Una cultura para todos y todas, que se mezcle en lo cotidiano, que no excluya. Por Claudia Ainchil

¿Podremos superar algún día la inmediatez de lo secundario, lo líquido, aquello que muta y no provoca revoluciones de opinión, de creatividad? ¿Podremos dejar de humedecer a la palabra, y convertirla en el instrumento para llegar al otre?

Qué importante es no quedarnos sólo con la simple luminaria de los ya conocidos. Por ejemplo, a veces sucede que algunxs no tienen la posibilidad de poder mostrar sus textos, o sus obras, tiene cabida sólo un entorno cerrado. Hay que abrir el juego. La movilización de ideas parte de lo más simple, abrirse, dar paso a cada creador para que pueda participar, mostrar su arte.

Juan Gelman en la entrega del Premio Cervantes dijo: “¿Acaso el aire no nos sigue hablando? ¿Y el mar, la lluvia, no tienen muchas voces? ¿Cuántas palabras aún desconocidas guardan en sus silencios? Hay millones de espacios sin nombrar y la poesía trabaja y nombra lo que no tiene nombre todavía”.

Una cultura para todos y todas, que se mezcle en lo cotidiano, que no excluya. Una cultura de amores completos e incompletos, de palabras desembocando en territorios de sensibilidad que nos deje boquiabiertos. Cultura que pone la carne al asador, que se pone al asador, que no tiene nombre específico porque no desea un mote. El amor es más fuerte, dice una canción.

Mientras escribo estas líneas se interpone la realidad, 

La palabra… Cada combate interno y esas maletas que esperan. Lo necesario y lo innecesario. Los distintos tipos de escaleras, el situarse e ir ascendiendo o los escalones para descender.

Una identidad / esa lengua original / cómo somos / qué trajimos / quienes entre comillas / tenemos la palabra / el ápice incautado / tantas quimeras / agotamientos con zigzag / sin ser propiedad exclusiva / recorriendo subterráneas madejas ascensiones / nos fue entregada como elíxir / para desafiar batallas / esas boquiabiertas contiendas / como iniciados en bruma/ nube sol / abrimos prolongaciones de vocablos / con rumbo a ese mar de matorrales / algunos agujereados / por aromas orillas corazones removiendo regazos / mapas cubiertos de historias / y hojas en la calle.

Cómo construir puentes y que se mantengan intactos, que no se derrumben. Comunicar más allá. Situarnos en el arte y reconstruir el mundo. Convertir las densas humaredas. Puertas y ventanas abiertas. Cada espejo habitado. El otro. La cultura marca hacia dónde nos dirigimos, quiénes somos.