucede con la buena poesía, aquella que deja su impronta ya imposible de abandonar. Amanece por suerte otra vez después de días así con olas gigantes, donde recurrimos a los márgenes de salvación como los marinos en alta mar en el centro de la tormenta respiramos, no dejamos de respirar.
Atravesamos nuestras vidas, nos reinventamos, nos recreamos, salimos de nuestra propia inmersión, así son nuestras tormentas, y solo nosotros tenemos que vivirlas, es la fuerza del destino que nos vence o la vencemos. Recuperamos bloques de inmanencia, esas son nuestras pequeñas conquistas, de libertad y de alteridades mutantes que nos permiten encarnan nuestros roles dejando la novela y el delirio. Encontrarnos con alguna verdad en los acontecimientos incorporales vividos que restaure una realidad soportable, es el camino, que no sea última oportunidad sino la primera. Una larga exploración que cada tanto emite un largo suspiro en la profunda tierra, madre de los lenguajes que con solo desear tocar el cielo con los dedos surge en un amor por todo, al detalle, expansivo por los colores y lo silvestre, de quien dialoga con lo que mira y ve. Un registro de viaje por la interioridad y el mundo pictórico buscando una recomposición de lugar, haciendo su paradigma estético pintura-escritura descifrando lo bello, lo verdadero, el bien, aquello que perdura de por sí, la verdadera tierra natal. Los poemas y las pinturas que son de Noelia Buttice se acompañan mutuamente en belleza por todo el recorrido del libro.
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