Hoy me desperté pensando en las redes sociales, en las personas que interactúan en esas redes sociales, en sus actitudes frente al posteo de un otre. Habría que hacer un estudio milimétrico de análisis de los comportamientos humanos.
No debemos olvidar que la pandemia ocasionó un desbarajuste en las vidas a nivel mundial. Y la cultura se vio afectada, los espectáculos se convirtieron en zoom donde los rostros se multiplicaban a través de una pantalla, muchos vivos con una internet no siempre a favor de los organizadores y participantes, con los sonidos de las voces yendo y viniendo, en ciertas ocasiones hubo que encender varias velas, cruzar los dedos, encomendarse a las distintas religiones para que la presentación en cuestión no se cortara.
Me pregunto si la cantidad de me gusta que aparecen en las redes sociales ante algo posteado representa que una obra es buena o no. Gran incógnita. En ocasiones leo buenísimos textos que no tienen ni un me gusta, ni nadie los comparte. Estan a la deriva, solos, como desahuciados, tiritando de frio. En contraposición con aquellos que reciben alabanzas supremas, reinados ampulosos... ante esto creo que las personas son extrañas, difíciles de descifrar. Bajo que parámetro se encuentran.
Mi interrogante es si esto es resultado del ostracismo al que nos enfrentó la pandemia. Haber estado solitos con nuestra alma.
La cultura a veces se transforma en reproducciones, en humo, y pareciera evaporarse. La revolución cultural espera