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Cúpulas de mayo de Karina Lerman. Por Pablo Queralt
06.07.2025 10:17 |
Noticias DiaxDia |
En la ciudad el mundo sensible es explorado por el inteligible en lo que sucede, un contar la vida como quién cuenta los hilos de la trama. Reescribir todo aún cuando la tristeza en su ritual desdibujado galope campo adentro. Abrir la puerta donde todo comenzó, ese puerto donde quedó todo, la fuerza que hace sentir el beso que la memoria guardó. Eso trabaja este texto. Tanto el urbanismo, las situaciones de barbarie, conjuran las disciplinas creativas, tanto como el análisis de lo instituido, la poesía, el psicoanálisis, formas innovadoras de transformación. Desandar las horas de esa tierra suspendida que no suelta las amarras para resingularizar. Aquí hay esquina, orillas, ritmo de aguas, travesía del mapa, oro, color de un último resplandor en las cúpulas, el ojo, el oído, la respiración, la trama reversible del poema, el sitio inestable. Una idea del mundo que va relatando el poemario como una caja de resonancia, el mundo que allí se capta, lo que dejó su huella una fuerza que nos empuja como golpes que dejan su impronta disparando lo que sucede. Ver la deconstrucción y la construcción de un mundo donde las palabras se atacan unas a otras buscando ese contraste propio entre los días de prisa y la urgencia de vivir. Los argumentos en ritmos de placeres como música que rechina y deja marcas que sellan la mente. El poema es una coreografía no letras moviéndose, tiene un sentido, dice aquí estamos aunque no me puedas ver. Crean universos mutantes de lo que fue y es en esa implosión. En una ciudad que parece hundirse en la apariencia de lo que hay y no hay, donde todos pueden ser el verdugo, una ciudad de la inclemencia, se hace corazón, se confunde, y va lo que agoniza en lo que el alma ve y la mirada no, estableciendo la patria espiritual, como seguir sino. Estar lejos y estar cerca parece la suerte del poeta, testigo en el largo regreso a casa. La ciudad es una sepultura donde estamos todos prisioneros, una especie de pueblo blanco, donde el que canta dice “escapad gente tierna que esta tierra está enferma y no esperes mañana lo que no te dio ayer, que no hay nada que hacer”. Cada poema lo marca, estamos en un mundo sometido a la impermanencia en la concentración del vacío, como máquina de convicción auto-fundadora de otro mundo puesta en el ser. El proceso sería ir de territorios colectivos a territorios universales trascendentes, del mundo viviente, el social, a la psique y lo ontológico entre espíritu y materia. En otra entidad espacio- temporal en una transversalidad de hipertexto. Es la búsqueda de la autoafirmación del ser y la existencia como rumbo, como salida de esta estructura de hierro y vacía, en el para sí y para otro. Comienza el cielo donde están las cúpulas con sus mártires en la curva del paisaje ensombrecido.