Aparentemente, los analistas de sistemas, programadores y administradores de redes no son necesarios en un mundo hiperconectado o, en todo caso, esos puestos laborares serán ocupados por quienes puedan pagar una educación diferenciada y privada.
El modelo positivista argentino ha sido muy criticado por su excesivo verticalismo; curiosamente, tomando ese pretexto las versiones reformistas de los noventa avanzaron con políticas que destruyeron lo poco que había subsistido tras el tamiz de la última dictadura militar.
El macrismo tiene la oportunidad única de avanzar hacia una escuela de calidad. Para eso debe consultar a la comunidad, en lugar de imponer su visión unidimensional de acentuada matriz neoliberal.
Por eso el PRO hoy sufre el bestiario del que no pudo escapar la narración fantástica de Julio Cortázar y, por el cual, el escritor prefirió trasladarse a Europa.
En esta búsqueda de que Buenos Aires vuelva a ser la París del Plata, Mauricio Macri y Esteban Bullrich no saben qué hacer. Escuchan ruidos extraños en al menos 7 escuelas. Por si acaso, están a punto de tirar la educación pública a un tacho de reciclaje.