Vietnam es una chica con un vestido de Dolce y Gabbana subiéndose a su moto después de ir de shooping en Ho Chi Minh. También es una vietnamita que está aprendiendo español y nos muestra el mausoleo del líder de la revolución. Vietnam es una ciudad imperial que fue gobernada por una dinastía, Vietnam es una colonia francesa, también una ocupación yanqui. Vietnam es Ho Chi Minh, su cabeza grande coronando cada uno de los cárteles de la calle. Vietnam es la hoz y el martillo, también un banco al que le pusieron VietCom. El museo de la guerra y los chicos que nacieron deformados por el agente naranja. Vietnam es una puñalada en el medio del estómago y esa chica indiferente con su cartera Louis Vuitton que pide Ice Coffe para llevar mientras se acomoda el zapato. Vietnam es una amalgama, la flor de loto abriéndose y mostrándonos todas las caras y los colores de su arco iris.
La tarde que llegamos recorrimos el centro de Hanoi, nuestra guía estaba estudiando español y como si fuera una receta de cocina, paso a paso nos iba contando la historia de cada lugar. Si le preguntábamos algo por fuera del libreto se mostraba retraída y nos decía que aguardemos que todavía no había terminado de hablar. El español para ellos es un idioma rarísimo. Muy pocos lo estudian, el inglés sigue siendo la vía de comunicación principal con los turistas. Aunque la casa de Ho Chi Minh estaba cerrada la chica nos relata el speech como si estuviéramos ahí adentro, "a su derecha pueden observar la biblioteca de nuestro presidente". Recién cuando le pedimos probar el café local se ablanda y nos lleva a un sucucho más parecido a una casa en demolición que a una cafetería. Es el reducto de los bohemios de Hanoi, donde se juntan a pasar los ratos libres, los bancos y las mesas son una miniatura más cerca de la tierra que del cielo. El café con huevo que probamos nos saca una sonrisa de un tirón y nuestra guía se muestra entusiasmada, nos cuenta la historia de Vietnam, los años de ocupación extranjera y nosotros le contamos de América Latina de nuestra propia colonización y de la construcción de eso que llamamos patria. Le mostramos nuestro país en el google maps y le preguntamos por décima vez, le pedimos que nos diga que la llevó a estudiar español.
Después de nuestro largo recorrido nos despedimos y nos indica donde podemos tomar cerveza local. Como las capas de una cebolla, la coraza de Vietnam poco a poco se va desgajando, a veces duele. El turismo no siempre es una isla paradisíaca en el medio de la nada, también es la historia tan violenta como cercana. En la calle los vendedores ambulantes van rengos o cojean, hombres y mujeres que han perdido el cuerpo por luchar demasiado. Una urna en el museo de la guerra donde se escondieron los sobrevivientes de las masacres perpetradas por los yanquis. La historia se despliega como un trazo violento en los cuerpos y en las biografías. En otro salón los carteles de apoyo de toda América Latina desde la Cuba socialista hasta Argentina, vivando la resistencia vietnamita.
Y aún así la amalgama, quienes odian y quienes aman a Ho Chi Minh, quienes le dicen nuestro presidente como si estuviese vivo, como si fuese el único al que le correspondiera ese título. Quienes prefieren señalar que no pueden votar a sus representantes, que estos son elegidos por el comité del Partido Comunista. Los sueños que alguna vez tuvo la historia, no siempre siguen perdurando en las voces locales. Y como en una camisa de fuerza, se lucha dentro de lo que fue un anhelo, una bandera en alto, la utopía del pasado dentro de condiciones nuevas, diferentes.
Los ojos de nuestra guía miran al mausoleo de Ho Chi Minh, después se vuelven a un costado y ella nos señala una frase inscrita en un cartel y nos la traduce al español. Nos habla, nos mira y nos siente, y nos dice "Viva la república socialista de Vietnam".
Buenos Aires (1890 - 1955) fue poeta, guionista, comediógrafo y periodista argentino. Autor de famosas canciones como el vals ''La pulpera de Santa Lucía''.
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