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Por qué matar la poesía de Melissa Carrasco. Eslabón de un linaje imperfecto. Por Sergio Moran (Mendoza)

14.05.2024 17:36 |  Noticias DiaxDia  | 

Un libro de poesía que hable de poesía parece un anacronismo en este tiempo donde lo fugaz es pasajero y el efecto es más importante que la profundidad. Un libro sobre el oficio de escribir poesía es una valentía porque invita a pensar sobre el género hoy, sobre la función del poeta, sobre su utilidad. Parece que describo un ensayo pero no. Matar la poesía nos ancla y con alivio sentimos que nos da la noticia de que algunas cosas no cambiaron y lo hace, por suerte, con rebeldía, con enojo, con el cuerpo.

Existe una larga tradición de metapoéticas, en todas las épocas los poetas han reflexionado sobre la poesía, a esta altura las voces son como un suero pasando a través del tiempo. Así Melissa escucha la voz del latino Propercio que le reclama al poeta: presta atención, poeta insensible, a tu pasión. Y contesta: Yo vengo a decirles que levanten la cabeza/ propongo este pacto de osadía/ una soberbia azul como las carpetas de quienes/ nos juzgarán/ un rictus de rabia que sobreviva/ a la noche de los palos/ a la noche del día y a los días nocturnos/ un planeta donde dormir la resaca/ un jardín enorme donde enraizarnos vivxs...Si hay algo que no falta en este pequeño libro es pasión, fuerza. No la pasión ingenua de los que creen en el pensamiento mágico. Es una pasión dura, escéptica en muchos momentos pero siempre sincera.

Ese mismo escepticismo es el que nos recuerda la inutilidad de la poesía. Mis poemas nunca servirán de algo dice en el primer poema. Era mentira que nos salvaba, empieza otro. La poesía ha vuelto a su lugar. En las últimas décadas anduvo a tientas, como los derrotados del Fin de la Historia. Por qué matar la poesía nos toma de la cara, nos pone frente al espejo y nos muestra: la poesía es indiferente a nosotros y además no sirve para nada, es inútil.

Mientras más cruel es la realidad, menos útil es. Es un alivio que nos recuerde que la poesía se niega a traficar con los valores del capitalismo más atroz. Otra vez Melissa escucha voces: Marcial dice aquí no hay Centauros, ni Gorgona ni Harpías/ Mi poesía está hecha de seres humanos. Melissa responde que los destinatarios de la poesía son la chica que colecciona libretitas, la dueña de casa, el que no supo que era bueno escribiendo, los docentes atrevidos, esos que tienen que levantar la cabeza. Una última voz escucha: Celaya que dice escribamos versos malos que chirrien y así suenen como el mundo en que vivimos. Este libro está hecho del mundo que vivimos y la poesía y nosotros somos un deseo incumplido. La única confianza que tenemos es seguir y desconfiar porque cualquier otra cosa que hagamos será un triunfo de los que odian la cultura, lo poético y nos dejan vírgenes de oportunidades. Sepan esos, parafraseando a Luis Benítez, que la boca sigue hilando metáforas sin importar donde las Parcas corten el hilo.

Un poema de Por qué matar la poesía:

hubo ánimo de escribir el poema universal

ese que nombrara a todas todas las cosas

y no dejara fuera la habitación de la araña

ni el color de ninguna gotera

 

hubo ánimo de escribir el poema universal

pero saltaron los cachivaches de la memoria

se nubló un poco la cosa de una nube clara

superpuesta sobre otra como un lente

 

hubo ánimo de escribir el poema universal

un poema que

un poema que

atravesara todas las formas del amor

el fuego de los deshielos

 

hubo ánimo de escribir el poema universal

uno redondito rechoncho sobrealimentado

la mejor versión del fin de los tiempos

el centro de la torta

el chiche que acompañaría nuestro apellido

una vez muertos

que hablaría de nuestra profundidad

y los pozos donde bajamos baldes

hacia ningún agua

 

un poema que se desvistiera lento igual

que el corazón de la cebolla

 
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