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Situación de la poesía argentina contemporánea. Informe 3. Por Luis Benítez
15.03.2024 08:46 | Noticias DiaxDia |
Desde el 2000 poético argentino desapariciones, maduraciones y una generación contra “el papel picado”
Retomando el hilo de lo sucedido hasta el presente en la poesía nacional tras la doble faz de la generación de los ’90 -la pretendida y la real en su conjunto-, toca el turno de indagar qué sucedió en torno al cambio de milenio, advirtiendo en primera instancia algunas particularidades que se desarrollaron de manera simultánea:
a)Los alrededores del cambio de siglo implicaron la desaparición física de importantes nombres de la poesía argentina, varios de ellos de gran influencia sobre las generaciones posteriores, al menos hasta la atomización del género a partir de los ’90. Poetas de la talla de Enrique Molina (1910-1997), Francisco Madariaga (1927-2000), Olga Orozco (1920-1999), Roberto Juarroz (1925-1995), Alberto Girri (1919-1991), Ricardo Molinari (1898-1996), Susana Thénon (1935-1991), Joaquín Giannuzzi (1924-2004), Juan Gelman (1930-2014), María Elena Walsh (1930-2011), Néstor Groppa (1928-2011), Alfredo Veiravé (1928-1991), Juan Carlos Bustriazo Ortiz (1929-2010), Jorge Leonidas Escudero (1920-2016), entre otros, sin que hasta la fecha, pese a los importantes logros alcanzados, se hayan producido obras capaces de emparejárseles, según la opinión de buena parte de la crítica y los lectores, se comparta o no este criterio propicio para una necesaria discusión que sería favorable entablar alguna vez.
b)Los autores de las generaciones anteriores a la del 2000 siguieron en su mayoría consolidando sus voces y alcanzado la madurez de sus obras, y aquellos que en los ’80 adscribían a tal o cual capilla literaria de las antes mencionadas optaron por seguir un camino diferente, logrando en la mayoría de los casos resultados muy superiores a los de sus primeras publicaciones.
(c)El proceso de escisión del género se profundizó aun más, generalizándose el fenómeno de la poesía presente en compartimientos estancos tanto por parte de las generaciones anteriores a la de los ’90 como de las posteriores. Salvo raras excepciones, ni los primeras ni estas últimas conocen ni leen lo que se produce en el otro campo.
(d)Surgió una reacción a lo sucedido durante los ’90, en cuanto a la propalación exagerada de ciertos nombres y obras del período, por parte tanto de autores pertenecientes a ella y excluidos de ese modesto jet-set vernáculo como desde las posiciones adoptadas por nuevos y novísimos poetas que comenzaron a publicar sus obras luego del cambio de milenio.
Este último aspecto está muy bien documentado por una compilación realizada por el poeta platense Julián Axat (1976), titulada Si Hamlet duda, le daremos muerte: antología de poesía salvaje (15) y publicada en 2010, que reúne en sus 264 páginas una selección de 52 autoras y autores jóvenes, de diversos puntos de la Argentina, de muy diferentes estilos e incluso varios de ellos todavía inéditos cuando la aparición del volumen. El antologado más joven es Camilo Blajaquis (1990), quien para entonces había publicado un solo poemario, La venganza del cordero atado, el mismo año de la aparición de la selección de Axat, en tanto que el otro extremo etario lo comparten Daniela Andújar, inicialmente autora de Dengue (2009) y la en ese momento inédita Marilina Beatriz Cuesta, ambas nacidas en 1967.
La recopilación posee dos introducciones, la primera “Ser o no ser (Hamlet)”, realizada por Axat y Juan Aiub (1977) y la segunda, “Papel picado, Kerouac y Hamlet” por Emiliano Bustos (1972), más un epílogo titulado “El Anti-Hamlet”, firmado por Nicolás Prividera (1970).
Una selección de fragmentos de las introducciones nos permite avizorar, entre otras cuestiones, cuál es el espíritu general de la obra y cuál la opinión de sus autores en lo referente a lo propalado antes como “la realidad generacional” de los ’90 en poesía.
Del texto liminar de Axat y Aiub:
“La poesía fluye y se renueva de generación en generación: lugar de pertenencia que habla o se deja hablar por la poesía. El pasaje entre poéticas coincide generalmente con un tiempo de hibridaciones y reescrituras; momento de vacilación entre tradición y legado. Transcurrir que llega, tarde o temprano, a un punto de coagulación-identificación en el que algunas voces (representativas o no) se liberan y dejan su impronta.
“¿Pero qué ocurre si no hay encuentro entre poesía y generación? Seguramente el lastre de viejas poéticas conduce a la escritura a un cierre sobre sí. La falta de una impronta hace a la repetición o mera copia del pasado: los hijos de la vieja generación de poetas no alcanzan a consolidar una voz que los separe, identifique, represente. Entonces las nuevas generaciones se pierden en la decadencia. Funcionan como médium de las voces de quienes los precedieron.
“Ser o no ser Hamlet. Acabar con la tradición simbolista, realista, neorromántica, neobarrosa, objetivista. Esa es la cuestión: sobrellevar la angustia de las influencias o encontrar la forma de liberarse de ellas para asumir una estética propia.”
(…)
“El campo literario actual es funcional a la derrota, gestionando la consagración de algunas voces, mientras obtura (invisibiliza) la recepción y difusión de otras. Preocupado por su propio goce, lleva a cabo un ejercicio de autoconservación que lejos de experimentar una ruptura con el pasado, lo viene reproduciendo hamletianamente. El canon se aísla a sí mismo, censura, reescribe y vende sofisticación. Pocas veces innova, representa o se abre a juntar lazos poéticos.
“Algún día debería analizarse si este mecanismo de exclusión propio del campo poético literario (editoriales, académicos, distinciones, salones, librerías, prensa, etc.) a la vez que consagra, impide evidenciar una voz alternativa, múltiple, común; o acaso más representativa y menos epigonal. Es decir, si el espacio silenciado y emergente de la poesía tiene mayor vinculación con nuestra generación que la voz de unos pocos que dominan el mercado.”
De la introducción de Bustos:
““1. ‘¡Les vendimos papel picado!’. Hace tres o cuatro años, dos poetas de los noventa se abrazaban a la salida de unas jornadas sobre poesía argentina. Se abrazaban efusivamente. Uno, aclamado por la crítica; el otro, fungido de arrabal; los dos, sin embargo, glamorosamente noventistas. El abrazo parecía sincero, caluroso. La tribuna, compuesta mayormente de estudiantes de letras, críticos y poetas (seguramente en ese orden), era la indicada. ‘¡Les vendimos papel picado!’; la frase festiva fue levemente gritada. El abrazo podía remedar, si se quiere, la mímica de un abrazo histórico, como esos que se han dado los libertadores y los grandes políticos, pero este abrazo tenía el regocijo de quien logró algo grande entregando muy poco o nada. ‘¡Les vendimos papel picado!’.
“Luego los poetas se separaron; se sabe: el lugar del triunfador no es fijo, precisa moverse constantemente, como el dinero. El arrabalero (y este arrabalero en particular) se amiga, conversa, llegado el caso acompaña. Además, la tribuna había visto y escuchado perfectamente lo que había para ver y escuchar.”
(…)
“¿Por qué esos poetas se regocijaban por haber vendido papel picado? Era como el festejo por un engaño exitoso. Ciertamente no se podía conocer con exactitud el pago obtenido, pero no era imposible inferirlo de las regalías literario-críticas, muy bien ejemplificadas por ese encuentro en un centro cultural dependiente de la Facultad de Buenos Aires. ¿Exitosos por vender papel picado? Por qué no. Los poetas y los críticos, ¿no compran papel picado? Papel picado como estafa, como nada, como qué. Los noventa y el papel picado.”
(…)
“4. Todas las antologías de poesía argentina que me vienen a la memoria funcionan de la misma manera. Desde mediados de los noventa un “cuadro de honor” domina la escena; pueden variar algunos nombres, pero el consenso que se fue armando en torno a un núcleo firme sigue ahí, aunque muchos de los que tuvieron una participación no menor en su conformación (me refiero más que nada a los críticos, aunque también a algunos poetas), hoy se lamenten o se permitan criticar ese estado de cosas casi siempre evadiendo, como avestruces, la autocrítica 1.”
“1. Daniel Freidemberg, que a través de sus críticas contribuyó a generar una especial atención sobre la poesía de los noventa, ha tomado distancia del fenómeno, aunque tal vez un poco tarde. Jorge Fondebrider –miembro fundador de Diario de Poesía, como Freidemberg– señala en el prólogo a una reciente antología de poesía argentina publicada en Chile, que el statu quo, defendido desde ciertas revistas y por la cátedra, estaría siendo puesto en duda. Resulta extraña la distancia que Fondebrider asume respecto a la conformación de ese statu quo, que lo tuvo como indudable protagonista en tanto crítico (pensar la relación Diario de Poesía-18 whiskys [16]). Es tanto el ‘ruido’ producido por ese consenso o statu quo, que ciertos críticos deciden detenerse ahí: Jorge Monteleone, encargado de la enorme antología 200 años de poesía argentina (Alfaguara, 2010), evitó incluir autores de los noventa por la gran atención que la crítica –según da a entender– le prestó a dicho período.”
Recomiendo la lectura del citado volumen, cuya versión íntegra en PDF puede encontrarse en Internet según lo explicitado en la nota 15 que cierra este artículo, para comprender mejor ciertas características propias de las generaciones poéticas más recientes, siempre desde un punto de vista general.
La poesía argentina salió al mar y navega, pero no lo hace sola
Hasta ahora nos hemos ocupado de aspectos que en muchos casos son problemáticos y en otros francamente negativos en lo que respecta al género nacional. Ahora veremos un fenómeno que lo afecta de manera positiva. Ante la insularidad interior que referimos, de modo inverso y desde hace más de una década, se muestra como contrapartida el hecho de que la poesía argentina va paulatinamente dejando de lado su anterior aislamiento dentro de las fronteras propias, para alcanzar difusión fuera de esos límites pretéritos.
Nuestras voces comenzaron a ser escuchadas en el resto de América y Europa, inclusive en la lejana Asia, gracias a una combinación de factores que conviene examinar. Cada año se suman más ediciones de poesía argentina a escala internacional, ya sea en nuestra lengua como en traducciones a los idiomas locales y si bien esa oferta dirigida hacia el exterior dista todavía de incluir una proporción importante de la vasta producción que poseemos, se muestra creciente y permite aventurar que continuará acrecentándose.
Debemos ver este fenómeno todavía incipiente pero actuante en la realidad contemporánea, inicialmente y para mejor comprenderlo, desde una perspectiva macro, para ir luego a los detalles más específicos.
La salida al mar de nuestra poesía es una estela más en la navegación hacia otras costas que protagoniza el conjunto del género a escala latinoamericana, pues junto con la argentina también se difunde la propia de otros países de la región, como México, Chile, Perú, Brasil, etc., por solo nombrar los más notorios.
Colabora para la coyuntura un factor común a toda la poesía de nuestro subcontinente, al menos en lo que hace a sus realizaciones más logradas. La poesía latinoamericana alcanzó en lo contemporáneo una adecuada asimilación de los logros no solo provenientes de su misma tradición, sino también de otras influencias, las derivadas de la poesía europea y más cercanamente de la estadounidense, de las cuales nos nutrimos las autoras y los autores bien en traducciones, bien pudiendo leer esas producciones en su lengua original. La consecuencia de este enriquecimiento -pues el cruce de culturas invariablemente es positivo y beneficioso- es un discurso múltiple en apelaciones de contenido y recursos expresivos, como los que posee y exhibe hoy nuestro género nacional en el contexto más amplio de lo regional.
Ese logro común hace que se facilite y aprecie cada vez en mayor medida nuestra producción a escala internacional, generándose una penetración en los catálogos de sellos foráneos que, si bien dista todavía mucho de poseer un peso específico similar o siquiera cercano al de las letras propias de los países centrales, ya permite comprender que se ha producido un avance significativo en comparación con la situación vigente hace apenas un par de décadas.
Tenemos los poetas latinoamericanos un discurso maduro y renovador de la tradición poética occidental, que va siendo apreciado cada vez más y más a una escala internacional, aunque no todas son rosas en este camino que ha emprendido el género subcontinental.
Un ejemplo es el del mercado editorial estadounidense, el más grande del mundo, donde apenas el 3% de lo editado anualmente corresponde a traducciones de literatura no local. Dentro de ese exiguo margen, junto con otros géneros de origen extranjero, como novelas, cuentos, ensayos, se mueve la poesía latinoamericana. Pero como decía Galileo Galilei: “Y sin embargo se mueve” y seguirá haciéndolo, esperemos que de modo ascendente.
Permite suponerlo otro elemento actuante en favor de la circunstancia que nos ocupa y consiste en el apoyo que diversos gobiernos de nuestra región brindan a las traducciones y publicaciones de autores nacionales en el exterior.
En el caso argentino, cabe destacar que, desde 2009, concreta ese aval sustancial el Programa Sur de apoyo a las traducciones de autores argentinos (PROSUR), instrumentado desde la Cancillería nacional, que otorga cada año 150 subsidios de hasta 3.200 dólares para hacer realidad esos objetivos, materializándose hasta la fecha la traducción a 50 idiomas y la publicación de 1.652 títulos de autores locales en más de medio centenar de países.
El accionar de la Cancillería mediante el PROSUR se complementa con la exhibición de nuestros libros en el stand nacional presente en encuentros tan importantes como la Feria del Libro de Guadalajara, la de Frankfurt, la Book Fair de Londres y el Salon du Livre de París, entre otros de similar peso específico en cuanto a asistencia de público, crítica y venta de derechos. Además, y en esto lo señalo sobre la base de mi experiencia personal, ya que gracias al PROSUR obras de mi autoría fueron traducidas y publicadas en los Estados Unidos, Francia, Italia, Suecia, Rumania, etc., el apoyo de la Cancillería posee un efecto sinérgico. A partir de esas ediciones subsidiadas por el Estado argentino, recibí invitaciones de una editorial de Washington, otra de París, una de Inglaterra y otras más para integrar sus catálogos por cuenta y riesgo de ellas mismas.
Anecdóticamente, recuerdo lo que me dijo hace mucho tiempo un editor italiano a quien le propuse publicar en su país uno de mis poemarios: “publique primero algo suyo aquí, en la Unión Europea, o por lo menos en los Estados Unidos, y luego otros nos interesaremos en sus trabajos”. El sentido de esto es que, para muchas casas editoriales foráneas, otra debe dar primeramente “la patada inicial”, para que después uno pueda participar en el match internacional. Años más tarde, cuando yo llevaba en mi haber varias ediciones en el extranjero, ese mismo editore me publicó el poemario que le había ofrecido en mis primeros contactos con él.
Además del circuito no hispanoparlante, dentro del mismo contexto de nuestra América Latina hay un entrecruzamiento de ediciones de autores regionales pero provenientes de otros países del área. Hace apenas un año, la editorial mexicana Aquitania Siglo XXI, del D.F, publicó una antología de mi poesía de 235 páginas, que se sumó a la oferta de producciones no locales pero sí hermanas de nuestro subcontinente en ese país norteamericano.
Y en cuanto a las ediciones en español en naciones donde no es la lengua predominante, en los Estados Unidos cada vez más sellos se animan a editar en castellano, gracias a que nuestro idioma hoy es el segundo hablado en la Unión, inmediatamente detrás del inglés. Esto se debe no solamente al fenómeno de la prolongada migración de hispanoparlantes a EE.UU., sino también a que, en las universidades privadas y públicas de los 50 estados que lo componen, existe un departamento de Español y Portugués que difunde activamente el bilingüismo. Hace pocas semanas el sello neoyorquino Pro Latina Press distribuyó en librerías estadounidenses, tiendas virtuales y por Amazon una compilación de los 11 poemarios que llevo editados hasta la fecha, bajo el título La vida entera. Una antología, y no es Pro Latina Press el único sello de ese país que apuesta al sector hispanoparlante con sus lanzamientos. ¡Pensar que cuando yo vivía en Manhattan, a comienzos de los ’90, en todo el estado de Nueva York solamente 3 librerías nos aceptaban libros en español!
En síntesis: todo hace pensar que, siguiendo la incipiente pero ya asegurada corriente de difusión internacional de la poesía latinoamericana, cada vez más la poesía argentina podrá arribar a buenos puertos.
Tiene con qué.
NOTAS
(*) El poeta, narrador y ensayista Luis Benítez nació en Buenos Aires el 10 de noviembre de 1956. Es miembro de la Academia Iberoamericana de Poesía, Capítulo de New York, (EE.UU.); de la World Poetry Society (EE.UU.); de World Poets (Grecia) y del Advisory Board de Poetry Press (La India). Ha recibido el título de Compagnon de la Poèsie de la Association La Porte des Poètes, París, Francia. Miembro de la Asociación de Poetas Argentinos (APOA) y de la Sociedad de Escritoras y Escritores de la República Argentina (SEA). Ha recibido numerosos premios nacionales e internacionales por su obra literaria, entre ellos el Primer Premio Internacional de Poesía La Porte des Poètes (París, 1991); la Mención de Honor del Concurso Municipal de Literatura (Poesía, Buenos Aires, 1991); el Segundo Premio Bienal de la Poesía Argentina (Buenos Aires, 1992); el Primer Premio Joven Literatura (Poesía) de la Fundación Amalia Lacroze de Fortabat (Buenos Aires, 1996); el Primer Premio del Concurso Internacional de Ficción (Montevideo, 1996); el Primo Premio Tuscolorum di Poesia (Sicilia, Italia, 1996); el Primer Premio de Novela Letras de Oro (Buenos Aires, 2003); el Accesit 10éme. Concours International de Poésie (París, 2003), el Primer Premio Internacional para Obra Publicada “Macedonio Palomino” (México, 2007) y el Tercer Premio Municipal “Ricardo Rojas” de Novela (2022). Sus 44 libros de poesía, ensayo y narrativa han sido publicados en Argentina, Chile, España, Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Italia, México, Rumania, Suecia, Venezuela y Uruguay.
(1)La poesía de los ’80. Antología. Selección y estudio preliminar de Alejandro Elissagaray. Editorial Nueva Generación, Colección Itinerarios, ISBN 987-43-5386-4, 122 pp., Buenos Aires, 2002.
(2)Op.cit., pág. 13.
(3) “El Setenta Tardío. Es divisible a su vez en dos subcategorías: la social y la urbana. En la primera confluyen tendencias de la poesía social con origen directo en la estética del sesenta, aunque bien decantado por el rumbo de la década posterior. Se hace visible la influencia de las obras de los vernáculos César Fernández Moreno y Mario Jorge De Lellis y de autores latinoamericanos como Ernesto Cardenal y Mario Benedetti, así como también de la poesía beat norteamericana. Dentro de esta corriente se destacan los nombres de los poetas fundadores a fines de los setenta del Grupo Onofrio de Poesía Descarnada: Javier Cófreces, Miguel Gaya y Jonio González, quienes dirigieron la revista La Danza del Ratón de 1980 a 1987. Dentro de este segmento también cabe mencionar a los poetas nuclearios en torno de la revista Oliverio, principalmente Carlos Santos Sáez y Adrián Rimondino, quienes proponían una alternativa estética vinculada con el coloquialismo, acendradamente urbana, no latinoamericanista y con mayor predominio de la ironía y el humor como recursos literarios”. (Op. cit., pág. 14.)
(4)”El experimentalismo. Al igual que en el caso anterior, esta rama se divide en dos tendencias: la neoconcreta y la neobarroca. La primera tuvo su fuerte expresión en la revista Xul, fundada a comienzos de la década por Jorge S. Perednik, con la participación de autores como Roberto Ferro, Jorge Lépore, Nahuel Santana y Roberto Cignoni. Reivindicaba la vanguardia artística, aunque en el editorial del N° 3 de dicha publicación declaraba: ‘Xul reniega de adjudicarse una posición de vanguardia, no por rechazar las corrientes poéticas renovadoras, sino por las connotaciones que esta palabra encierra. Xul no quiere estar delante (vanguardia), ni detrás (retaguardia), sino dentro’. Pero sus páginas albergaron también a poetas con otras orientaciones estéticas, en especial aquellos que establecían una segunda tendencia, la neobarroca, influidos por Lezama Lima y más lejanamente por Luis de Góngora y Argote. Arturo Carrera, Emeterio Cerro y Néstor Perlongher son sus figuras más destacadas.” (Op. cit., págs. 14-15.)
(5)”El neobjetivismo. Tuvo como representantes a los poetas nucleados en torno de la prestigiosa revista Diario de Poesía, muchos de ellos venidos de los setenta: Daniel Samoilovich, Jorge Ricardo Aulicino, Daniel Freidemberg, Guillermo Boido, Jorge Fondebrider y Daniel García Helder. La propuesta giraba alrededor de un ahondamiento de lo real enraizado en lo paradojal a partir de una estética que lleva las señales de la prosa al discurso poético. Llegado a este punto, es insoslayable mencionar la trascendencia de Diario de Poesía en el ámbito literario de los últimos tiempos, fundamentalmente en todo lo atinente a las indagaciones referidas a las grandes problemáticas del género, también en la difusión de los nuevos valores.” (Op. cit., pág. 15.)
(6)”El neorromanticismo. Es el atribuido a los poetas reunidos alrededor de la revista Último Reino, fundada en 1979, fuertemente influenciados por el romanticismo alemán, en especial por las obras de Novalis y Hölderlin. En el primer número Víctor Redondo, su director, sostuvo que el grupo ‘retoma (re-inventa) los aspectos fundamentales del Romanticismo, sobre todo el alemán, que es uno de los ÚLTIMOS REINOS, y, no obstante, se siente vinculado con lo que Octavio Paz llamó la Tradición de la Ruptura’. Además de Redondo, el grupo estaba integrado, entre otros, por Mónica Tracey, Susana Villalba, Horacio Zabaljauregui, María Julia de Ruschi Crespo, Roberto Scrugli y Jorge Zunino.” (Op. cit., págs. 15-16.)
(7)”Los independientes. Entre otros, podemos citar los nombres de Luis Benítez, Alicia Genovese, Mario Sampaolesi, Daniel Chirom, Dolores Etchecopar, Esteban Moore. Carlos Vítale, Susana Szwarc, Carlos Vladimirsky, María Pugliese, Carlos Barbarito, Jorge García Sabal, Daniel Mastroberardino, Liliana Lukin, Eduardo Mileo, Hugo Mujica, Alberto Muñoz, Paulina Vinderman, Mónica Sifrim, Fernando Noy, Héctor Freire, Daniel Rodríguez Mujica, Silvia Dupuy y Ricardo Herrera.” (Op. cit., pág. 16.)
(8) La condition postmoderne: rapport sur le savoir, Les Éditions de Minuit, Londres, Reino Unido, 1979.
(9) Ver: Daniel García Helder, “El neobarroco en la Argentina”, en Diario de Poesía Nº 4, otoño de 1987; pp. 24-25.
(10) Diario de Poesía, Nº 14, verano 1990; pp. 18.
(11)Buena Vista Editora, Colección Agalma, ISBN 978-987-4984-03-6, 280 pp., Córdoba, provincia de Córdoba, 2019.
(12)200 años de poesía argentina, Editorial Alfaguara, ISBN 978-987-04-1401-8, 1.008 pp., Buenos Aires, 2010.
(13)Carta abierta al lector de poesía argentina, reproducida íntegramente en “Luis Benítez / Antologías… más allá de la diatriba, la razón”, Sur y Sur, Santiago de Chile, Chile, 12 de septiembre de 2010, https://www.surysur.net/luis-benitez-antologias-mas-alla-de-la-diatriba-la-razon/
(14)Entrevistado en: chas35.com.ar/lamalapalabra/n8_2.html
(15)Julián Axat (compilador). Si Hamlet duda, le daremos muerte: antología de poesía salvaje, Libros de la Talita Dorada, Colección Los Detectives Salvajes, ISBN 978-987-24647-6-9, 264 pp., City Bell, Provincia de Buenos Aires, 2010. Afortunadamente, siendo este volumen hoy de difícil adquisición, existe una versión completa en PDF:
https://elniniorizoma.files.wordpress.com/2017/03/si-hamlet-antologia_interior5b15d-1.pdf
[16]18 Whiskys. Un buen record, fue una publicación que alcanzó a editar solo dos números entre noviembre de 1990 y marzo de 1993 (!!), lo que no fue obstáculo para que recibiera la bendición apostólica de Diario de Poesía, la cátedra y demás. Estuvo dirigida por José Alberto Villa (1966) e integraron su redacción Teresa Arijón (1960), Fabián Casas (1965), Daniel Durand (1964), Rodolfo Edwards (1962), Gerardo Foia (1967), Darío Rojo (1964), Alejandro Ricagno (1962) y Mario Varela (1969). Más información en: Archivo Histórico de Revistas Argentinas (AHIRA): https://ahira.com.ar/revistas/18-whiskys/
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