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Poemas de Maria Meleck Vivanco (Córdoba)
12.10.2024 00:34 |
Noticias DiaxDia |
Con largos bramidos de luna, dibujé animales
que habrían de conocer mi nombre Y en el furor del
aguacero, olí una doble hilera de perfumes Los
duendes del insomnio y el cielo rojo, incendiaban la
hierba
Extrañamente cruel, refundada en espejos que
cortaban el aire, opté por la aventura Por la
oropéndola devoradora de su propio capullo
Los tiernos cirujanos, desangraban las flores como
si fueran mis costillas
Entonces, permanecí desnuda sobre la mesa helada
del hospicio
***************
Ahora deberé descansar con las brujas del agua
O en la exploración de un sueño repetido
Tal vez yo sea un pájaro salvaje Estreno el corazón
para los
puros desafíos El ejercicio lúdico de mi piel
Aviva el fuego
y atrapa la humareda Reconoce en la luna a los
pueblos
infieles Una montaña de miradas muertas
Vivo la huella de la doble ocasión y los
floripondios feroces
El cementerio amarillo de las aldeas africanas Y el
soplo de
expiación subiendo de la tierra
Silba el picohueso de las brujas sobre las amapolas
del
trópico Los almendros inhóspitos sonríen Y engañan
su
perfil con un baile de máscaras
Dios empujando a mis cabellos tristes Dios a través
del cielo
empecinado Oh signos tan fatales que disparan los
párpados
Pero Ruanda vigila Contiene la respiración en su
carozo de
sombras Juega con los herrajes abandonados Trepa
fantasmas sobre los paladines de la música En la
sustancia
movediza de los puentes Reabre incontables delirios
Demonios de ardiente luz de sexos y pozo de lamento
Mentira No puedo explicarme tanta inocencia oculta
en estos
sueños devorantes
Como la araña en el incendio del bosque
*********
Hoy es noche Y en mi boca no hay tregua
Comienza la oscura cacería
El diente de la oruga atraviesa y divide los cuerpos
Viste de
sacrificio el salto de mis piernas animales Y los
jinetes ligeros
del placer van hacia regiones de derrumbe
Pido a la enemiga que se distancie de las formas
irreconocibles
Donde los naranjos del cielo se suiciden Y lo
inhumano de la muerte
se establezca en territorio de claveles
Mi cintura artificial cambia de situación Cambia de
dueño Ahora
se adormece como un reloj de arena en el fondo del
submundo
Oh cómo oscurecen los quebrantos Las sepulturas de
riesgo
El desierto pudor y el corazón sudado de la lengua
Cómo entristece
aquí en Ruanda la noche El misterio de una espesura
abierta
Deseo flores embetunadas de carmín sobre mi cama de
tréboles
O lunas de violenta anemia apareciendo en mis
palabras
Beber pacientemente el otoño vibrante del perdón O
besar a Dios
con un grito de dulcísimo exterminio
Mi salvación del otro lado de la vida Sobrevolada
por las moscas del sueño
PUNTO DE RESIDENCIA
Aún estoy turbada Llevo armaduras rápidas y displicentes
que se alimentan de su luz Vivo alerta ante cualquier peligro
de las visiones encendidas Especializada en el llanto
Emboscada en la esquina de agua que acarrea en canastas
las estrellas fugaces Escondiendo los verdaderos ojos del
morir Con subterfugios inocentes que niegan y confunden el
amor Con el timón y el contrincante móvil del rosal separado
Hoy despierto a mis perros Qué absurdo es todo Lengua
abrasiva que lame la piedra coralina y arroja los parásitos
azules al invitado lunar Al pez mariposa de nariz inquieta
brillando en las cabriolas del molino
La aleta diurna y su agobio El erizo escarbando su punto de
residencia, sin devorar los pies de la extraña melliza
Sobresalgo en la fiesta del crecimiento súbito La mayor parte
de los círculos descienden a mi sexo A su volumen liviano y
sacrosanto
La población durmiente controla el equilibrio Debajo de mi
esqueleto, se adiestran los tentáculos de la riqueza y del
miedo Nuestra niñez está rodeada de panales exprimidos Al
sol y mar adentro, en filamentos blancos, sueñan las terrazas
ceremoniales del deseo
Aquí estoy cubierta de cicatrices frías pulverizadas y
vulnerables De espacios nómades que propician el
crecimiento del hambre De palomas solemnes y belicosos
sobresaltos De transeúntes en las fronteras de un jardín para
escupir las flores Mientras en mitad de la selva, existe la
estrategia leve del viento y de las hojas que caen
Existen cardúmenes de arenques enanos que alimentan las
inefables de la fronda Existen la erosión del día y el olor
pecaminoso de la noche Existe el movimiento del rencor casi
imperceptible Existe el alma achaparrada al borde de un
precipicio iluminado
Tomando la oscuridad como testigo, digo que te desvelo y te
descubro
Digo, pavo real vidente arrebatado donde el sonar lo ciega
Más abajo del mundo, toco tu cuerpo entero que me aturde
María Meleck Vivanco nació en Córdoba, Argentina (1921 / 2010). Publicó Taitacha temblores, Hemisferio de la rosa (1973), Rostros que nadie toca (1978), Los infiernos solares (1988), Balanza de ceremonias (1992) y Canciones para Ruanda (1999). Inéditos: Plaza prohibida, La moneda animal, Balanza de memorias, Bañados de sereno, Mi primitiva cruza, Los regalos de la locura, Mar de Mármara y Antología poética (2009).
Recibió las distinciones: Libro de Oro (Lima, 1956), Segundo Premio de Poesía de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires (1978), Premio Fundación Argentina para la Poesía (Colección de Poetas Contemporáneos, Buenos Aires, 1988), Premio de Poesía del Fondo Nacional de las Artes (Buenos Aires, 1991), Premio Unicef (Nueva York, 1996), Premio Universidad de las Letras (La Habana, 1997) y Premio Fundación Sociedad de Los Poetas Vivos (Buenos Aires, 1998). Fue invitada al Tercer Congreso Latinoamericano de Mujeres Escritoras organizado por la Universidad de Ottawa y al Congreso Internacional del Surrealismo en el Tercer Milenio que se hizo en Roma.