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Una luz celeste de Diego Colomba. Por Pablo Queralt

05.09.2025 14:03 |  Noticias DiaxDia  | 

Un friso donde se pintan las acciones del territorio campestre: los quinteros, los hortelanos, las comadres que venden huevos en cestillas de mimbre, la labor diaria, la sed que solo calma la canilla. Es un beber de una nostalgia soltada en esta luz celeste para que acabe un mundo y otro viva para que frague día a día la vida verdadera. Así soltados en esta brisa campestre se suceden las acciones entre el ente corpóreo y el ente externo de un mundo del trabajo en el lugar, una naturaleza obligada trabajada entre los olores, la pasión y la necesidad de algo o de nada, el lóbrego trabaja mientras trabaja a golpes de sol y de agua comulgando días para aprender la muerte. Todo se va acumulando para ser costra, alma de piedra, canción que rompe la cáscara para morder y no pensar porque es perder energías, en un olvidar para no tener memoria y vaciarse para darle un espacio al alma. La vida vegetal, la animal tienen espacio, se diseminan por el poemario haciendo una suerte de escenografía viviente, señal de otras cosas como una bienvenida sabiduría. El tiempo y el espacio se cosechan, soportan el vacío, la espera de una verdad de mundo. Una prosa poética donde habla la naturaleza y lo humano de la vida laboral del campo donde el mundo parece mentira y la vida inverosímil, en un documental que el poeta narra, filma, poetiza verso a verso, escena a escena, donde todo se come, se huele, se traga. Donde todo se aprende en un rozar permanente, así el verso amarrando a materias de expresión crean un sistema arborescente estético en normas, derechos, deberes de lo natural, lo propio hecho lenguaje, prosodia lineal de piezas compatibles con la mecánica laboral y mental campestre que un yo fílmico va documentando. En una conformación procesual de modalidades expresivas a partir de huellas, marcas, de un territorio existencial de lo propio en un movimiento incesante que pone en relieve lo que salta a la luz, lo que atraviesa a todos en encuadres que crean un paradigma estético humano campestre. Se trabaja una transversalidad labrador /campo en todas sus armonizaciones y mutaciones, una verdadera autopoiesis / hipertexto de lo campestre. Hay una interacción cósmica campo/cielo/universo existencial/atemporal, todo es cuestión de mirar dice el campesino pero siempre la verdad está del lado de la muerte. El yugo, la carne de yugo de una vida dura cuando el calor se va del mundo, y todo es luchar, apretar los dientes trabajar. Porque sin imaginación es la soledad absoluta. El ecosistema se visualiza constantemente en este mundo: si la lluvia moja o no la tierra, el viento, la luz, frio-calor, un Dios presente, un Apuleyo que sabe remover la tierra para la siembra, un manual de la siembra y la siega, un aprendizaje de los sentidos en un sensorio llamado campo y cielo.

Cómo mantener las palomas a salvo de las víboras

Escribió los nombres de Adán y Eva sobre la puerta, ventanas y las cuatro esquinas del palomar, por la parte de dentro. La pareja buscó a Dios en la energía de un árbol, un fruto. Mal aconsejada. Pero Dios está dispuesto en madera muerta, cortada a escuadra.

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Gallinas

Si una gallina se come los huevos, se tendrá que sacrificar. Porque si no, las demás seguirán su ejemplo. Se hace siempre el mal. Un mal intolerable.

Sembrar

Para el viejo es momento: el cielo parece traer lluvia y viento del norte, que no enfría la tierra. Hoy hará la primera siembra. En cuarto creciente. Cuando las estrellas se destacan arriba y las semillas se prodigan bajo tierra. Pareciera que querer en el vacío es la máxima felicidad.

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Don Apuleyo

Mezclaba lentejas con lo que fuera a sembrarse. Y así hace también. Como algunas personas que son proclives a sufrir el daño, las lentejas reciben los males con celeridad. Y se salvan las simientes.

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Abundante

El viejo voltea la tierra para la siembra. Ha grabado el nombre de la planta en el mango de la azada. Con un punzón. La experiencia le ha enseñado que la espera es fructífera.

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Un huerto tiene lo que tiene que tener

Si se tiende al lado de la casa. Cuando sopla el viento, lleva el buen olor. Con árboles que den sombra pareja. Que los altos no le tapen el sol a los más bajos. Y con flores entre los árboles: rosales silvestres, jazmines, azucenas, violetas y azafrán. Todas dan buen olor y agradan a la vista. Pero se trata de seguir la intuición. La inteligencia se usa solo para limpiar el terreno.



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