Dom 26.Ene.2025 11:51 hs.

Buenos Aires
T: 28.1°C  H: 33%

poemas-de-jujuy-a-tierra-del-fuego  | 

Poemas de Claudio Simiz (Buenos Aires)

24.01.2025 10:35 |  Noticias DiaxDia  | 

De La guerra y los niños (inédito)

Han visto a un niño

Dicen que han visto a un niño
vagando, huérfano, en Gaza…
Después lo vieron arrastrándose,
mutilado, en Ruanda…
Cuentan que pasó desangrándose
de balazos sin nombre en Sinaloa…
Parece que ahora repta sin aire
bajo los escombros de Mariúpol…
Dicen que nunca cesan
el dolor y la guerra,
los niños, la esperanza.

De Penúltima tregua (2024, Detodoslosmares)

La esperanza

I

Acaso el sol solo sea la llaga
imponente
impotente
una sed de milenios
que nos ahogará
entre sus fuegos
sin poder saciarse.
Pero queda la noche
sus desvanes
su anunciada acechanza
sus abismos
que invitan a olvidarnos.

II
El corazón
funámbulo sin meta
sin contrapeso
el corazón
sonámbulo
a contrapaso de Dios
se estremece
oscila quedamente
acaba de entender
su tiempo
su lugar
laten entre la cuerda y el abismo
él mismo
es apenas
una versión atónita del aire.

III
Mientras nuestros labios acezantes
rezuman ese vaho
de deseo
de miedo
y multiplican el instante
en un vago ademán de eternidad
quién sabe
nadie sabe
cuántas historias rojas farfullarán las balas
cuánta pureza trizada
alimentará el fango
cuánta yema anhelante
habrá vuelto humo el fuego.
Cuando nuestros labios se separen
seremos un preludio
remembranza
de polen y ceniza.

IV
Hay días que esquivamos la esperanza
como a una luciérnaga emponzoñada
medimos
acolchamos nuestros pasos
como si cada mata escondiera una mina.

Hay días en que buscamos desbocadamente
la esperanza
la aferramos
hasta el último aliento.

Una noche habrá en que el títere
asome tras los lienzos y descubra
la platea vacía
los piolines sin dueño.

V
La única esperanza es no saber
dónde
cómo
cuándo
se hace bosque el sendero
perder la brújula
el péndulo
dejar que se disloquen
el timón
el remo
que el viento nos dispare
el sombrero
los lentes.
La única esperanza es saber
saborear ese tinto
que noche a noche
bebemos codo a codo
con la muerte.

VI
No sé por qué
pensamos un pájaro
una estrella
al levantar la frente
por qué
imploramos la llegada
el final de la lluvia
por qué
después
antes del beso
tus labios se demoran
trémulos
inasibles.

VII
Una isla puede ser
una luz al final del naufragio
una cárcel tras el muro sinuoso
del océano
un refugio para el vacío
el sueño en carne viva
una atalaya para el grito
que sólo oirán
los petreles
los ángeles.
Somos ese archipiélago
que llaman esperanza.

De Haiku (2023, Macedonia)

La bruma cede.
Todo es antiguo y nuevo
esta mañana.

El alba tarda.
El silbo del zorzal
le abre camino.

Ya amanece.
La luz tiende escalas
a nuestro sueño.

De Otros silencios (2022, GS editora)

Mutaciones
I

Dentro de unos instantes seremos otra vez la lluvia. Ella comenzará su canto, nosotros nos iremos embebiendo de silencio. Su repique irá urdiendo disonancias ecuánimes.

Al rato creeremos que olvidamos la lluvia. Y que la vida sigue, y que somos los mismos mientras sus gotas siguen macerando la calle, restaurando el temblor de las hojas, hermanando rincones con su rumor unánime.

Un día extrañaremos la lluvia, sus contornos esquivos. Acaso sin saberlo, estaremos lloviendo, lloviéndonos.

II
Y uno ha sido la espina terca, hostil, la incandescencia del dolor o la belleza cuando se ha descubierto pétalo, rumoroso germen de una corola… y no ha dejado de ser, por un instante, esa hoja trémula aferrada al tallo, asomada al abrazo del sol y la caricia desdeñosa de la cellisca. El miedo o el amor han transmutado en espolón o flor sin preguntas, sin plegarias, sin sueños.

III
Y de pronto voy siendo oriundo de tus manos, verso exhalado por tus labios, concavidad sumisa de tus senos.

De pronto me voy siendo el exilio de a gotas, de a instantes cabizbajos, de a desencuentros tácitos.

De pronto, Dios recobra su bruma originaria, su inaudita orfandad, su aturdido silencio y nos sentencia, nos suplica: “Ámense”.

De Morral del poeta (2021, Edic. Del árbol)

Algún día

Algún día dejará de doler el corazón.
Algo restañará en secreto su arboladura de ángel,
su pureza inmolada.
Alguien destemplará dulcemente sus garras,
cegará para siempre sus abismos.
Algún día dejará de doler el corazón.
Algún día se desperezará,
se azorará en el vuelo de su propia plegaria.
Algún día ya nada gemirá sordamente entre sus velos,
ya nada entenebrecerá sus pasadizos.
Algún día dejará de doler el corazón.
Los pájaros, los niños, vendrán a recogerlo
como una fruta sabiamente tardía.

De Tránsitos y Persistencias (2017, Tahiel)

La Primavera no es

La madrugada en que comenzaba la primavera, un niño de cuatro años que vendía flores en una ruta con su madre y hermana, murió atropellado por un auto.

La primavera no es de la florida
reina que arroja besos a la gente,
ni del alcalde, ni del Presidente
que corta cintas con su mano henchida.

La primavera no es del homicida
que desflora la vida impunemente,
ni del rico, que empuja al indigente
a convertir sus hijos en herida.

Ante tu cuerpo en lirios deshojado
la primavera huyó de lado a lado
escondida en disfraces y en apodos.

Un día volverá tu canto tierno
a desterrar los ramos del invierno
cuando la primavera sea de todos.

De Café con lluvia (2016, edic. de autor)

Lluvia
                       A Lautaro

Hijo
en esta hora
tal vez veas solo un hombre
y su lápiz silencioso
en una tarde triste.
Sin embargo
ese hombre ha sabido deshabitar
de a ratos
su esqueleto
a la hora en que se acaban
las respuestas
las preguntas
y sólo queda el salto.
Un día sus huesos
sus huesos se quedarán
definitivamente solos
y entonces podré decirte
sin que lo sepas
que se puede asir el infinito
por un instante
(eso lo aprendí de la lluvia)
porque una tarde de lluvia
por vez primera
me vi de sueño entero
y fue en tus ojos.

De Tango (en Cuatro poetas de verano, 2015, Edic, Tres más uno)

Uno
(Homenaje a Enrique Santos Discépolo)
I
“Si olvidara a la que ayer lo destrozó”
E. S. D

El hombre palpa
cauta
dolorosamente
las estrías que le dejó el amor
el paso intempestivo
impío del amor
los jardines segados
anegados
los nudillos pletóricos
de cosas esfumadas
esa tarde
y empieza a comprender
que él ahora es esos intersticios
esas trazas
que le dejó la gubia del amor
esa tarde
en que Dios decidió liberarlo de su sombra.

De Actas del Naufragio (2014, Edic. Del Arbol)

Tempestad
               “…qué trole hay que tomar para seguir”
                Cátulo Castillo


1
La pregunta es qué hacer con la memoria,
convivir con sus gestos escorzados,
su intangible gravedad,
desafiar sus meandros,
sus abismos,
hacerle un lugar en nuestra cama
dándole vanamente la espalda,
como a la mujer de cada noche
o al insomnio.
La pregunta es qué hacer sin la memoria
con tanta hora por habitar,
tanto camino hostilmente virgen,
tanta cruz que cargamos
y nunca entenderemos.
La cuestión es saber si el recuerdo
nos aferra
o lo aferramos,
si somos algo más que esta furia
en pos de las arenas de la eternidad,
del olvido.

2
La pregunta es en qué
se convierten los sueños,
su imponente, mutable arboladura,
su arquitectura frágil, implacable.
Entre la desazón y la esperanza
el camino se obstina,
trasegado, esquirlado
de caricias y lágrimas,
esta obcecada costumbre
de olvidar los siglos
que median entre el alba y el ocaso.
La pregunta es qué quedamos
después de la vigilias inhóspitas
del sueño,
cuando las cosas vuelven a ser
imperturbablemente ellas
y nuestra piel, un páramo
de costras imperiosas.

3
Y cuando el deshojamiento
se insinúa intemperie,
y ya la calma abruma
de tanta soterrada tempestad,
uno debe preguntarse
dónde aposentar su corazón,
lo que queda de él,
desnudo y grave,
henchido y seco.
Uno nunca ha podido redimir
su carga mal estibada,
monitorear los ángeles y espectros
que lo agitan,
y menos precaver el momento
del aleluya o réquiem.
Uno,
repito,
debería dirimir antes del alba
dónde aposentar su corazón
después de tanto día filoso,
tanta sentina abrumadoramente huera.
Acaso
todo sea cuestión de
silenciarse,
de nombrar el instante
en que el sueño
se nos vuelve recuerdo.

4
Tal vez la penumbra ya sea suficiente
para preguntarse
tras qué máscara capear el desencanto,
cuándo entornar piadosamente el espejo,
cómo difuminar la luz agria de la verdad.
Si la semilla iridiscente es patrimonio de lo gris,
si nadie ha desollado la epidermis del día,
si ni la sombra regresó de lo imposible,
entonces
es hora de poner el corazón a sotavento
o al garete,
descifrar,
desafiar
(acaso en el regusto dulzón de lo perdido)
el pacto del desencanto
con el desencuentro,
esa Caribdis sorda donde la niebla se desvanece
y ya no nos hallamos.

De Tríadas II Nombres (2012, edic. de autor)

Nombres
I

Los nombres que le damos a la muerte/no son el nombre de la muerte/las
cosas que decimos de la muerte / no son las cosas de la muerte/las noches
que soñamos con la muerte /no son las noches de la muerte/
La muerte es ese día/silente innominable/ hoy acaso/ este que nos
discurre insularmente solos.
II
Todo lo acariciado por el hombre/envejece de golpe/como un pétalo
ultrajado.
Todo lo imaginado por el hombre/llega a su fin exangüe
enrarecido/extranjero entre sus propias alas/
Todo lo construido por el hombre/vertiginosamente se revela chatarra/se
desploma precozmente de ruina/
Por eso/entre otras cosas/voy a callarte/amor/no vaya a ser que si te
nombro/nos deje de llover la misma lluvia.
III
Debajo de los nombres de las cosas/acontece indomable sereno el
universo.
Los nombres de las cosas son el muro/la coraza de hielo/que nos divorcia
el aire de la tierra/y nos aleja el agua/sus seres ondulantes/
Debajo de los nombres de las cosas/la vieja tejedora minuciosa/la feroz
alabarda renacida/la Poesía.

Claudio Simiz nació el 1 de junio de 1960 en la ciudad de Buenos Aires. Escritor, docente, periodista y animador cultural, ha desarrollado su actividad, fundamentalmente, en el Oeste del AMBA. Es Profesor, Licenciado y doctorando en Letras (UBA). Entre 1985 y 2013 se ha desempeñado en Educación Superior y ha estado al frente de diversas cátedras en el área de Literatura, Lingüística y Didáctica de la Lengua, destacándose su tarea como capacitador docente (Reg. IX de prov. de Buenos Aires). Desde 2015 se ha desempeñado también en Educación Artística (Superior). Ha sido docente en la U. B. A. y en otras universidades, ponencista o invitado especial en Jornadas, Encuentros y Congresos en varias localidades del país y formó parte de equipos de investigación docente. Ensayos de su autoría fueron incorporados a volúmenes compartidos editados a partir de 1992. Ha obtenido premios en concursos de poesía y narrativa en el país y el exterior, se destacan los de “Poesía Guajana” (Puerto Rico), Universidad Bonaventuriana (Colombia), UBA (poesía) y Universidad Nacional del Sur (concurso Nacional para poetas jóvenes), entre otros . Ha sido jurado en certámenes de poesía y dramaturgia. Recibió el premio a la trayectoria artística “Violeta Castro Cambón” en 2008 y ha sido declarado Huésped Académico por la Universidad Nacional de Jujuy en 2005. Su libro de cuentos De solitarios se editó en 2011 (Premio Artetilcara) y otro, de cuentos y relatos, Los años pasan según (Primer Premio del Concurso Internacional “Antonio Di Benedetto”), en 2014. Ha sido incluido en varias antologías y fue traducido parcialmente al inglés, guaraní, portugués e italiano. Desde inicios del S. XXI fundó y dirigió la publicación electrónica “Conurbana .cult” y el canal “Nuestra Educación Poética”, así como varios ciclos artísticos, se destacan “Antes que venga ella” y “Cruce de palabras”. En 2023 se publicó electrónicamente (RC ediciones) Su Poesía Reunida (1980-2017) con estudio de Claudia Rivas y prólogo de Rafael Oteriño. En 2015 publicó (Tahiel), su antología personal castellano/inglés Tránsitos y persistencias, con prólogo de Santiago Sylvester. Editó y prologó las selecciones Pan de agua (poesía social bonaerense) y El fuego entre los labios (poesía mística argentina contemporánea). Cuatro de sus obras dramáticas se han llevado a escena, se destaca Circo Exodos (reiteradamente representada en el ciclo “El Teatro y la Historia”, desde 2010). Creó y codirige la plataforma “ALEGRANZA: hacia una Educación Poética” desde 2019 y coordina un taller y un café literario en Capilla del Monte, donde reside; también es co-creador del encuentro Literatura en las Sierras, desde 2022. Visita escuelas y espacios culturales dando talleres, recitando y cantando textos poéticos en el noroeste cordobés. Creó Yogarte espacio vinculado a la meditación y el arte.
Contacto: claudiosimiz2012@yahoo.com.ar

síganos en Facebook