cultura-de-jujuy-a-tierra-del-fuego |
DOSSIER 10 POETAS ARGENTINXS NACIDOS EN LOS 90. Yamil Al Nayar, Mendoza. Por Sergio Morán
24.08.2025 01:46 |
Noticias DiaxDia |
¿Qué es la poesía para vos? ¿Cuál es su función en el momento presente?
Posiblemente esa sea la pregunta del millón. En todas las entrevistas aparece, es uno de los interrogantes más insistentes que atraviesan la práctica poética desde siempre. Hace un tiempo habría respondido esta pregunta con una vocación más enciclopedista, citando a algún poeta de renombre, habría sido más contundente en la intención de delimitar el término, de elaborar un postulado lúcido. Hoy, me atrevo a decirte que no lo tengo muy claro, en principio. Después, si hago un esfuerzo, aparecen algunos rasgos más o menos estables, pero, más temprano que tarde, se diluyen, se difuminan. Creo que la poesía se acerca a ser un espacio para el misterio y para el juego. Pero no sé si me interesa mucho qué es, me parece que me inclino más por pensar en cómo trabaja, en qué le puede llegar a hacer al lenguaje. Pero para salir un poco de la tibieza del no sé y tomar un riesgo, vuelvo a esto: puede ser un territorio misterioso que abre la posibilidad al juego.
Quizás, después de todo, el más importante de sus rasgos esté ligado a redimensionar, rebarajar, a renombrar los órdenes instituidos, a poder fabricarse, por un rato, otra vida, una que tenga otras reglas. Creo que su función en el momento presente, una función política por antonomasia, es ir contra la identidad, rebelarse a los esencialismos y abrir un espacio de indeterminación donde sea posible desmarcarse, entre otras cuestiones tristemente célebres, de la utilidad.
¿Qué poéticas te interesan?
Me interesan, volviendo a la respuesta anterior, las poéticas que le hacen algo al lenguaje, que lo dañan, que lo afilan, que lo incomodan, que lo rompen en mil pedazos y reorganizan sus esquirlas, que abren preguntas muchas veces sin respuesta o con una respuesta compleja, no lineal.
Creo que hay una tradición escolar en nuestro país (¿en el mundo?) que reza que un poema sirve para expresar sentimientos. Me parece que ese postulado ha condicionado generaciones de argentinos que leen y escriben poesía pensando en expresar cómo se sienten o en que el poema les produzca una identificación sentimental. Eso no me interesa para nada, lo respeto, incluso lo leo, entendiendo que es una de las tantas maneras de escribir un poema y que lo sentimental siempre ocupa un lugar más o menos importante (creo que la cuestión está en el cómo), pero si en la propuesta no está planteado algún quiebre, alguna deformación del sentido, del sonido, de las imágenes, etc., tiendo abandonar, me da pachorra, entiendo que, simplemente, eso, ahora, no es para mí. Busco poéticas que escriban con y contra las palabras, con y contra el ordenamiento de la realidad. Eso me interesa ahora, espero, y estoy casi seguro de que así será, que en un tiempo me interese otra cosa, otro tono, otra búsqueda. En general, me canso de lo que me gusta demasiado y reacciono contra mi propia certeza de cómo debe afectar un poema al mundo. Espero en unos meses estar leyendo y escribiendo sobre mis altercados amorosos o sobre algún paisaje de montaña.
Por último, y en relación con lo anterior, diría que me interesa mucho que un poema rompa con la idea general que hay de poesía como una abstracción seria y efecto de una inspiración idealizada. Me interesan los poemas que toman el riesgo de mostrar sus vigas, de ensayar, de vérselas con el error y la incorrección.
¿Cómo definirías tu propia poesía?
Dificilísimo. No es una pregunta apta para neuróticos. Rápidamente lo que aparece es pensar: ¿Quién soy yo para definir mi propia poesía? Pero voy a intentar correrme de ahí y dejarme de joder.
Creo que mis poemas tienen mucho que ver con la, en un sentido muy amplio: desde cosas hasta cuerpos. Intentan hundir sus raíces en lo oscuro de la vida cotidiana, pero con la vocación de no regocijarse en el drama, sino más bien de postular una especie de humorismo donde el duelo y la inminencia de la muerte conviven con una risa pícara y una torpeza, a veces tierna y a veces exasperante. También diría que una pata de mis poemas (que, ya que estamos en clave de definiciones, llamaré edípica) tiene mucho que ver con las relaciones entre madres e hijos. También, me interesa mucho el cuerpo, sus modulaciones, sus ondulaciones, sus inflamaciones y, sobretodo, su insuficiencia, por eso es posible encontrar en mis poemas sujetos enfermos, gastados, atravesados por alguna de las formas del dolor.
Por último, me gusta pensar que mis poemas son capaces de dibujar una sonrisa tensa, por qué no, una carcajada que con el paso de los minutos se va atenuando hasta volverse duda. Pero esto último, más que una característica es una expresión de deseo.
En tu opinión ¿qué poetas han influido en la poesía joven del país o de tu provincia?
Diría que a nivel nacional transitamos un momento que, por cercanía generacional, está muy influido por lo que se conoce como poesía de los noventa, precisaría autores como Laura Wittner, Fabián Casas, Alejandro Rubio, Robertina Iannamico, Washington Cucurto, Martín Gambarotta, entre una larguísima lista con las más variadas estéticas. Eso en relación a lo inmediato. Después, creo que hay algunos nombres de peso que son influyentes siempre, sobre todo en un momento de juventud y no tanto: pienso en algo del tono y la retórica de Benedetti, de Pizarnik o en algunas modulaciones del propio Julio Cortázar. Y, para cerrar el plano nacional, como se verá, eminentemente capitalino, diría que el tridente conformado por Leónidas Lamborghini, Juana Bignozzi y Joaquín Giannuzzi, estructuran tres maneras que ya son escuela en la poesía de nuestro país.
Después, me parece importante señalar la influencia de sistemas poéticos como el del Litoral o el de la Patagonia, creo que ahí pueden leerse propuestas muy diversas que abren la perspectiva de una poesía que va más allá de los eventos canónicos que ocurren en la capital del país y que buscan fundar un sistema de circulación propio. Pienso de inmediato en poetas como Macky Corvalán, Graciela Cross, Sonia Scarabelli, Aldo Oliva y un larguísimo etcétera de voces.
Y ahora sí, lo último, creo que los poetas de mi generación leímos varias tradiciones poéticas de la provincia de Mendoza. Pero voy a hacer un pequeño paréntesis para intentar reflexionar sobre algo que yo leo en la provincia. Cuando escribía “leímos” pensé inmediatamente no, no leímos tanto (y cuando digo esto no me refiero a una cuestión de cantidad, sino más bien de una vocación por dialogar con la tradición, más o menos inmediata). Eso, creo, es un problema de la “escena” (suena el flash de una cámara) provincial: las “generaciones”, si es que algo como eso existe, están aisladas entre sí, no leo ni escucho un hilo consciente de continuidad. Lo generacional parece ser algo que se funda todo el tiempo a sí mismo y como novedad. Un poco por la escasa circulación de lo escrito en el pasado y otro poco por una actitud algo hostil a la construcción de un sistema poético que pueda desarrollarse en el futuro. No precisaré aquí demasiado en las causas y efectos de esa dinámica que percibo, pero sí creo que necesitamos empezar a preguntarnos cómo leímos, leemos y leeremos las tradiciones poéticas de la provincia y si es posible construir un sistema más sólido de circulación y lectura que pueda permitir pensar en algo así como un futuro (palabra en disputa si las hay). Dicho esto, paso a decir que Mendoza cuenta con una innumerable cantidad de poetas que, conscientemente o no, han permitido que nuestras voces sean posibles. No sé cuánto habrán influido en los demás, pero si puedo hablar de algunos poetas que cambiaron mi manera de leer, escribir y pensar: Claudio Rosales, Jorge Enrique Ramponi, Gastón Ortiz Bandes, Eugenia Segura, Eliana Drajer, Juan López, Agustina Randis, Patricia Rodón, Gastón Moyano, Débora Benacot, entre otros.
BIOGRAFÍA:
Yamil Al Nayar (1992). Leo y escribo en la provincia de Mendoza. Me dedico a la docencia en nivel medio y superior. He participado de distintas antologías como Les poetas (Gog & Magog, Premio Bienal de Arte Joven de la Ciudad de Buenos Aires,2018) y En el pabellón de la oreja (Elemento disruptivo, 2024). También publiqué el fanzine Fagia junto a mi querido amigo Azahar en la Editorial Garúa. He publicado en muchos blogs y revistas, realmente no recuerdo todos, pero si googlean los van a encontrar. Participo activamente en la gestión cultural literaria de la provincia, en este momento, desde el Ciclo Epicentro.
POEMAS:
RITUAL
Hace varios días tengo el mismo sueño:
saco del bolsillo una tabaquera de cuero,
estoy seguro, artesanal, comprada
en algún proyecto autogestivo
y me armo un cigarro.
Lo tacto, con el pulgar y el índice,
disfruto su sintaxis de cilindro irregular,
el papel es suave pero la textura del tabaco
bajo la lámina le proporciona
un punto riguroso de rugor.
Ensayo un ritual que nunca
lleve adelante: empuño
el cigarro con los mismos dedos
con los que se hace
la v de la victoria, del regreso,
aprieto con las falanges
la tensión del cigarro y lo apoyo
en los labios mal cerrados.
Me detengo ahí, un salivado momento
cinematográfico, pero la imagen
debe romperse con fuego.
Entonces, sí, lo prendo y experimento
por primera vez lo que siempre imaginé
en el cuerpo de alguien más: un sonido
leve, el humo que raspa el paladar y va directo
hasta los bronquios, no sin antes
pasar por las cuerdas estalladas,
al borde de la primera licencia.
El sueño se concentra, hace clímax,
en ese instante, el momento de “llevárselo a pecho”,
bien adentro, calar, para después
tirar el humo, intentar masticarlo, en vano
y despertar con una tos que no es mía,
con la sensación de que ese sueño
viene a decirme algo que no puede
ser dicho de otra forma. Entonces espero,
cada noche, que ese cigarro onírico
se haga presente en mi sueño, en mi boca,
para ver si puedo descifrar el mensaje en el humo,
pero más bien para disfrutar
la herencia reprimida de ese ritual.
NO HAY TÍTULO
Voy a tomar un momento
para quedarme bajo la sábana
y que lleguen a mis pulmones
todos los organismos muertos
de la noche, un momento
de leve abandono, dulce,
previo a instrumentarme
en la racionalidad técnica,
un momento
de comunión con los ácaros,
con la elegante imposibilidad
de ser un hombre industrioso
y me voy a quedar ahí
sin fatalidad, fetal; voy a tomarlo
para que los calmantes hagan
afecto, para que el torrente
lleve hasta los nervios emputecidos
el fármaco, voy a tomarlo para
hartarme de una vez
de mi propia voz y traicionarla.
Recién ahí, en ese momento,
me voy a levantar
para hervir tres huevos,
pisar una palta mediana
y empezar a responder
con un léxico parsimonioso,
sospechosamente educado,
los estímulos insólitos
que narran esta existencia.
SIN NINGUNA POSIBILIDAD DE TITULACIÓN
Este iba a ser
un poema central en mi obra.
La idea vino
como un rayo y dejó
una sensación talentosa,
pero entre la idea y la libreta
medió la vida; entonces
al llegar al papel
no quedó más
que bruma y extrañeza
una imagen perdida
para suerte tuya
que ahora leés
RUG PLUG
el perfume semántico
a juguete sexual que tienen
los procedimientos financieros
la pasión encriptada, la cresta
de la ola, los aplicados
ads-criptos del Capital
los irresponsables ins-criptos
los del interior no
los interiorizados
los cons-criptos del trading
colimba de la santa república
libert-aria, ex albertaria
TIMBA
TIMBA
TIMBA:
TUMBA, léase:
CRIPTA
drones donados, orondos
sobrevuelan la plaza
la piramidal pirámide
de mayo, tirotean, pumba
pimba, fium: Caput
sobre sus lomos de acero
ins-cripto en itálicas:
Cripto Vence
POBLACIÓN TUSIVA EN EL PABELLÓN DE CONVULSOS (HOSPITAL DEL CANTO)
el que mientras tose habla
el que mientras tose miente
el que se hace el que tose
el que tose y cose
el que se tuerce
el que tributa salbutamol
el que no sabe toser
el que está aprendiendo
el diurno
el nocturno
el que tose sangre pero está bien
el que viene con los alveolos
repletos de aserrín
el que silba
el que a través de la medicación
espera poder hablar con la sibila
el que no tiene ni flema
el flemívoro
el infame
el inflamado
el fable
el famélico
el fálico
el que parece un falcon
el fusible
automático liviano
el que intenta desarrollar
un estilo tusivo personal
el de la tos melliza (tose
por dos aperturas corporales
al mismo tiempo)
el seco
el húmedo
el que en realidad ya se murió
el tos de perro
el que grazna
el que muge
el que necesita una coartada
el que orgasma
el paroxístico
al nayar
el psicógeno
el que vino a pedir un certificado
porque ya no tiene razones
particulares
el que nos teje un chal
con la flema
el agudo
el subagudo
el crónico
el que todavía fuma
el que desespera por un camel
el que no tose pero
se lo dejaron tosiendo (sic)
el que se tapa
el que exhibe la campanita
el que por favor ya wey
el fino
tres payamédicos
el que en cualquier momento mato
el sutil
el hipocondriaco que fue
por una leve molestia
en la zona costal y ahora teme
una cuestión terminal
los que acompañan
que tosen
para formar parte
los veteranos de una
guerra tosida
con los mocos congelados
que a la luz
del hospital del canto
parecen dijes
mamá