Jue 14.Nov.2024 2:16 hs.

Buenos Aires
T: 20.5°C  H: 50%

Por


 | 

La señora de

Así como en Para el pueblo lo que es del pueblo cantábamos “’Prohibiremos la esperanza / y prohibido está nacer.’ / ‘¿No será mucho, almirante?’ / ‘¡Faltaba más, coronel!’”, en la pieza teatral El almirante veremos que sí, que era y es mucho, y que el poder desmesurado, tarde o temprano, se pierde, y con él se va la capacidad de acomodar el mundo según el propio antojo.

 La señora de

26.07.2013 09:10 |  Bordegaray Lucho  | 

“Y ahora, el final está aquí / y entonces me enfrento al telón final.” 
Ella canta estas estrofas, pero en la versión original, con una pronunciación bastante dura del inglés que no le quita emoción a My Way, la canción que, según ella cuenta, fue la primera que bailó con ese hombre al que hasta hoy acompaña. Sin embargo, no parece que este momento de su vida sea muy romántico, por más que en su cabeza siga resonando la voz de Frank Sinatra. Porque en la habitación de al lado, ahí de donde ella acaba de venir, está su marido, anciano, enfermo, senil.
Ella cuenta su historia. La de él. Que resulta finalmente ser la de ella. Porque su existencia parece haberse limitado a ser “la señora de”. ¿De quién? De alguien cuyo nombre se ha perdido tras el cargo con el que tanto poder ostentó: el almirante.
Ella da suficientes datos históricos como para que podamos deducir de qué almirante se trata, pero ese no es el camino. No sirve de nada ponerle la cara de algún Emilio o de algún Eduardo a ese sujeto, porque lo que se propone es mucho más que referirse a una persona.
Esta mujer en batón y a medio maquillar, encerrada en su casa debido a un afuera hoy generalizadamente adverso, irá exponiendo –sin más pretensión que hablar de su otrora poderoso marido– la cosmovisión del almirante que, por supuesto, ella asume como propia. Y en un momento llega a una idea fundamental que sintetizo así: los ignorantes son peronistas y los que estudian se hacen comunistas. En esa simplificación hay un sujeto social ausente: el almirante, sus pares, sus esposas, sus entornos, porque no son ignorantes peronistas ni el estudio los hizo comunistas. Es decir, afirman pertenecer a un limbo, a un segmento que está por fuera de las leyes inevitables que ellos mismos creen que rigen a la sociedad y, como tal, ese grupo tanto menos es alcanzado por las normas positivas. Algo que rápidamente vemos en los gobernantes ilegítimos y también en los legítimos, sí, pero que pocas veces sabemos distinguir en los ámbitos de las empresas, del derecho, de la academia, de las ciencias, de las artes, de los deportes, en fin, donde fuere.
Inevitablemente, El almirante me recordó los pasajes sobre Augusto Pinochet de la novela Tengo miedo, torero, de Pedro Lemebel. Pero a uno y otro les sospecho intenciones divergentes, pues mientras Lemebel ofrece una catarsis al ridiculizar la figura de Lucía Hiriart agobiando la vida cotidiana de su criminal marido, aquí Daniel Kersner expone a esta mujer, a la esposa del almirante, no como objeto de burla, sino como una honesta relatora de las consecuencias del aprovechamiento del poder. Algo que, además de una lectura política, tiene también variadas aplicaciones en nuestra vida relacional. Sí, que a esas construcciones de poder político llegamos a partir de las relaciones de poder que día a día establecemos.
Esta muy interesante obra de teatro se agiganta gracias a la actuación precisa y emocionalmente comprometida de Isabel Caban, que transita con verdad cada una de las contradicciones que atraviesan su crudo y dolido personaje.
Lucho Bordegaray

La ficha artística y técnica y la información de las funciones de esta puesta de El almirante las encontrarás actualizadas en http://www.alternativateatral.com/obra24141-el-almirante
COMENTARIOS
síganos en Facebook