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El cuerpo dormido de Misael Castillo. Por Pablo Queralt

Ediciones Monserrat 

13.11.2025 19:35 |  Noticias DiaxDia  | 

De que se compone el cuerpo donde un alma recorre amansando animales? El nonato tiene el cuerpo dormido que juega a vivir, en su poco territorio. Es un no nacido, un susodicho difunto, que nos transmite su pervivencia, su relato? Hay allí un misterio de lo dicho, un entrever, un relato sugerido pleno de sentidos. La pena, la rabia, lo que hubiera llegado a ser se transmite en silencios que abren palabras justas, adecuadas de situación. La carne de la sensación y la materia mezclados allí en el relato, una composición encarnada como la materia de la música construye su performance estética. Con fragmentos del poemario tal como “empezaste a cavar la fosa severa donde dejar tu árbol dormido”, elegía y sonido del movimiento infante del tambalear entre dos abismos, arriba el cielo abajo el dolor, el llanto hermano, como una cascada de sangre que volverá a correr los nuevos campos de esta extensión de la herida, de la tierra, de la nada. Voces que se hermanan en cómo darle la espalda a la muerte, y la del que tiene todas las voces para hacer volar a los pájaros del mundo, todo ese potencial blandiendo el grito monótono que arrastra el universo de la perdida, que se absorbe, se incorpora, se digiere, para escapar de los sueños mortuorios- puntos de ombligo- para dar infinito a un mundo bloque maquínico que se desprende del cuerpo de una carne desterritorializada. Una inercia entre el ser y la nada, el ser ahí en otras intensidades: el significante, el sujeto y el otro, logrando el contra-efecto, que se hace modalidad estética de pensar la finitud y el aquí. Lo animal presente en la elegía- la mano pájaro de una madre que partiría con su hijo nonato, en la sombra de los ojos un pequeño monstruo que corre por su vida , el débil animal que todos esperaban deambulando por el lenguaje pastoso de lo in-imaginado- fabula, mito, la tragedia, lo que sobrevive “memoria hará de hacer”. Como guardar un mar entero dentro y si muriera de vuelta agarraría su corazón como un lenguaje, ya que las palabras no dicen nada. Ficción o realidad que suceden en esta vida donde lo real es traducido y lo irreal se vive, al fin lo que puede lograr un texto. Acaso ficción no es otra forma de realidad. Encontrar al muerto que fuimos y somos otras veces, si logro y fracaso tienen esa magnitud pasionaria cuando lo queremos sacar de la tierra para volver a contenerlo en el aire. Es una originalidad poemática esta imaginativa de escribir desde el sentido y sentimiento del difunto y de sus deudos, que me lleva a los versos del poema Elegía de Miguel Hernández que repiquetean en mí y se yuxtaponen con esta versificación que compone El cuerpo dormido.

el nonato empieza a perder

cuando se dio cuenta
por completo lo cubría
la mano del animal glorioso
que con su mirada rebozada
en la simpleza le quitó
el sonido y la vista

le habían prometido tropeles
de música incesante
la eterna frágil danza
de los tordos en la superficie

le habían prometido
dolor la blancura
exacta de las palomas
el cielo gorjeante de la tarde
la figura propia dibujada
en el resplandor
de la hierba despareja

mientras la mano lo tuvo
perdió todo con su gesto
de pájaro durmiente
cerró los ojos y sin ver
dentro suyo
los abrió nuevos

dijo
—agarré mi corazón
con las manos sucias—

y no pudo decir más


todas las conciencias tienen hijos

en la sombra de mis ojos
nació un pequeño
monstruo que corre
solo por la vida

nació en los ojos pero no
observa movimiento

toca las cosas para moverse
todo tiene miedo de romper

si lo dejara solo en el monte
el mundo entero
extinguiría

si para darle
de comer le quitase
las cadenas que lo atan
se abrazaría a mi cuerpo

nunca funcionaron
con nosotros
las palabras

pero intento
rearmar todo
lo que toca

el linaje propio

como no sabían qué era
todos aguardaban la llegada
del débil animal
glorioso que impávido
deambulaba sobre
un lenguaje pastoso

dijeron que lo vieron
(los que no lo vieron)
que conversaron
con él que lavaron
sus pies que tejieron
su carne bajo la lluvia
dijeron que era un hombre
con rostro de niño
último en su sangre

que esa sangre sería
capaz de arrasar
todo como el agua
sucia del río que no libra
su color pero muestra
con su cuerpo

lo seguirán esperando
a ese niño que regresa
largo por la costa
sacrificando su linaje
para nada

el perdón

caminé sobre el silbido
de un gorrión
suave no hice peso
en su espalda no fui
un peso para nadie

ahora que el cielo
borealiza mi corazón descubro
que estuve solo
que estuve lejos

ahora camino en la pradera
juntando los retazos
que le faltan a mi cuerpo

la sábana de tierra oscura
el agua turbulenta
el tembladeral

tal vez nunca llegue
pero seguiré caminando
hermano
para darte todo
lo que tengo en mis manos


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