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Cuando las aguas bajan turbias. Por Virginia González Gass

 El 1 de noviembre de 2012, la  Legislatura Porteña aprobó un paquete de normas entre las que se encontraba la ley N°4352, que autorizó al Ministerio de Hacienda porteño a tomar créditos con organismos multilaterales por un importe máximo de U$S 62.500 millones de dólares, los cuales estarían afectados a las obras de la cuenca Arroyo Vega como área prioritaria, en el marco del Plan Hidráulico de la Ciudad de Buenos Aires.

04.04.2013 08:10 |  Noticias DiaxDia  | 

 Sin embargo, los últimos informes presentados por esa cartera muestran que en estos seis meses se han invertido menos de 12 millones de pesos para resolver el problema. 
La paz ecuménica que mostró  una sensibilidad inusual en la clase política tras la designación de Jorge Bergoglio como papa fue arrasada por esta suerte de diluvio que dejó al menos 6 muertos en la Ciudad de Buenos Aires y más de 35 en la Provincia. 
Nada puede hacer Francisco como representante de Dios en la tierra para cambiar esta catástrofe. No es el caso de gobernadores que han sido reelectos y conocen de memoria los problemas que afectan a la ciudadanía. 
La “tragedia climática”, según palabras del jefe de gobierno porteño, dejó a 350 mil vecinos bajo el agua, pero  debería considerarse, según el filósofo George Simmel,  una “tragedia de la cultura” y, en esta oportunidad, de la política. 
El también sociólogo alemán estudiaba el funcionamiento de las grandes urbes a comienzos del siglo XX y estaba preocupado por el individualismo y la fragmentación social. Se preguntaba, en clave kantiana, qué es la sociedad y cómo incide la economía en la división del trabajo y en la cultura. Su respuesta era que la voluntad y el intelecto del hombre cultivado tenían la potencialidad de resolver los problemas de la naturaleza, porque la civilización es algo artificialmente construido. 
Simmel aseguraba que por la cantidad de estímulos nerviosos y la desconfianza a lo desconocido, los hombres llegaban a un estado de indolencia y reserva  que los conducía a cierto embotamiento de los sentidos. 
Todo esto le cabe al desafortunado actuar del jefe de gobierno. Salvo que lo ocurrido este fin de semana largo no tiene para él nada de desconocido. El presupuesto estaba asignado y la falta de criterio postergó una catástrofe que podría haberse evitado. 
 
 
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