congreso-nac-y--bs-as |
Guerras, conflictos, más y más violencia. Por Alicia Comelli
Diputada de la Nación, vocal de la comisión de Relaciones Exteriores y Culto.
12.08.2014 06:54 |
Noticias DiaxDia |
A pesar de que actualmente no existe ninguna guerra activa declarada de forma oficial entre dos Estados diferentes, al menos 13 países sufren ahora mismo conflictos armados, ya sea entre facciones al interior del país, o de un país con algún grupo paramilitar de origen extranjero. Otros muchos padecen desde hace años e incluso décadas situaciones de grave violencia o realidades bélicas no resueltas aún y calificadas, según el momento, como conflictos de “alta” o “baja” intensidad.
Ucrania y Gaza, seguidas de cerca por Irak, están acaparando en las últimas semanas la atención informativa, pero la guerra sigue siendo el día a día de millones de personas en otras partes del mundo cuyo olvido por parte de los medios de comunicación es poco menos que permanente. Son las guerras a las que sólo nos asomamos en ocasiones extremas, o cuando afectan a ciudadanos o intereses occidentales. Y eso sin contar otras situaciones de violencia estructural y continua que ejercen tantos Estados contra sus ciudadanos, y que no son consideradas técnicamente como “guerras”.
Pero lo que más me preocupa hoy en día es como los costos de esos conflictos se han trasladado desde los estados propiamente dichos hacia la sociedad civil. No hace mucho tiempo atrás, ante el surgimiento de un conflicto armado, los objetivos a destruir entre facciones enemigas eran aquellas que generaran una mayor debilidad del rival. Se destruían puentes, se atacaba objetivos netamente militares, como bases aéreas, barcos de combate, o sistemas de telecomunicaciones.
En la actualidad, los costos de los conflictos armados se han trasladado hacia la sociedad civil, convirtiendo lo que ya de por si era una situación terrible, en una masacre de pueblos y objetivos civiles que generan la pérdida de una enorme cantidad de vidas inocentes. El hecho de derribar el avión de Malaysia Airlines en la región de Ucrania y el ataque de casas civiles en la franja de Gaza dejan claramente al descubierto que en los conflictos armados actuales, quienes pagan los mayores costos son los hombres, mujeres y especialmente los niños que habitan esa región o que circunstancialmente se encuentran en ella. En los conflictos modernos, por cada soldado que pierde la vida, el número de civiles que muere o resulta gravemente herido en el mismo conflicto se cuenta por cientos. Sólo para graficar esta situación, en el conflicto armado que sostiene el Estado de Israel contra el grupo armado Hamas, en la denominada Franja de Gaza han fallecido 4 soldados Israelíes mientras que los muertos palestinos ascienden a más de 1600, los heridos a más de 9000, y más de dos tercios de ellos son civiles, según fuentes de la Cruz Roja Internacional.
La ley humanitaria internacional proscribe el ataque de objetivos civiles, como así también el uso de los denominados “escudos humanos” en los conflictos. Sin embargo, y como hemos especificado, muchos de estos conflictos tienen una parte que no es un Estado, con lo cual el cumplimiento en algunos casos de la normativa internacional es imposible.
No pretendo aquí realizar un análisis pormenorizado de los conflictos modernos en la sociedad internacional, simplemente deseo reflexionar sobre quiénes pagan los mismos, para que entendamos que no podemos estar de un lado ni del otro. Debemos hacer un llamamiento a que cese el uso de la violencia y se busquen canales pacíficos de resolución de conflictos. Hace más de 30 años, la Argentina ha venido ejerciendo este derecho de sus reclamos de soberanía sobre las Islas Malvinas por los canales de la diplomacia y los foros internacionales de resolución de conflictos. Nadie dice que éste sea un camino fácil o rápido, pero sí es, a las claras, el único camino posible para salvar las vidas de miles de inocentes y para evitar los desplazamientos masivos de poblaciones que vagan por el mundo huyendo de la muerte.
Esperamos que la tregua que ha comenzado el 5 de agosto del corriente en la Franja de Gaza sea el principio de un tiempo de paz para que los habitantes de esa región puedan, al menos, intentar reconstruir sus vidas. Es este el tiempo de que la comunidad internacional toda, sea parte de una solución pacífica del conflicto y no un simple espectador. El envío de ayuda humanitaria al territorio devastado, el control estricto sobre las condiciones necesarias para el mantenimiento de la paz y la creación de un espacio real de negociación entre las partes, donde se investigue el accionar de ambos bandos, es una deuda pendiente que todos los países del mundo, tiene para con las víctimas inocentes de este conflicto.