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El libro de las generaciones de Antonio Ramon Gutiérrez. Un ensamble dialéctico entre la memoria y las reflexiones. Por Sebastián Jorgi
21.09.2025 14:57 |
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Nos dedicó este libro a Ramona Díaz y a mí en Abril de este año 2025. Un año `pleno de compromisos entre cafés literarios y presentaciones a granel y avatares de un país informe, fictivo, por momentos grotesco, a manos de titiriteros obstinados en finales infelices para la gente, hoy, mientras esperaba una atención médica por un resfrío interminable, decidí leerlo entre piso y piso, órdenes médicas, bajando y subiendo, rogando turnos, descifrando recetas, en el Sanatorio Méndez del barrio de Caballito.
Y no me perdono : debí haber dejado todo aquello tan kafkiano y no haber postergado una lectura que me deparó el buen gusto por la poesía, líneas cargadas de nostalgia, pero también con inflexiones éticas
Precisamente, me detuve en Poema al pasar, un cuadro donde una familia habita en la vereda. Digamos técnicamente, “situación de calle”, la escena es patética, “la madre ordenando la imposibilidad” y “no tenían hambre de poemas sino de un plato”…”!Tremendo poema de compromiso social por parte de Antonio Ramón Gutiérrez. Hasta podría conjeturar que se trata de un contra-poema, o mejor expresado, un contra-arte poética. Es que el poeta y psicoanalista hace cable a tierra y escudriña la realidad, una realidad lacerante.
Por esto y mucho me digo y me recrimino, no me perdono : debí ocuparme de la lectura de El libro de las generaciones mucho antes, no por una urgencia de cumplimiento en sí con el poeta, sino por la identificación con el poemario, elegíaco y al mismo tiempo, con la alarma encendida que refracta un mundo posmoderno, no líquido, sino liquidado, en estado terminal. Indignación, un poema-denuncia bradburiano, cuasi kafkiano, “si está vivo marque 1, Si respira marque 2, Si es humano marque 5…”
O sea, la incomunicación más perfecta en la era tecnológica. La ironía continúa en alusiones a la Patria,, el 2 de abril y la Guerra de Malvinas, las incursiones por el río Tíber o momentos en Termini, la estación cautivadora y ruidosa que me atrapó un día. “Continuamos a pesar de las sombras”, un poema romántico dedicado a Liliana su esposa, “la que va cantando de cara al sol en la tarde”. Bellísimo poema Amanecer.
Dos poemas conmovedores, Elegía a un poeta mayor, Marcos Sílber, “el poeta, el maestro de palabras” y el dedicado a Cayetano Zemborain, `Poema para despedir a un amigo “te has ido con carpetas bajo el brazo, con tu portafolio repleto de metáforas”.
La escuela comercial es otro poema que me ha tocado, rememorar la secundaria gratifica el espíritu. Y ni qué decir, cuando leí Siempre vuelvo a Belville, me sentí colmado, porque ese “viento Sur que golpeaba los techos” también soplaba en Lanús, estoy seguro, Antonio, mi ciudad natal.
Subí a la confitería y me puse a escribir estas líneas. Una modesta aproximación a la esencial y genuina condición de Poeta que esgrime Antonio Ramón Gutiérrez.