|
Los apropiadores de hazañas colectivas
Todo evento trascendente suele venir acompañado de pequeñas miserias. Es inevitable, pues se trata de un episodio humano.
20.10.2014 11:34 |
Giménez Manolo |
Con una puesta en escena lamentable –especialmente por la trascendencia del anuncio–, la Presidente comunicó este jueves por cadena nacional que Argentina se convirtió en el primer país latinoamericano en tener en órbita un satélite geoestacional: el ArSat 1.
De lamentar, decimos, porque nuevamente el kirchnerismo intenta apropiarse de un logro histórico colectivo para llevarlo al altar de su propia consagración. Y lo hace acudiendo –también reiteradamente– a la manipulación de datos, tratando de convertir una proeza de la sociedad argentina, más estratégica que técnica, en otra pieza monumental de auto homenaje.
¿A qué manipulación de datos nos referimos? A la definición de “primer satélite geoestacionario 100 por ciento argentino” (http://www.cfkargentina.com/arsat1-lanzamiento-satelite-argentino). Es una información decididamente incorrecta. E innecesaria, por otro lado, pues en ningún país del mundo, ni aún en los más desarrollados en este rubro, la tecnología utilizada es íntegramente de un mismo origen.
En el caso del ArSat 1, los instrumentos tecnológicos fueron fabricados por Thales Alenia Space, una empresa europea. Y los sistemas de propulsión por Astrium, una filial de la multinacional europea EADS. Hasta el sistema informático es importado.
Lo que debería destacarse en primer lugar, en cambio, es el diseño operativo que permitirá llegar a zonas aisladas de nuestro extenso territorio nacional –afectados por la baja señal existente– con servicios de telefonía celular, televisión digital, internet, etc. También el ensamblaje, que requiere un considerable esfuerzo y una alta preparación científica, además de instalaciones altamente específicas.
Nos preguntamos, entonces, ¿por qué no poner en valor tales aspectos, en lugar de acudir a datos falsos para glorificar una inexistente "hazaña técnica"?
Creo que la respuesta está en la primera parte del mensaje oficial. Específicamente donde dice "primer satélite". Pues lo que se pretende instalar es la idea de "lo primero" y desprenderse del proceso que condujo a la creación del ArSat 1, que no es el primero sino el noveno satélite lanzado por la Argentina al espacio.
Así lo informa la Asociación Argentina de Tecnología Espacial (http://www.aate.org/satarg.htm): el primero de ellos, Lusat 1, es de 1990 y los tres siguientes también fueron lanzados en tiempos de la odiada era neoliberal. Incluso el Sac-B –que se incendió en la atmósfera– fue desarrollado por la CONAE, creada en tiempos menemistas, y ensamblado por la empresa INVAP, la misma que la Presidente adjudica al genio creativo de su finado esposo.
¿Podía ser de otra manera? Tal como se demostró en el juzgamiento a los responsables de la represión ilegal y la recuperada política gubernamental de Derechos Humanos, lo que más les importa es situarse en el lugar fundacional, desconociendo los antecedentes y la noción misma de "proceso" que subyace en cualquier suceso histórico.
No es lo que más importa, aclaro. Todo esto es anécdota frente a la importancia del hecho en sí. Pero valía le pena señalar la decisión presidencial de trastocar una instancia que bien pudo reunir al conjunto de la sociedad en un orgulloso festejo. Una maniobra mezquina, donde queda bien en claro que Cristina no le agrega casi nada al más elemental formato populista.
Un formato ideológico paradojal, por cierto, pues mientras se identifica discursivamente con el "héroe colectivo", funda toda su acción política en divinizar los méritos individuales e intransferibles del jefe. "Si yo no hubiera ganado las elecciones en 2007 o en 2011 –dijo Cristina en una parte del discurso– no sé si hoy tendríamos este Arsat en el espacio; esta es la gran duda o interrogante”.
Más claro, imposible.