Este nuevo aniversario de la Nakba encuentra al pueblo palestino atravesando una nueva destrucción. El genocidio en Palestina lleva 76 años ininterrumpidos. En este contexto ¿por qué publicar una pequeña selección de poesía palestina contemporánea?.
Para responder traemos una cita de Ilan Pappé, el destacado historiador crítico israelí: “la poesía fue el único ámbito que salió ileso de la Nakba. Lo que los activistas políticos no se atrevían a decir, lo cantaban con fuerza los poetas.”
En cuanto a la poesía palestina se pueden distinguir grandes momentos. Hasta 1948 la palestina forma parte de la gran tradición de poesía árabe. Luego de ese año empieza a destacarse y en los textos de sus autores se cuela la persecución, la cárcel, el exilio y se habla de poetas de la ocupación o del exilio como grupos diferentes. Con la Guerra de los seis días en 1967 empieza lo que se llama poesía de la resistencia, es el momento de Mahmud Darwich, Samih Al Qassim o Fadwa Touqan. En 1987 con la primera intifada el género va a tener un nuevo impulso y poemas escritos en las cárceles serán difundidos de forma masiva en diarios.
En la actualidad, internet primero y las redes sociales después, ha posibilitado que podamos acceder a la voz de nuevos poetas además de libros publicados en Buenos Aires, México o España. Nos llegan nuevas voces, es más conocida la producción de mujeres (lo que tiene un paralelo con el resto de la poesía árabe), y el fenómeno de poetas de sangre palestina nacidos en el extranjero (fundamentalmente en EEUU) que toman la voz de la resistencia palestina y reclaman lo que les ha sido arrancado de forma brutal: la tierra, sus casas, los olivos, el mar, el agua, la vida.
Entre las voces contemporáneas destacan: Fakry Ratrout (1972), Najwan Darwish (1978), Mazen Maarouf (1978), Ashraf Fayadh (1980), Lena Khalaf Tuffaha.
Están bailando en Jericó
Y las palmeras están aplaudiendo,
hasta las estrellas se están balanceando.
Sólo Jericó carga en silencio el peso de la historia.
En Jericó aprendí el alfabeto
y conté una por una las palmeras.
No tengo nada de Jericó,
sólo el sentimiento de soledad
como una palmera que alcanza el cielo.
¡Oh, verdes palmeras,
detengan el gateo del verano
y el de los ataúdes!
Hago el amor con el invierno en la cima de una palmera
En Jericó
se forma el poema en una palmera
o en una muchachita morena
o en un hermoso invierno.
Jericó sin invierno no tiene sentido.
En las noches de verano
el viento de Jericó sopla
seco,
meloso.
Lleva con los zancudos,
demonios locos,
la exhalación del infierno.
Aquí es el fondo del infierno.
Aquí me rompo.
Fakry Ratrout. Traducción: Ghadeer Abusneineh
*
Exhausto en la cruz
I
Los que estamos colgados
nos hemos cansado,
así que bájanos
y déjanos descansar.
Arrastramos historias detrás de nosotros,
aquí
donde no hay ni tierra ni cielo.
¡Señor,
afila tu cuchillo
y dale el descanso a tu sacrificio!
II
No has tenido padres
ni viste a tus hermanos colgar
de las garras heladas del alba.
Nunca amaste,
nadie te ha abandonado
y jamás la muerte comió de tus manos.
Tú nunca entenderás nuestro dolor.
III
No soy el rey David
para sentarme a la puerta del arrepentimiento
y cantarte salmos de lamentación
después del pecado.
IV
Bájame, Señor,
sólo quiero descansar.
Najwan Darwish. Traducción: Frances Simán
*
ADN
No existe forma
de gritar...
recuerda que tú eres palestino.
Una forma para hurgar tu rostro
en la ventana del autobús, mientras palmeras y maleteros
titilan el pasado y rompen tu reflejo.
Una forma
para tocar la capa de ozono
suavemente, como un globo con helio,
o para llorar
porque te sabes un bastardo.
Una forma
para plasmar tus manos en los pechos de quien amas
y soñar
con ideas lejanas:
un pequeño hogar en un suburbio de París,
el Louvre,
toneladas y toneladas
de libros y soledad.
Una forma de morir:
incitar francotiradores
en tempranas horas de la mañana.
Poder llamarle “puta”
a la mujer que te ha engañado.
Fumar yerba en un elevador,
solo, a las once de la noche;
escribir un poema miserable en la bañera.
Una forma
para gritar en la cloaca,
donde tu rostro ondea de nuevo
entre el barro tóxico,
allí donde recuerdas, que en cierta forma,
no eres absolutamente nada,
excepto un palestino.
Mazen Maarouf. Traducción de Javier Gutiérrez Lozano.
*
En modo avión
Pasaba larguísimos tiempos tratando de conciliar el sueño.
No estabas aquí para que pudieras ayudarme a conseguirlo.
Mentiría si tuviera que decirte que me voy a dormir
o que voy a comer bien
o que perderé el conocimiento por un momento mientras estés conmigo.
El tiempo es demasiado valioso para despilfarrarlo en cualquier cosa
que no seas tú
Pero aquí se está desperdiciando así, y tú no estás conmigo.
Y no estarás conmigo ni siquiera en un futuro breve.
Nuestra historia ha terminado.
Así lo sé
y así pienso
y tú lo apruebas.
El problema no lo podemos resumir en nuestra ligera diferencia
entre nuestros gustos musicales,
o tu elección por la ropa clásica,
o nuestro serio desacuerdo sobre la comida.
Pero nuestra historia ha terminado.
Aunque me sienta cómodo hablando contigo...
¡Lo estoy tanto, cuando veo tus hombros suaves y los beso!
¡lo soy aún más por tu cabello que siempre conservas arreglado!
Odiaba la vida cuando me conociste
o cuando te conocí.
Bueno, cuando nos conocimos.
Ahora he llegado a odiarla aún más.
Nada puedes reprocharme ahora. No puedes
ni siquiera darme la esperanza, ni impedirme intentar
el suicidio.
¿Ya es suficiente para ti, lo que ha pasado hasta ahora,
para que creas que mi vida es horrible?
¿Y que nada en ella vale la pena
intentarlo incluso?
¿Intentar qué, exactamente?
¿Qué sabes, exactamente?
Ahora mismo, no creo que sepas nada.
No he tenido la suerte de conocer a una mujer tan hermosa como tú,
y nada tiene que ver con el famoso proverbio chino.
Es una cadena de malas coincidencias, tan enredada y sólida,
que comenzó con mi nacimiento y aún no tiene fin,
y a diferencia de nosotros, no quiere acabar con sencillez.
La vida tiene aún un exceso de maldad que ofrecerme.
¡Y absolutamente fuiste tú lo peor que me sucedió!
y no es porque seas mala persona
Pero te metiste en mi vida,
y creció mi interés por ti más de lo que necesitabas.
Ese era el dilema principal.
No hablo de un dilema existencial.
No hablo del poema que no he leído
ni de los poemas que leí después.
Tampoco hablo de tus ojos transparentes,
ni de tus pequeños pechos,
ni de tu ceñido trasero,
ni siquiera de tu voz infantil
ni de tu mente, compleja en su estructuración.
Ya sabes cuánto amo tu mente.
Y que te amo,
quiero decir, te amaba.
Sí, te amaba...
Se supone que ahora todo debe estar en pasado.
Además, ya sabes también que amo el pasado.
Quiero decir, me siento seguro cada que pienso en el pasado.
A pesar de la fealdad... de aquel pasado.
A pesar de la atrocidad... de aquel pasado.
A pesar de la extrañeza... de aquel pasado.
¡A pesar de... todo... aquel pasado!
Ashraf Fayadh. Traducción de Khalid Raissouni
*
Ejecución de órdenes
Nos están marcando por teléfono, un momento
antes de dejar a las bombas caer. El teléfono suena
y contesto. Al otro lado, hay alguien que conoce
mi nombre de pila, y habla el árabe perfecto, y me
dice: “Te está hablando David”. Mientras escucho
la sinfonía de estampidos sónicos y vidrios rotos,
pienso: “¿Yo conozco a un David en Gaza?” Pero nos
están marcando por teléfono para decirnos que nos
corramos de aquí, ahora. “Usted tiene 58 segundos
a partir del final de esta llamada, antes de que la
casa de usted será bombardeada. No nos importa
que usted no tenga a dónde ir; que las fronteras
estén cerradas; y que sus documentos no valgan un
carajo, salvo una pena de cadena perpetua en esta
cárcel al lado del mar. Córrele, señora. No queremos
matarla. Ya sabemos que ahí solo viven usted y sus
hijos, comiendo pan mientras miran el final de la
Copa Mundial de Fútbol; que quieren que Argentina
gane el partido, y de vez en cuando miran hacia
las velas dejadas al lado de la televisión, para
cuando se corte la luz. Es que, usted y sus hijos
no deberían vivir ahí, y ahora es su oportunidad de
ir a otro lado, a ningún lado. Sabemos que no le
estamos dando el suficiente tiempo para encontrar
el álbum de fotos, la manta favorita de su hijo, la
solicitud universitaria casi terminada de su hija,
sus zapatos, ni siquiera para llamar a todos en la
casa. No nos importa su vida. No nos importa quién
es usted. Pero demuéstranos que usted es un ser
humano; demuéstrenos que usted tiene dos patas;
demuéstrenos que usted puede correr”.
Lena Khalaf Tuffaha. Traducción de Shadi Rohana.