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EL ESPEJO
30.08.2016 20:02 |
Ainchil Claudia |
Cierta mañana un cartel se empeñaba en ofrecer un líquido viscoso para poner vida a la vida. Lo compró, así como fue adquiriendo cada espejito de color o las imágenes transformadas en sepia.
Entre las indicaciones una frase la absorbió " ante cualquier duda consulte a su médico". Ese fue el disparador de interminables búsquedas, cada especialista con su librito, consejos, anti consejos, todo junto en la misma bolsa.
"Es necesario hacerle un lavado prematuro, análisis microscópicamente casposos, observar los indicios, internarla para prevenir otros futuros casos"- le dijeron.
Hasta que llegó el día en que los facultativos pudieron darle un nombre a esa enfermedad absurda. Calvicie triste, la llamaron, aun con semi rulos aparentemente visibles.
Ella igual siguió investigando, esperando encontrar el elixir mágico, sin embargo la placa radiográfica numero 33 daba el mismo resultado que la 20.
A su pelo le está haciendo falta una compañía. Fueran claras las palabras del médico. A ella esa ausencia de filtro muy bien no le cayó. Si estaba bien como estaba.
"Pelo busca urgente una pelusita", decía el aviso clasificado. Acudió sin dudarlo. Su soledad y la otra se miraron, primero con recelo, luego hablaron de las distintas clases de pelusas, de las jaulas y de los hombres dentro. No se olvidaron de la economía que día a día los iba marginando.
Se tomaron de las manos, tras algún arrumaco superficial, y vieron en el inmenso espejo antiguo que estaba frente a su mesa solo dos sillas vacías. Nada más.