Es muy posible que 2014 presente una agenda económica de trámite algo traumático y engorroso. Especialmente si consideramos la necesidad de poner en caja las tarifas energéticas.
Ahora bien, ¿por qué hemos llegado a esta situación? En primer lugar, hay que considerar los pésimos resultados que arrojó la experiencia privatista, tanto en términos de ingresos líquidos como de reservas estratégicas de petróleo y gas. En este último aspecto, cabe destacar que, desde el brutal vaciamiento de las reservas existentes hasta el incumplimiento de las tareas exploratorias comprometidas, tuvieron lugar gracias a la complicidad de los gobiernos que se sucedieron desde 1992, cuando comenzó la venta de YPF.
Decimos esto no sólo en un sentido histórico -los Kirchner le brindaron todo el apoyo y cobertura política a Menem para llevar a cabo las transferencia a Repsol- sino, también, funcional, en cuanto ninguna decisión pudo llevarse a cabo en la empresa privatizada sin la aprobación del representante del Estado. Como se recordará, YPF fue entregada en distintas etapas, concluyendo el proceso en 1998, al quedarse el sector privado con casi el 75 por ciento de las acciones; sin embargo, en todo momento el Estado mantuvo la llamada acción de oro, que le daba a su representante en el Directorio la autoridad para impedir cualquier acción decidida por la mayoría.
En realidad, esta complicidad no sólo se explica a la luz de la previsible corruptela, sino que está directamente relacionada con la necesidad estructural del modelo económico argentino de contar con energía y transporte a un precio mucho menor del internacional, a fin de abastecer al mercado interno. Para ello, se apela al subsidio directo o a los acuerdos “especiales” con las empresas adjudicatarias. En este último ítem se inscriben, seguramente, los acuerdos firmados hace poco tiempo con Chevrón por la explotación parcial de la zona petrolera de Vaca Muerta.
¿Y por qué decimos que este sistema de precios diferencial, que hace especialmente barato el consumo energético en el mercado interno, es un rasgo estructural de la economía argentina? Porque en el transporte y la energía está parado todo el andamiaje de precios relativos. Y en los países donde la escala salarial constituye una “ventaja competitiva” para la radicación de empresas extranjeras (como en el nuestro), donde el precio del trabajo es relativamente menor a la media mundial, es de crucial importancia sostenerlo por todos los medios posibles.
Hoy, con las reservas al límite, nuestro país está obligado a importar. Lo cual no constituye un problema en sí (la mayoría de los principales países productores también lo hace). El problema radica en que el Estado está obligado -por las razones que hemos visto- a venderlo a un precio mucho menor del que lo compra y esto está deteriorando seriamente sus “espaldas” económicas, que son la balanza comercial positiva y las reservas.
Por todo ello, es posible que 2014 no sea muy tranquilo en términos económicos. El sinceramiento de precios energéticos y del tipo de cambio pueden ser letales para el bolisllo del trabajador, que está quedándose en la cola de los aumentos, en una economía que emite al 40 por ciento anual, inflaciona al 30 y sólo ofrece aumentos salariales no mayores al 18.
Como se ve, las altas temperaturas podrían durar todo el año.