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Poemas de Hernán Jaeggi (Córdoba)
01.09.2025 10:21 |
Noticias DiaxDia |
De “EL MUNDO ERA GRANDE” (Ed. Babel, 2024)
RUTINAS FAMILIARES
mamá cocinaba para todos
rodajas de pan
pasadas por huevo
y fritas con salsa de vino tinto
mientras
cantaba ne me quitte pas
y recitaba a baudelaire
en francés.
papá trabajaba como un herrero
de los dioses
fabricando cuchillos de acero
y nos traía una tajada
de cielo a casa.
en la sala familiar
las polleras de colores
se desprendían
de la mirada de ana
y encendían el fuego
bajo la suela flamenca
de sus zapatos.
como un perro fiel
yo seguía a gustavo
en ese gran viaje
a lo profundo del bosque
donde tenían sus nidos
las estrellas
y las serpientes.
EL JARDÍN DE ROSAS
el padre de mi madre
amaba los rosales
y besaba sus pétalos
con labios apenas
les hablaba de la belleza
del amor
contaba historias
con finales felices.
mi abuelo se inclinaba
con sus ojos florecidos
y las rosas miraban
ese rostro amado
que era otra flor.
entonces yo veía
a la luz del sol
hacer una reverencia
a las flores
y a mi abuelo
enamorado.
EL MONTE
están las horas
de mi infancia
en el monte
que sostiene el cielo
con el canto y el vuelo
de los pájaros.
el monte
de las mil garras
y las mil patas
que caminan
en la oscuridad
donde jugábamos
a los piratas
a las escondidas.
ya no se escuchan
el rugido del puma
ni los chillidos
de los insectos
ni tengo noticias
de lo que crece
o lo que desaparece.
solo sé que siempre
se regresa
al monte
porque nunca
se abandona
el lugar donde
se ha sido feliz.
JUEGO
entre el pulgar
y el índice
atrapé al sol
y lo apreté.
extraje su leche materna
para darle de beber
a los corazones oscuros.
LO IMPORTANTE
estuve una hora
esperando que el pez
mordiera el anzuelo
mientras
una lejanía de bombas caía
en plaza de mayo
una explosión tropical
hacía temblar
al continente
desde las estrellas
una perra ladraba
tyav-tyav (en ruso)
un muro me separaba
de oriente
y dos botones rojos
eran la mayor preocupación
en todo el mundo.
en esa hora
lo más importante
que ocurría en mi vida
era un pez que no se dejaba
atrapar.
De “OÍR” ( Ed. Argos, 2020)
Y llegó el tiempo donde nada oía.
Entonces me dije: bueno, estoy de pie sobre la tierra,
con la cabeza en las nubes.
Puedo ver la presencia del gusano en la manzana,
el instante que es viento y polvo
y la luz del sol que dibuja pájaros
entre las ramas de los árboles.
La belleza desaparece como todo
y la vida continúa flameando
como si nada.
Puedo oír el río
con su momificado silencio
correr dentro mío.
El río de innumerables aguas
atravesando grandes sueños,
juegos de niños,
labores de hombres
y los hartazgos del hambre.
Se llamen Suquía,
Los Reartes o Paraguay
son todos el mismo río de mi oír.
Veo la ropa suspendida de una cuerda
movida por la brisa nocturna.
Así son los sonidos:
ropa vacía en el aire.
A Valentina, Gabriel y Simón
Con sus caras de cazadores de serpientes,
buscadores de oro
y guerreras valientes,
ellos me miraban
esperando una respuesta.
Veían sus palabras que se perdían
como barcos sin luces en la noche.
Mi corazón se caía a pedazos
porque no escuchaba sus preguntas.
Tal vez creían que yo era la montaña más alta
donde no llegaban sus pequeñas voces.
Se acostumbraron a vivir
con el silencio del padre,
crecieron con ese silencio
como si fuera otro hermano.
A dialogar con los fantasmas
de mi oír.
Soy un río de oír
que no baja los brazos,
con hambre de escuchar
que busca ganarle terreno
al silencio.
Las voces llegan a mi oír
como árboles derribados.
Un río donde bañan sus labios
la gente humilde
con el corazón quemado
por las injusticias
y los niños con su luz
que juegan a ser peces.
Pongo sobre sus hombros
un ángel que canta
y a mi paso las mujeres me arrojan
besos sin espinas.
Siento la frialdad humana
de la pandemia
que me hiela por dentro
con el odio de las cacerolas
que excitan la crueldad.
¿Será que ya no les queda nada de amor?
Hasta el perro siente más profundamente
que ustedes.
El fuego ya no purifica,
hasta sus llamas están contaminadas.
Todo es un aire infectado.
El río de mi oír está confinado
en la tierra seca
con las calaveras de falsas verdades.
Hablo desde un cielo de silencio
a quien quiera escucharme
pero todos se han vuelto sordos.
Hernán Jaeggi nació en Villa General Belgrano, Provincia de Córdoba, en 1953. Es licenciado en Letras Modernas de la UNC, dramaturgo y guionista de televisión. Coordina talleres literarios. En 1980 fundó el grupo literario Raíz y Palabra junto a otros poetas cordobeses. Desde el 2005 coordinó los ciclos Palabras de poeta y Córdoba cuenta en la Facultad de Lenguas de la UNC y actualmente en la Biblioteca Córdoba. Es director de la revista Palabras de poeta. Colaboró con diarios y revistas de Córdoba, Buenos Aires y Asunción.
Residió en Paraguay desde el año 1988 hasta el 2002, donde se desempeñó como creativo publicitario y docente en el Instituto Superior de Arte (ISA). En Asunción escribió los guiones de la serie de televisión Sombras en la noche y Nuestros fantasmas y el texto teatral José Gaspar, la soledad del poder, entre otros.
Realizó la compilación y estudio de la Antología poética Palabras de poeta que incluye autores cordobeses de los últimos 30 años.
En 2011 el Gobierno de la Provincia de Córdoba le otorgó el Reconocimiento al Mérito Artístico por su obra y trayectoria artística.
Publicó los libros de poemas: Último recurso (1978), Zona marginal (1984), Las Manos en el fuego (1986), Vincent (1994 - Reeditado en 2020 y traducido al francés en 2025), La sombra de la pipa (2004), Carnalval (2010), poemas de este último libro fueron musicalizados por Carlos Piano & Carnalbanda , El mar en el poema (2016), Oír (2020), Unidad Coronaria (2023) y El mundo era grande (2024). Sus poemas han sido seleccionados para antologías del país y el extranjero.