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La Poesía y la Patria desde una óptica personal y expresiva. Por Cristina Pizarro
06.06.2025 10:54 |
Noticias DiaxDia |
Preliminares
Hay distintos modos de manifestar aquello que nos resulta difícil de definir. Y entonces nos damos cuenta de que algunas cuestiones que parecen muy familiares nos resultan extrañas. De ese modo, nos vemos compelidos a observar con suma atención lo oculto que desconocemos. Lo inabordable puede surgir de modo sutil y delicado por medio de descripciones alegóricas en los paisajes de nuestro extenso territorio nacional.
Es lo que me sucede con la concepción de Patria y, en mi caso, ligada a la Poesía.
Muchos escritores argentinos y de otras nacionalidades, han dejado inmejorables poemas, por citar algunos nombres: Leopoldo Marechal, Jorge Luis Borges, Francisco Luis Bernárdez, Julio Cortázar, Silvina Ocampo. En la lengua inglesa, merece enunciarse a Geoffrey Chaucer, The Canterbury Tales, que alude a las costumbres de la Inglaterra Medieval; en William Blake, observamos la denuncia social en “London “, “Tiger”; en Lord Byron Child Harold’s Pilgrimage, la crítica a la sociedad industrial. T.S. Eliot en The Wast Land, retrata la decadencia de la sociedad occidental. Por otra parte, en lengua francesa, es preciso nombrar la magistral obra de Victor Hugo, Los miserables, así como también “El barco ebrio” de Arthur Rimbaud.
Perspectivas desde el hoy
Después de lo antedicho, esbozaré mis apreciaciones subjetivas con un tono expresionista. Nuestro vasto territorio fue escenario de luchas por la Independencia en el siglo XIX. Hombres y mujeres se entregaron con coraje y anduvieron por caminos ásperos, sorteando plagas en pantanos contaminados. Guiados, únicamente, por la luz de las estrellas, acompañados por el canto de los pájaros, enarbolaron banderas y estandartes.
En la línea de fortines del Río Salado, con la paisanada en los confines del desierto patagónico, cabalgando en las mulas vadearon ríos y arroyos pedregosos. Sin temor a los vientos, que cada tanto y, a veces, acariciaban sus mejillas con aroma a hierbabuena. Sin palpitar ante los cadáveres devorados por las aves carroñeras. Desde la Puna hasta el fin del continente.
Mis recuerdos
Yo no conocí esa patria valerosa. Me la contaron mis abuelos que cultivaron las tierras en la llanura pampeana, que cuidaron las viñas riojanas, trabajaron vendiendo verduras en el Mercado del Abasto, las mujeres que cosieron vestidos para las señoras elegantes y confeccionaban flores artificiales para el adorno de sus sombreros, que trabajaron en la inauguración del Primer Gasoducto en Comodoro Rivadavia.
Mi patria es la memoria de la infancia de mi barrio con calles empedradas y sabor a locomotoras inglesas. También la cuadra de tierra por donde pasaba el carro del lechero con los tarros tintineantes repletos de leche, aún sin pasteurizar.
Mi patria es la estación de tren del Ferrocarril donde con fervor esperaba su arribo en los andenes para ir rumbo a un destino nuevo. Y contemplaba desde el puente la máquina de vapor y de diesel hasta que sonaba el ulular de la sirena, que me alertaba sobre el futuro. Asientos de cuero para la primera clase y de madera para el boleto de segunda.
Mi patria es la cordillera cuando vi sobrevolar al avasallante cóndor andino.
Cuando descubrí el Cristo Redentor. Cuando me fusioné al espejismo de los glaciares del Perito Moreno. Cuando me sumergí en una selva en galería en el Delta del Paraná cerca de la isla donde estuvieron muchos prisioneros.
Mi patria se enaltece en las faenas del campo, en el bullicio de las fábricas que nos proveen el alimento cotidiano. Mi patria es la inmensa escuela de mis primeras letras y el magisterio donde surgió mi vocación por la enseñanza y aprendí los valores de las artes y del ser.
Con tristeza
Y en el lado oscuro digo también:
Me duelen los niños que delinquen, las niñas pequeñas vestidas como vedettes.
Las largas filas en los subterráneos y paradas de colectivos.
Los camiones de hacienda, de combustibles en las rutas miserables.
Los chicos hacinados en un boliche sin oxígeno, carne de caño de los narcos.
Las estaciones abandonadas convertidas en polos gastronómicos.
La destrucción de los monumentos.
La demolición de las casonas…
¡Ay! Patria mía
Mi patria ahora es la esperanza y el consuelo por la vida en libertad y justicia.
Te amo, Patria,
sin engaños
entre soles y lunas,
entre el mar y las montañas
en mi barrio de la ciudad de Buenos Aires.
CRISTINA PIZARRO- Buenos Aires, Argentina.
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Estudios de grado y de postgrado: Profesora de Castellano, Literatura y Latín por el Instituto Nacional Superior del Profesorado “Joaquín V. González. Coordinadora de Psicodrama Psicoanalítico grupal, del Centro de Psicodrama Psicoanalítico Grupal de Eduardo Pavlovsky. Licenciada en Educación y Gestión Institucional por la Universidad Nacional de Quilmes. Master in International Poetry. Commissione di Lettura Internazionale con sede in Trento. Postgrado en “Escrituras, Creatividad y Comunicación” (FLACSO).
Fundadora del GRUPO A.L.E.G.R.I.A. Fundadora de la Academia argentina de Literatura Infantil y Juvenil. Catedrática y Gestora cultural en el país, Latinoamérica, Europa, Oriente y Medio Oriente a través de sus viajes y en medios cibernéticos. Sus publicaciones abarcan la poesía, el ensayo, la narrativa, textos de teoría literaria con orientación pedagógica-didáctica, poesía y relatos para niños.
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