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Del poder y los poderes del Estado por Alicia Comelli
20.05.2015 07:20 |
Noticias DiaxDia |
La reducción de la pena al violador de un niño de seis años, porque se consideró que el hecho no era ultrajante ya que había sido violado con anterioridad y poseía claras inclinaciones homosexuales, no sólo es una aberración jurídica sino que habla a las claras de los paradigmas que guían las sentencias de algunos miembros del Poder Judicial. Y son los mismos principios que acá en Neuquén dejan al borde del archivo tres causas por abuso sexual infantil al no implementar los mecanismos necesarios para que los acusados presencien las declaraciones de las víctimas por medio de las cámaras Gesell.
Los principios ancestrales de dominación del hombre como único jefe con poder de decisión absoluta sobre los otros miembros de la familia (la mujer y los hijos), incluso de decisión sobre su propia integridad y su propia vida, es lo que reproducen estos casos. En uno por acción y en el otro por omisión o desidia. De una u otra manera, se contribuye a dejar sin protección a la parte más vulnerable y necesaria de la comunidad: los niños.
En Buenos Aires, el juez Horacio Piombo, integrante de la Cámara de Casación Penal bonaerense, redujo la pena de un violador a la mitad al desestimar el agravante de “ultrajante” porque ese niño “ya había sido ultrajado” por su padre. En su línea de pensamiento, el padre es quien tiene el poder de decidir qué hacer y qué no con ese niño. Entonces, el poder judicial (al que representa Piombo) que tiene todos los recursos para cambiar la vida de ese niño o por lo menos dar el puntapié inicial para poner las cosas en su lugar (a la víctima en lugar de víctima y al victimario tras las rejas), prefiere respetar la voluntad del progenitor quien es el dueño absoluto de ese ser. Esto es lo que convalida ese juez con su sentencia, haciendo caso omiso a todas las normas que rigen en la Argentina sobre la niñez y la adolescencia, a las que bien puedo echar mano para sentenciar en sentido contrario, abriendo un nuevo abanico de posibilidades para ese niño.
El mensaje que el Poder Judicial, como parte integrante del Estado, le está dando a ese niño y, por su intermedio, a todos los niños víctimas es: “Tu padre te condeno a ser objeto de placer de sí mismo y de otros, como el entrenador que te tenía bajo su cuidado y te violó. Y además te lo mereces por tener inclinaciones homosexuales”. Una barbaridad no sólo desde lo jurídico sino desde todos los tópicos que se lo quiera analizar. Una barbaridad que nos lleva a preguntarnos nuevamente qué Poder Judicial es el que queremos y hasta cuándo vamos a seguir sosteniendo –como sociedad- a éste que le da la espalda a los sectores más vulnerables y, por ello, más sometidos de nuestra comunidad: los niñ@s, los adolescentes, las mujeres, los ancianos, las personas con discapacidad.
Parece un poco exagerado a simple vista comparar esta aberración bonaerense, repudiable y despreciable, con el caso de la adecuación de las cámaras gesell en Neuquén. Y podría ser desde algún punto de vista. Pero, el oscuro mundo de los tribunales, está infectado de esas pequeñas acciones y omisiones que hacen que los Piombo sentencien esas barbaridades, las escriban y las defiendan por los medios sin temor al repudio ni siquiera de sus pares. Es hora que algunos se bajen de los estrados y escuchen la voz del pueblo que reclama JUSTICIA, porque para eso les pagamos los intangibles y no imponibles sueldos.