El viceministro de Salud, Máximo Diosque, abrió las jornadas Todos contra la hepatitis B, donde la cartera presentó la estrategia de vacunación universal contra ese virus.
"Va más allá del mero hecho de tener vacunas disponibles, tiene que ver con una política sanitaria integrada", explicó.
En la apertura de las deliberaciones de la jornada que se realizó en la Biblioteca Nacional, el viceministro de Salud, Máximo Diosque, manifestó que “desde 2003 la prevención y la promoción de la salud están al frente de las estrategias sanitarias".
"Dentro de ese esquema, las vacunas juegan un rol fundamental y esto se ha traducido en acciones claras y verificables a lo largo de los años, como la incorporación de nuevas vacunas al calendario oficial, lo que representa una inversión presupuestaria específica. Pero esto va más allá del mero hecho de tener vacunas disponibles sino que también tiene que ver con una política integrada, que apunta a priorizar este enfoque”, dijo Diosque.
Por su parte, la responsable del Programa Nacional de Control de Enfermedades Inmunoprevenibles (ProNaCEI), Carla Vizzotti, consideró que “es absolutamente posible que no haya más trasplantes hepáticos por hepatitis B en Argentina”, para lo cual es necesario optimizar las coberturas de inmunización contra este virus.
Vizzotti recordó que “en Argentina tenemos la experiencia de la hepatitis A. En 2005 tuvimos un brote con ese virus como principal causa de falla hepática fulminante en niños, se incorporó la vacuna y se logró una disminución dramática del número de casos, al punto que desde marzo de 2007 no tenemos más trasplantes hepáticos en Argentina por esta causa”.
“En este momento es la hepatitis B la principal causa de falla hepática fulminante. Vacunando a las personas se puede interrumpir la transmisión, controlar y erradicar esta enfermedad. Los niños están vacunados y en los menores de 20 años ha disminuido la incidencia en forma notable", reflexionó la funcionaria.
Señaló que "entre los 20 y los 40 años se da la mayor cantidad de casos que pueden evolucionar a hepatitis B crónica, a cirrosis y hasta a cáncer de hígado. Entonces, teniendo una herramienta segura y eficaz para prevenirla, en Argentina no nos puede pasar que tengamos entre diez y doce trasplantes hepáticos al año por esta causa”.
Vizzotti planteó la necesidad de “que la gente sepa que la vacuna está disponible, que ejerza su derecho a la salud vacunándose en forma gratuita en todos los centros de salud pública y asuma su responsabilidad de protegerse, de proteger a los demás e interrumpir esta vía de transmisión. Esperamos que pronto podamos decir que no tenemos más trasplantes por hepatitis B en Argentina”.
“Son tres dosis con el siguiente esquema –detalló–: la primera, al mes la segunda y a los seis meses la tercera. Si pasa más tiempo no hay problema, hay que completar el esquema y no hace falta reiniciarlo. Si uno no se acuerda si recibió la vacuna, tampoco pasa nada si se la da nuevamente y se puede reiniciar el esquema”.
Como parte de la jornada, el Ministerio de Salud invitó a exponer a un paciente que debió ser trasplantado cuatro años atrás. Se trata de Ramón Dagnino, quien aseguró que "si existiera una vacuna contra el VIH creo que todo el mundo se la daría. La hepatitis B también se da, al menos mayoritariamente, por vía de transmisión sexual, cuesta vidas y te puede pasar tranquilamente. Entre un pinchazo y un trasplante, le recomiendo a la gente que elija el pinchazo”.
“La hepatitis B puede ser mortal y grupo de riesgo somos todos. Yo tuve mucha suerte porque en menos de un mes se consiguió el órgano para trasplantarme y hace cuatro años volví a nacer. La operación fue un éxito, me siento maravillosamente bien e incluso ahora tengo un orden de prioridades distinto al que tenía antes. Eso sí, con el costo de un trasplante no me puedo llegar a imaginar cuánta gente se podría vacunar”, aseguró.
Dagnino dijo que decidió concurrir al encuentro “como muestra de gratitud a la medicina y a toda la gente que me atendió. Decirles gracias a quienes me salvaron la vida es poco”.
Por su parte, el especialista Pedro Cahn, presidente de la Fundación Huésped, indicó que “hay enfermedades que tienen prensa, que ganan titulares en los medios con cierta sencillez. La hepatitis B no es una de ellas y sin embargo 600.000 personas mueren todos los años por esta causa en el mundo. Se considera que hay 240 millones de personas que viven con hepatitis B a nivel global, o sea que es una enfermedad que tiene un impacto muy grande”.
“Con la estrategia del Ministerio de Salud de la Nación no solamente se recupera el dinero invertido en las vacunas sino que se evita un gasto mayor. Ya no estoy hablando del aspecto humano, de lo que vale para cada persona estar sano, para su familia y sus seres queridos", reflexionó Cahn.
El especialista explicó que "desde el punto de vista estrictamente económico, es una de esas intervenciones que pueden ser consideradas de bien público porque el beneficio trasciende al individuo vacunado. Si yo estoy vacunado no puedo transmitir esta infección a otras personas”.
El presidente de la Sociedad Argentina de Infectología, Gustavo Lopardo, señaló a su vez que “la incorporación de esta vacuna en el calendario en 2000 tuvo un impacto importante porque todos los chicos de menos de 13 años fueron vacunados y están protegidos".
"Sin embargo, todos los que nacimos antes de 2000, si no fuimos vacunados estamos en riesgo. Esta iniciativa de universalizar la vacuna sin duda es muy importante. Sabemos que después de la disponibilidad de agua potable, las vacunas en su conjunto son la segunda medida que tiene impacto en prevención de enfermedades infecciosas y en salud pública”, dijo el titular de Infectología.