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Amanda Berenguer - Poemas

 Amanda Berenguer (Montevideo, Uruguay, 1921-2010)

27.11.2021 19:14 |  Noticias DiaxDia  | 

La cinta moebius
 
Palpo lentamente
una cinta de Moebius siento
ese breve vértigo de entrecasa
o escalofrío en su jaula toco
ese pájaro por fuera y esa ostra por dentro
sucesivos palpitantes
sigo su unilátera hoja ambigua
hermafrodita
exterior e interior a un mismo tiempo
pulso el insalubre vibrátil sedimento
de la pura verdad
los seudópodos hacia lo oscuro
las ideas de paso sonámbulo que andan
por los alrededores de las doce del día
la celda callada la pieza “se alquila”
en el patio de la ruidosa boca ciudadana
rozo marchitas flores de visón
recién polinizadas
sus hojas de foca brillante a cuenta
de negra primavera los cuerpos de pelo lacio
de fibra córneo escamosa colgados
en los andenes ahumados o en los muelles
donde los changadores escupen tierra 
o en los salones para pasajeros
así resortes trabados en cajas fuertes
recuerdos
así bengalas sin encender
recuerdos
así expresos estacionados vacíos
recuerdos acaricio
la memoria pronta a saltar elástica
una fotografía instantánea sobre el pretil
de la oficina de treinta pisos fábrica
en Tokio o Brasilia
hacia la posición natural de descanso
tanteo recorro camino la otra cara
la fabulosa cara la doble cara la misma
cara tu cara anacrónica
mi cara alquimia social
¿te asustas? ¿respiras? ¿comprendes?
te veo y nos ven sobremanera
el rostro semblante fachada
o superficie anterior no olvides
recuerda el anverso presencia
marchando a hasta para por
según sin sobre la cara de dos vueltas
interminables
apura cara de juez tu veredicto
escucha cara del montón escucha
cara de perro otra y otra más
cara de pocos amigos no mezcles
grasa aceite agua hirviendo
cara de vinagre
cara de risa la expresa
que viste y calza máscara para gases
cara y cruz abrazadas
gestando huevos de oro en la bodega
de la “Santa María” hollando el aqueronte
dispara carabina ametralladora
hasta el caracú profundo caracú expuesto
Ácaramba! carantamaula
resbalo entro cavo
esta cueva centrípeta refugio
atrayente mina carbonífera
(32 mil metros cúbicos de roca viva
para abrir el túnel de Simplón)
atestada de diamantes venenosos
canjeables por vida por menos
que vida por vida desvivida
este corredor sin salida corredor 
en derredor ovillo alrededor lazo enroscado
escalera rampa encaracolada
¿quién de nosotros quién
le encuentra el cabo a la madeja?
vagabundos caminantes ahí
ahí en el hueco de tu mano
se ven ahí
las tres inciertas parcas mineras
investigadoras educando
conejos de India filamentos eléctricos
murciélagos de onda ultra corta
para un curso experimental
de expertos en corruptología
ahí en el fondo en la cripta anunciación
subimos paloma uterina escudo
caparazón cúpula de barro arriba ascensor
muro Le Corbusier cielo de cemento
último piso
torre esferoidal de acero construcción
voladiza en ladrillos de vidrio
techo astronómico boquiabierto
astrolabio
provisto de limbos graduados
para medir el ángulo sujeto a error
de la eternidad entre nosotros
entre casa observatorio
entre tú y yo amantes
hechos una misma velocidad de cuerpo y alma
alunizamos en nuestro propio corazón
dimos la vuelta a la tierra de Moebius
marchamos sobre su pista enguantada
a kilómetros años luz de vertiginosa
felicidad. 

Remolino

Detrás de mí, mis ojos escondidos,
buscaban, hace tiempo, y hoy preguntan:
que ayer fue sueño lo que ahora es bruma,
que ayer fue río lo que ahora es rastro,
y nave viva lo que ya es naufragio.

Orillas

¡Qué breve y dulce el aire que respiro,
qué breve el sitio donde me detengo,
qué ligero el andar, el movimiento
del alma que me sigue apresurada,
que es breve el tiempo y breve mi posada!

Muelle

Por un agua de amor y sangre a fondo,
por su espuma mortal y sudorosa,
por el pecho remando adentro y hondo,
yo sé que volveré. Entre musgosas
mercaderías, cajas y recuerdos,
y lágrimas que huelen a naufragio,
masticando la espera que se cría
de bodega en bodega, entre las ratas
sulfurosas y espesas como sueños,
yo sé que volveré, con paso a muerte,
ciudad que me criaste, de esqueleto
servido para el hambre y el insomnio;
ciudad donde se vive demorando
el paso, los latidos, los secretos,
el saludo final, la despedida,
las calles que repiten por las tardes
un nombre familiar que no se olvida.
Yo sé que volveré, noche tras noche,
pisando sobre rostros compañeros,
de mano a mano, a solas el recuerdo,
los dedos de un amigo sobre el alma,
los ojos de mi madre entre los míos,
atrás y adentro, allá, carne del río,
ciudad que me criaste, abandonada
una tarde insaciable de febrero.

El vidrio negro  

El cono de la lámpara me pone a foco
más cerca
más nítida
me veo y me ven

la imagen con fantasma ajustará sus círculos
y no sé si cubrirla ya con un paño de lágrimas

el recuadro de una silla enmarca la lluvia
sobre el vidrio negro
el árbol en lo oscuro
inclina del otro lado sobre mi hombro
su brillo cubierto de hilos
- la ventana es un ojo
un dragón de tinta-
esa torcaza colgada a mis espaldas
proyecta una espiral amarilla
y mostacillas de fósforo le queman las alas
- se repite-
el vidrio negro nos envuelve malignamente:
la ventana es una célula encapuchada
una mirada fotográfica
un revólver

el cono de la lámpara me pone a foco

está sentada vestida de rojo escribiendo
mira de vez en cuando la ventana
la lluvia sobre el vidrio negro
le apuntan:
es un blanco perfecto


 
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