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Ernesto Goldar: Literatura y Militancia. Por David Antonio Sorbille

12.10.2024 09:01 |  Noticias DiaxDia  | 

Ernesto Goldar, nació en Buenos Aires el 5 de mayo de 1940. Poeta, ensayista, ejerció el periodismo, la docencia universitaria, y fue coordinador de varios talleres literarios, asesor cinematográfico, candidato a senador y jurado en diversos eventos culturales. Publicó numerosos ensayos, entre los que se destacan: “El peronismo en la literatura argentina”; “Martí y la primera revolución cubana”, “La mala vida”; “Jauretche”; “Proceso a Roberto Arlt”; “Buenos Aires: vida cotidiana en la década del ‘50”; “La descolonización ideológica”; "John William Cooke y el peronismo revolucionario"; “Los argentinos y la guerra civil española”; “La clase media en el ‘83”. “¿Qué hacer con Perón muerto?" y "La revolución argelina". Y, también, los poemarios: “Feria en San Telmo”, “Instinto de Conversación”, “En voz desmayada y baja” y “Aunque supiese que no había de volver” (póstumo).

Goldar mantuvo una estrecha amistad con Arturo Jauretche, y desarrolló su militancia política en consonancia con la del gran pensador nacional, de quien se sentía discípulo. Al respecto, dio innumerables conferencias donde expuso los parámetros de su ideología comprometida con los valores que promovieron a la generación de FORJA, y a los impulsores de la izquierda nacional. Fue socio honorario de la Sociedad Argentina de Escritores (SAE) y de la Sociedad de Escritores y Escritoras de la Argentina (SADE).

Goldar participó en varias antologías vinculadas a la historia y sociología de Buenos Aires - su pasión y refugio-, tales como: "Poetas argentinos del siglo XXI"; "Legado de poetas", "Poesía social argentina" y "Poesía argentina contemporánea". Obtuvo el premio Oesterheld, distinción que cada año se entrega a personas y proyectos vinculados al pensamiento Nacional y Popular.

Ernesto Goldar falleció en Buenos Aires el 18 de julio de 2011. El 29 de noviembre de 2012 se presentó en el Café Tortoni, su libro póstumo de poemas: “Aunque supiese que no había de volver”. "Ernesto tuvo una vida dedicada a la literatura y a la política, son las cosas por las que vivió y por las que lo acompañé, esa es la realidad y como quiero que se recuerde", dijo Silvia Landini, compañera de vida desde 1983.

El ensayista político

Hay un hilo conductor en los ensayos de Ernesto Goldar y es el constante predicamento por la descolonización ideológica en consonancia con las ideas básicas de Raúl Scalabrini Ortíz y Arturo Jauretche.

Es así como, desde esa óptica establecida con sólidos fundamentos revisionistas y liberadores que constituyen el pensamiento nacional, comienza una etapa de investigación que lo ubica entre los más destacados hacedores de conciencia crítica. Al respecto, tomaremos como referencia algunos títulos que avalan su dedicación.

“El peronismo en la literatura argentina” (1971), es el primer libro en ese derrotero de estudio y compromiso político. La irrupción del peronismo como fenómeno de masas condiciona la vida política, social y económica de nuestro país, donde no puede quedar ajena la literatura, “porque validamos la significación y el poderío de la literatura para indagar la realidad”, dice Goldar.

La superestructura cultural de un país dependiente es analizada con rigor por Goldar, y las vertientes que luego abrevan a favor o en contra del peronismo, conforman la temática central de este ensayo de sociología literaria.

Numerosos autores son puestos bajo el relieve de los acontecimientos que surgen de la aparición de un movimiento que subvierte a la sociedad argentina. La representación literaria asume posiciones extremas y antagónicas; son manifestaciones inconciliables que dirimen el destino del poder real: “la sorprendida Argentina oligárquica y liberal que se resiste a morir y la vehemencia de las masas movilizadas en una perspectiva desacralizante y total”, como sostiene el autor.

En ese contexto, las consideraciones de Goldar no son neutras, sino que impone una precisión conceptual para indagar sobre la creación literaria y el origen de clase que predomina en las distintas obras producto del fenómeno en cuestión. Pues, nadie de izquierda a derecha puede permanecer indiferente, y menos aún quienes utilizan la herramienta de la palabra escrita para dejar testimonio de una época fundacional.

“Martí y la primera revolución cubana” (1971), es otro eslabón en el camino trazado a partir de la importancia de la figura del patriota cubano José Martí, quien según sostiene Goldar en el prólogo: “Hizo nacer sus ideas de la realidad que lo envolvía: fue un poeta. Advirtió a los pueblos de Hispanoamérica contra el imperialismo, los instó a unirse y dignificó su naturaleza mestiza. Fue un ideólogo del tercer mundo. Militó incansablemente”.

El material reunido está dispuesto en función de las ideas centrales en la prédica de Martí, y como bien acota Goldar en la reafirmación defensiva de la naturaleza original de Nuestra América: para gobernar estos países hay que quitarse las antiparras de la cultura libresca y apelar a la realidad bolivariana: “No hay batalla entre la civilización y la barbarie”, señala Martí, “sino (batalla) entre falsa erudición y naturaleza”.

Se trata, pues, de una antología en donde Goldar reúne artículos y correspondencias de Martí que avalan su estirpe de preclaro idealista y efectivo impulsor de la independencia de su país y la integración de la Patria Grande frente al imperialismo norteamericano.

“La descolonización ideológica” (1973), es otro de sus libros que sostiene el mismo criterio de análisis y ratificación del pensamiento liberador, pues, dice Goldar: “El método ha surgido de la lectura de los textos; la teoría misma de los pensadores del Movimiento Nacional. Si el peronismo es el camino nacional hacia el socialismo, en el pensamiento nacional se encuentran las “anticipaciones teóricas” de la ideología socialista que de ningún modo es opuesta al nacionalismo sino que interactúa como superación sintética de las contribuciones iniciales”.

Además, se refiere a una semántica para la independencia, denunciando a la cultura oficial por apropiación de las palabras para mitificar el sentido. “Las grandes palabras –señala Goldar- son productos colectivos de los pueblos que la educación oligárquica ha relegado a paráfrasis embrutecedoras. La significación de los conceptos hay que rastrearla en las contradicciones de clase, en la política, descifrando la cuestión colonial para desmitificar los subjetivismos impuestos que distorsionan el conocimiento de la soberanía popular. El propósito imperial es impedir la autonomía de América Hispánica”.

En ese contexto, valora la figura de Raúl Scalabrini Ortiz por el mérito de haber comenzado “la enorme tarea desmitificadora del coloniaje describiendo la alienación del hombre argentino, denostando la postración económica y urgiendo, proféticamente, por la nueva definición política que brotaría del pueblo sublevado en los días de octubre. Su propuesta final apunta a la unidad latinoamericana, requisito categórico para ser nación y resistir la violencia neocolonial”.

Luego, se refiere a quien será tomado como su mentor, es decir, Arturo Jauretche. En esa instancia, el pensamiento nacional es, definitivamente, un pensamiento crítico, pues Jauretche opone a la “colonización pedagógica” la idea de “lo nacional como método”. Su teoría del conocimiento se basa en un nacionalismo de izquierda que enjuicia al capitalismo y al imperialismo, y a la oligarquía cultural dependiente que sustenta el pensamiento colonizado.

“John William Cooke y el peronismo revolucionario” (2004), es un compendio del itinerario ideológico del militante y teórico de la izquierda peronista. Al respecto, dice Goldar: “El revolucionario, demuestra su condición transformando, uniendo la teoría a la práctica y la acción a la lógica de sus escritos”. Es así como, el autor sistematiza su estudio sobre Cooke a través de la fundamental correspondencia con Perón; la intransigencia, insurrección e idea del partido; la crítica de la Razón Burocrática; y el peronismo entendido (y realizado) como “negatividad”, y el socialismo.

Goldar incorpora una visión crítica de la conducción verticalista del peronismo que no concibe la revolución en los términos que plantea Cooke. Perón demuestra en los hechos que es un evolucionista limitado por su propio esquema de conducción política y el objetivo de su proyecto de comunidad organizada. Cooke, en cambio, propone una insurrección de masas como factor determinante del proceso revolucionario.

De ahí que, Goldar reconoce en Cooke “al militante y al teórico que ratifica su propia praxis, guiando el camino y acompañando la marcha”, a través de una corriente de izquierda dentro del peronismo definida como antiburocrática, socialista, nacional y solidaria con los países del Tercer Mundo.

El poeta de Buenos Aires

De la producción poética de Ernesto Goldar podemos decir que en sus cuatro libros: “Feria en San Telmo”, “Instinto de Conversación”, “En voz desmayada y baja” y “Aunque supiese que no había de volver” (póstumo), ha demostrado las condiciones propias de un poeta con precisión filosófica en el armado de sus poemas de estilo libre y cadencia singular. Su acervo tan consubstanciado con la ciudad de Buenos Aires, está contemplado a cada paso de su lírica, como si fuera una liturgia encendida por la llama votiva de sus sentimientos más entrañables. Ernesto Goldar es un portavoz esencial de la tradición porteña, por eso sus poemas perviven como latidos que proyectan esa conmovedora relación íntima con su hogar natal. De ahí que, resulta muy apropiado destacar los siguientes comentarios sobre ese mundo poético tan propio de su cosmovisión humanista.

De “Feria en San Telmo” (1977), Joaquin Giannuzzi destacó entre otros conceptos: “Goldar proyecta San Telmo a través de un lenguaje que, en nuestra condición de vecinos del mismo orbe, reconocemos como propio. El lenguaje de la tribu ha adquirido así una medida artística que nos había sido insospechable. Libre de elementos convencionales, de limpio y transparente trazado, el verso circula por canales fluidos y en el marco general de un esquema inorgánico que se adecua, sin embargo, al suceso, al objeto y al propósito de la generosa visión del autor y su ojo melancólico”.

De “Instinto de Conversación” (1980), dirá Alberto Vanasco en su prólogo: “Ernesto Goldar ha descubierto esa forma particular y única que se ajusta exactamente a su sensibilidad y, a la vez, al mundo que le interesa poetizar”.

Sebastián Jorgi acota que: “Lo coloquial en Ernesto Goldar es apelativo, una indagación puesta en el otro y la memoria no es nostalgia ni mera reproducción de imágenes, de lecturas, de tangos escuchados, de íntimas estaciones de amor”.

Y, también Víctor Redondo señaló: “La frescura y la naturalidad con la que Goldar desarrolla sus ideas poéticas, sus imágenes cotidianas que trascienden el día a día, sus historias que nos hablan de sí mismas pero que a la vez nos hablan de otra cosa, que nos dejan flotando en el antiguo y fecundo limbo de las historias que se filtran en nuestra propia historia. Éstas son algunas de las riquezas que nos depara su lectura. Y casi todo eso sucede en nuestra Buenos Aires, no en una ciudad mitificada, sino en la que amamos de tanto haberla caminado y vivido. Y en la que hemos amado, como aman los personajes que hacen de su conversación un instinto de supervivencia.”

De "En voz desmayada y baja" (2009), registramos fragmentos de los siguientes comentarios:

“Bienvenida la voz poética de Ernesto Goldar, que vuelve con el tono recatado que le era propio, y aun con el ambiguo alarde de autodenominarse “desmayada y baja”. Más conocido como pensador, analista político y militante de lo que suele llamarse el “campo nacional”, Goldar asume la poesía como un quehacer irrenunciable, hondamente ligado a su naturaleza. Se define como un poeta “natural”, y así lo muestra este libro, que reúne otros libros o conjuntos poéticos”. Graciela Maturo

“En Ernesto Goldar hay un cronista de esta época que evoca las vicisitudes de la condición humana y lo hace con un particular modo de decir. El autor se pregunta por las cosas y nos lleva a nosotros, lectores y recreadores de su obra, a preguntarnos también por esas cosas”. Luis Raúl Calvo

“En silencio gestamos y en silencio nos iremos, y en el medio un escenario donde los cuadros se suceden a los empujones, hasta que ya preferimos quedar detrás de la bambalina, sentados en un banquito, mirando a los otros actores que corren a cambiarse de ropa para la escena siguiente. No, Buenos Aires ya no es la misma desde que nos dejó por otro, ella renace permanentemente con nuevas vestiduras, nosotros no. Ya casi no la reconozco cuando, cada vez menos, la camino. Repito con el poeta: “Dejé de conocer el centro, ya no es mío”. Jorge Albertella

“La palabra poética revela el gran misterio. Asistimos a la resonancia de la palabra, su elocuencia, su propia fuerza de iluminación como la consecuencia del vacío de la propia voz, que está ligada a las resonancias de lo otro. El silencio tiende a la búsqueda de la iluminación en lo recóndito de ese mundo interior anidado en la voz del poeta. La palabra poética alcanza otros horizontes en la invención de un tiempo propio, de una intimidad de la historia tejida con las sombras de la presencia corpórea de los otros”. Cristina Pizarro

De “Aunque supiese que no había de volver” (2012), opinará Cristina Pizarro: “Los poemas de Ernesto Goldar nos sitúan en un clima de intimidad como si estuviéramos dialogando con nosotros mismos acerca de nuestro mundo interior. Se vislumbra que el poeta podría definir la creación poética como un acto de libertad y es ese tono el que le imprime a las palabras elegidas con precisión y dando al lector la oportunidad de seguir pensando sobre sus resonancias poéticas. (…) El estilo depurado, libre de prejuicios y clichés nos marcan una concepción estética fundada en el principio de la palabra como esencia del ser, muy próximo a Sartre, por un lado, en tanto se patentiza la idea de libertad y compromiso del hombre en su hacer y su proyección a través de su obra y a Heidegger, en tanto, se desprende la idea del ser cuyo destino es la muerte. Asimismo se instala la cosmovisión de un hombre que habita en soledad las calles de un territorio afectivo y comparte en ensueños sus deseos y sentimientos con el otro ser a quien ama”.

Y por último, cabe citar algunos párrafos de los siguientes textos que nos brindan una semblanza de notable valor emotivo que ilustra con absoluta precisión la singular dimensión de Ernesto Goldar.

Dice la escritora Graciela Bucci: “Despedir a Ernesto Goldar, queridísimo amigo, es bucear hondo en la tristeza, armarse de coraje y, desde la nostalgia que golpea, evocar al que fue. Al que seguirá siendo para muchos. Un hombre dotado de extraordinario talento para el decir, “el biendecir”, encarado desde todos los campos que abarcó con convicción y excelencia: la filosofía, la política, la literatura, dejándonos, desde allí, magníficos ensayos que eran verdaderas propuestas de desafío intelectual, o la profundidad de sus poemas tanto intimistas como de índole social…”

Y otro camarada de ruta, el escritor Sebastián Jorgi señalará en su artículo “TAL VEZ SERÁ UNA VOZ… ¿desmayada y baja?”, publicado en el diario La Capital de la ciudad de Mar del Plata, luego de la partida a la eternidad de nuestro notable escritor: “(…) La intensidad del empedrado que va quedando en Buenos Aires, aflora en las líneas poéticas de Ernesto Goldar, obstinaciones simultáneas que conjugan tiempo y lugar, nos hace participar de sus vivencias, recuerdos, mediante la actividad estética de ir creando en estado de poiesis. No reflexiona, filosofa, mira, observa, capta instantáneas y se despliega en pluma de un filosofar movimiento continuo… Y sí, la autobiografía continúa….porque…Acá está, --estás-- con nosotros, entre tus pares,--o impares, como decía Koremblit-- amigas y amigos poetas, porque vos, querido Ernesto, bien sabés que entre poetas está la cosa”.





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