Ley de atracción – Luciano Doti

—No hay nada más romántico que escribir sobre la muerte de una mujer joven —dijo Edgar Allan Poe.
Afuera llovía, y la noche se cerraba sobre la vieja mansión. Con el crepúsculo, los cipreses del cementerio cercano se divisaban como sombras recortadas en el cielo.
—Yo a veces pienso que tanto escribir acerca de sucesos trágicos puede llegar a atraerlos. Por eso de la ley de atracción... —comentó un sujeto idéntico a mí.
—¿Cuál es la ley de atracción? Nunca oí hablar de ella —preguntó Poe.
—Es una supuesta ley metafísica que está de moda en el siglo XXI —intervino Jorge Luis Borges—. Yo tampoco debería conocerla, dado que morí en el siglo XX, pero como a la realidad le gustan las simetrías y los leves anacronismos...
Me despertó el teléfono. Mi novia había tenido un accidente en la calle. Acudí al hospital, donde me esperaba una amarga noticia.
Esa noche, recién entonces, al verla en el féretro, noté lo parecida que era ella a la descripción que hace Poe de Lady Ligeia. Al otro día, la dejé en una tumba rodeada de cipreses.