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Carnaval en Jujuy. Por Susana Quiroga, escritora jujeña

 Foto Pagina literaria del diario Pregón

25.02.2024 17:14 |  Noticias DiaxDia  | 

Febrero. Se percibe el aroma de la ramita de albahaca, y dan ganitas de un pastel de choclo dulce, de esos lechosos, de granos grandes, de ocho hileras, gustosos, los de aquí de la quebrada. Alegría de carnaval. Tiempo de cosecha.

En mi tierra, Jujuy, la fiesta adopta diferentes celebraciones con sus rituales según se realicen en el norte, a lo largo del camino hacia el Alto Perú, en la quebrada o puna, en el valle, o en las yungas.

Zonas geográficas con singulares costumbres heredadas y adquiridas. En cada uno de estos lugares, el festejo implementa matices propios tanto en las presentaciones de los participantes como en la música, como en las coplas. Y el retumbo de cajas y el sonido de erquenchos, sikus y zampoñas, pueblan el cielo.

No faltarán las guitarras, bandoneones y bombos, algún violín que surque el aire, y el folklore se hace canto y baile. Las tonadas y coplas picarescas se enredan gozosas en el cielo norteño. Bella tradición popular

El carnaval recuerda antiguas prácticas ancestrales que tienen su origen probable en los rituales paganos a Baco, el dios del vino, en los festines que se realizaban en honor al buey Apis en Egipto, o en las “saturnalias” romanas en honor al dios Saturno.

Se difundió desde el siglo XV por toda Europa y fue introducido por los conquistadores españoles en América. Se fusionó con rituales nativos destinados a ensalzar la fecundidad de la tierra, honrar a la Pachamama por los bienes recibidos.

Lo cierto es, que comienza a florecer su alegría el jueves de Compadre cuando los varones se reúnen para realzar su género y alegría. Luego, vendrá el Jueves de Comadre, todo un suceso celebratorio de encuentros, cantos, comidas y bailes entre las mujeres. Las chicheras con sus cántaros las esperan impacientes para ofrecerles chicha de maní o de maíz y brindar por el ahijado. Y entonces se escucharán coplas lanzadas al viento que hablan de la vida, del amor, de las alegrías y de las penas, y se las verá bailando en rueda o abrazadas con el deseo de compartir sentimientos, exorcizar males y revivir la armonía patrimonial, todas unidas por el afecto o por vínculos con los ahijados. Se hace tangible el festejo en el desentierro del diablo Pujllay. Pujllay, muñeco de trapo que simboliza “juego, baile o alegría”.

Reminiscencias indígenas, españolas y criollas se recrean con nuevas miradas. Están los festejos participativos y los otros para mirar, por la riqueza que muestran las comparsas que desfilan con sus coreografías, música y trajes, trabajados con bordados, espejos, plumas durante todo el año.

Interrelación cultural invalorable.

Así transcurren tres días de festejos, primero con el Carnaval grande. Al fin de esa semana vendrá el Carnaval chico, luego el carnaval de las flores, hasta que se produzca el entierro del Pujllay seguirá vibrando en los corazones.

Se recibe a muchos comprovincianos que llegan a Jujuy para revivir la alegría de estas celebraciones convocantes por las ansias de vivir con entusiasmo.

Actualmente, las pequeñas ciudades y pueblos se llenan de festejantes y cuesta encontrar lugares para estacionar o pernoctar, si no se lo reservó antes.

El clima de gozo y de alegría puebla Jujuy.

Alegría de carnaval. Tiempo de cosecha.

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