A los soldados mutilados o muertos de la irracionalidad
LOS SUEÑOS ESTAFADOS
Con el fusil dormido en el regazo
mientras el aguanieve
le iba haciendo cosquillas
moradas
en las piernas
y hervían sus riñones,
en su trinchera austral
se entrecruzaban
pingüinos veleidosos
“sacando pecho
como si lucieran una corbata nueva”,
con cigüeñas y aguapeazó,
el recluta reía
y preguntaba,
–por jorobar nomás a algún porteño
de los pocos que había–,
“si los albatros
eran más blancos que las garzas
o si el “Ganso Verde”
era más verde que el sargento mayor
o que los loros”.
Cuando los Harrier atronaron,
suiriríes pasaban a lo lejos.
Cuando se incendiaron los depósitos,
la siesta llameaba de verano y naranjas.
El viento austral era su viento norte
y el barro en los tobillos,
arenales entre sus pies descalzos.
Pero era una estafa de la alucinación
su tierra soleada,
su paisaje caliente,
el vuelo alegre de sus garzas,
el alerta preciso del chajá,
mientras le iba envolviendo
una mortaja helada.
Porque su agonía era una estafa
como esos ideales
gritados en consigna
de gloria,
de servicio,
de holocausto.
Como esos sueños adobados
de patria,
de coraje,
de soberanía.
Si moría con hambre,
con frío,
con asco,
con vergüenza.
Porque su propia muerte era una estafa
y la devolvía, hipando,
como un vómito blanco.
Las estrellas en las olas de brea
parecían deshojados azahares.
Y la cruz del sur estaba hecha
de cuatro gaviotas quebradas.
POESÍA ARGENTINA Y MALVINAS. UNA ANTOLOGÍA (1833-2022). Investigación, selección, prefacio y posfacio de Enrique Foffani y Victoria Torres (Coordinadores)