Boomerang naturae. Poesía reunida 1976/2022 Liliana Ponce. Crecer en la poesía. Por Pablo Queralt

Liliana Ponce capta la esencia en detalle de lo que acontece y lo pone en cuerpo y alma de las palabras, sabe ir más allá de lo que se espera de ellas con un manejo extraordinario del lenguaje. La sed impetuosa confía en uno para sobrevivir en versos tirando del ovillo de eso que se llama poesía- lo desapercibido, lo noumenico, el detalle que enamora, el aura de las cosas, el misterio feliz, el vuelo- mientras avanza el desierto, lo inhóspito, los días desfavorables, la sequedad y allí avanza poeta y poema en su crecida, no es la resiliencia si la resistencia este crecer porque todo deja su marca como secuela por eso no se puede volver al estado anterior, estamos en este país de las palabras, ideas y esencia, que son el verdadero vivir lo justo en lo justo. Y si escribir es vivir en un estado paralelo, transmutarse, reelegir la locura a creer crecer en simulacros como nos decía Unamuno, un necesario apartarse del mundo, que se lleva consigo a el mismo mundo y en un eclipse translucido desnuda al corazón de lo vivido en una realidad propia. Uno puede llegar a ser una estación pronta a saltar cuando la noche y el vértigo por un espacio interior arrastran. Las realidades propias nos adueñan hacen su punto ombligo, algo se absorbe, se incorpora, se digiere, se territorializan subjetividades hacen un sentido, sensación y escritura mezcladas dan la forma, el ritmo respiratorio propio del texto. Y en esa interacción el texto expande, hace su constelación de universo. Uno se aleja y se acerca cuando lo que se fue no obedece y finalmente lo que alivia es el recuerdo de la infancia, la marca de una sed que se lleva, el crepitar impulso de la adolescencia y no mucho más.
El goce de vivir sin deseo. Estas páginas nos llevan por esas rutas - beber la sangre del chili es llegar a México encontrar un lugar donde morir - sabiendo cuando guardar silencio poniendo su música dando énfasis a lo dicho o por decir y cuando decir, nunca dejar palabra vacía- palabra llena en su transitar hermoso hilando. Así estos poemas Apis- Reina. Obran como un panal con su laboriosa composición poemática verso a verso, en potencia y belleza natural. Un libro que encuentra su ecosistema palabra a palabra, con su voz a sottovoce y a salón abierto y el propio tono de la voz en lo que se lee, una magia de pasar por todo lo arrojado que vuelve a la mano de quien lo escribió y a su vez del mismo lector. Lugar que ha ocupado el ocupante donde el ojo se vuelve oído en el susurro de una voz atravesando la palabra. Un paseo por las pequeñas cosas, el abismo que seduce y allí un vacío, cuál será su atracción? su capacidad de vaciarse y ser llenado? Por eso es necesario ser subyugado en el derrumbe silencioso desligado del tiempo como posibilidad de los posibles. La luz de los ojos en la edificación del sistema verso- esencia- haciendo su máquina estética extrayendo sentido pleno a los vacíos que nos invisten. El peso de los días con sus paradigmas y todas las formas posibles de liberación haciendo una fuerza de otro gusto por la vida, otros sistemas de valorización, con ojos que atraviesan la luz. Una tensión de movimientos en palabras que machacan con la luminosidad del lenguaje aquello que no puede pensarse, las palabras en la trama de todo: vida, pasión y muerte. En el beso donde boca y voz pueden encontrarse. El movimiento hacia la dicha y su salvaje caducidad, en un errar donde solo quedan silencio y frase para el olvido. Brindemos en primera fila por este periplo, tan simple como las hojas que crecen de los brotes y que en un tiempo también se secan y caen. Nos salpican con “la bendición” de sus olas, en otro mundo que empezó en este. En este estar atento como dice la poeta la posibilidad de comienzo, no es el comienzo. Una supervivencia donde el viaje de regreso ya tiene su mapa y divide las horas para que entren en el día y los sentidos actualicen sus fuerzas: estamos para existir.