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Roberto Arlt: el estilo de un visionario. Por David Antonio Sorbille

04.09.2025 11:33 |  Noticias DiaxDia  | 

Roberto Godofredo Christophersen Arlt, nació en el mes de abril de 1900 (algunos críticos opinan que fue el 2, aunque sus biógrafos afirman el 26) en la ciudad de Buenos Aires. Hijo de padre alemán y madre de origen triestino, tuvo una hermana llamada Lila, que murió en 1937 en la ciudad de Cosquín, afectada de tuberculosis. En 1905, la familia se instala en una vivienda de la calle Méndez de Andés 2138, en el tradicional barrio de Flores.
La relación con su padre fue muy difícil, en cambio, con su madre, afín a cierta religiosidad, estableció un estrecho vínculo que orientó a Roberto en sus primeras lecturas. Las narraciones de Kipling, Salgari, Verne, Stevenson, Dostoievsky, captaron su interés, además de los infaltables folletines que tuvieron influencia en su futura obra literaria. La pobreza de su hogar y su indisciplina en la escuela primaria, de donde se lo expulsa en el tercer grado, lo impulsa luego, a desempeñarse en varios oficios y empleos, hasta dedicarse al periodismo.
En 1916 abandona su casa paterna, y, dos años más tarde, publica su primer relato: “Jehová”, en la “Revista Popular”, dirigida por J. José de Soiza Reilly, además de escribir en el periódico “La Estrella”, de Félix Propato. En 1920, publica el ensayo “Las ciencias ocultas en la ciudad de Buenos Aires” y, en 1921, colabora en el periódico “Patria”, de la organización derechista “Liga Patriótica Argentina”. Establecido en la provincia de Córdoba, Roberto conoce a Carmen Antinucci, con quien contraerá enlace y tendrá una hija: Mirta, en 1923. Al año siguiente, debido a la precaria situación económica que lo rodea y complica su estabilidad matrimonial, decide su regreso a Buenos Aires para habitar una vivienda en una zona alta de la capital: presumiblemente, en el número 4466 de la calle Lascano, del barrio que, a partir de 1972 tendrá el nombre de Monte Castro, y la figura de Arlt sea considerada como un ilustre vecino. Asimismo, es el tiempo en que cambia su orientación ideológica, al participar en las publicaciones: “Extrema Izquierda”, “Izquierda” y “Ultima Hora”.
En 1925, publica dos adelantos en la revista “Proa”, de su próxima novela “La vida puerca”, y en 1926 aparece en “Mundo Argentino”, su primer cuento “El gato cocido”. En este año, Arlt revisa la citada novela a instancias de su amigo, el escritor Ricardo Guiraldes, y gracias a la intervención de Enrique Méndez Calzada, la publicará en el mes de octubre con el título: “El juguete rabioso”, por la Editorial Latina.
La propuesta de esta novela es absolutamente novedosa, y define un modo propio ante el avance de la revolución europea en materia narrativa. Su lenguaje es intensamente coloquial, e incorpora elementos que compenetran al personaje con el mundo moderno en que tiene que sobrevivir.
La ciudad atraviesa su literatura con una fuerza implacable, en donde la realidad impone reglas que subvierten lo conocido. La traición, la marginalidad y el absurdo, irrumpen sin piedad en un mosaico de situaciones que conmueve. En tanto, en el mes de diciembre de 1926, también publica notas en la revista humorística “Don Goyo”, que dirige su amigo Conrado Nalé Roxlo. El vigor de su tarea periodística, le abre un panorama auspicioso que enriquece a su inventiva literaria.
En 1927, ingresa como cronista policial en el diario “Crítica”, y, en 1928, se incorpora como redactor del diario “El Mundo”, en donde aparecen la serie de sus inolvidables “Aguafuertes porteñas” -que compilará años más tarde-, y los cuentos “El jorobadito” y “Pequeños propietarios”. En 1929, se domicilia en la calle Pueyrredón 486, y publica su segunda novela “Los siete locos”, por la Editorial Claridad, con la que obtiene el Tercer Premio Municipal.
La popularidad ascendente de Arlt consagra su esfuerzo literario, aunque es resistido por los sectores académicos, que discurren sobre sus limitaciones técnicas, y no perciben el verdadero significado de su original creación.
En 1931, publica la segunda parte de “Los siete locos”, que denomina “Los lanzallamas”, por la misma Editorial Claridad. Un año después, presentará su última novela “El amor brujo”, por la Editorial Victoria.
En 1933, aparece su primer volumen de cuentos “El jorobadito”, editado por la Librería Anaconda, y su amistad con Leonidas Barletta, le facilita el estreno de sus obras teatrales en el Teatro del Pueblo.
La importante dramaturgia de Roberto Arlt, comprende los siguientes títulos: “300 millones”, “La isla desierta”, “Saverio el cruel”, “El fabricante de fantasmas”, “La fiesta del hierro”, “África”, “Separación feroz” y “El desierto entra a la ciudad”.
En 1940 fallece su esposa, y poco tiempo después, se casa con Elisabeth Shine. En 1941, publica en Chile su segundo volumen de cuentos “El criador de gorilas”, por la Editorial Zig-Zag, y aparece su extenso relato “Un viaje terrible”.
El 26 de julio de 1942, Roberto Arlt muere de un ataque cardíaco, y sus restos son velados en el Circulo de la Prensa. Su última mujer, estaba embarazada de un hijo que heredó su consagrado apellido, y sus cenizas fueron esparcidas por el río Paraná.
La obra literaria de Arlt, ha sido objeto de múltiples análisis, y, también, de críticas desmedidas. Sin embargo, el balance ha sido altamente positivo para reconocer a un escritor que describió como nadie, los sueños y delirios de la pequeña clase media porteña del primer cuarto del siglo XX. Ricardo Piglia, afirmó, que: “Sus relatos captan el núcleo paranoico del mundo moderno: el impacto de las ficciones públicas, la manipulación de la creencia, la invención de los hechos, la fragmentación del sentido, la lógica del complot”.
David Viñas, destacó, que: “La novelística de Arlt: representa un desafío cotidiano a las buenas conciencias y como un núcleo que suscita hay una lúcida, permanente y agresiva productividad”.
Nada le fue fácil a nuestro gran escritor, pero su intuición e inconfundible estilo visionario, marca un antes y un después en la historia de nuestra literatura.
La composición de los personajes que abundan en su narrativa, están atravesados por situaciones límites y se transforman en extraños arquetipos de una sociedad mezquina e hipócrita.
La degradación de un discurso cínico y obsesivo, el utópico proyecto revolucionario de seres patéticos y hasta grotescos, la falsa moral burguesa, el amor desleal, las contradicciones exasperantes del género humano, son algunos de los medios que Arlt utiliza para desnudar la realidad de una atmósfera social alucinada. Oscar Masotta, lo definiría, como “realismo metafísico”, y su amigo, el Dr. Enrique Pichon Riviére, destacaría a su obra, como “el trascendente fruto de un ser muy lúcido, muy claro, y para nada alienado”. De ahí, que el protagonista esencial en la literatura arltiana, es el hombre impotente y agresivo frente al poder y la consecuencia de su inevitable perdición.
En ese escenario de tensiones y conflictos, que se profundiza con el derrocamiento del gobierno constitucional de Hipólito Yrigoyen en 1930, es en donde se desarrollan los ensueños y delirios de una Buenos Aires que, parafraseando a André Malraux, era la capital cosmopolita de un imperio imaginario. Pero, si bien Roberto Arlt fue un producto de su época, también se lo puede catalogar como un riguroso hacedor de la mitología porteña, en un tiempo en que Raúl Scalabrini Ortiz publica “El hombre que está solo y espera” (1931), desde una perspectiva reflexiva con atisbos de esperanza.
La obra de Arlt, en cambio, se nutre de raíces paradójicas y contradictorias, para formular una visión inspirada en lo que sostuvo Dostoievski: “cada hombre lleva en su interior un verdugo de sí mismo”.
No obstante, también ensayó manifestaciones didácticas, como en una de sus típicas aguafuertes, cuando nos aconseja: “Si usted quiere formarse un concepto claro de la existencia, viva. Piense. Obre. Sea sincero. No se engañe a sí mismo. Analícese. Estúdiese. El día que se reconozca a usted mismo perfectamente, acuérdese de lo que le digo: en ningún libro va a encontrar nada que lo sorprenda”.
Sin embargo, su literatura de raíz existencial, es una proyección excluyente del nihilismo, que expresa una etapa de crisis y subversión de valores. En ese planteo genialmente elaborado, está sintetizado el valor de ese “cross” a la mandíbula, que lo convirtió en un símbolo imperecedero.
El mismo Roberto Arlt, lo expresó con las siguientes palabras en uno de sus personajes: “Mi propósito es evidenciar de qué manera busqué el conocimiento a través de una avalancha de tinieblas y mi propia potencia en la infinita debilidad que me acompañó hora tras hora”.
Julio Cortázar, acotaría al respecto: “De esa incoherencia, de esas debilidades, nacerá siempre la interminable, indestructible fuerza de la gran literatura”.
Y la Sociedad Argentina de Escritores (SADE), a través de su presidente Eduardo Mallea, lo despedirá con el siguiente comunicado: “Muere con Roberto Arlt uno de los auténticos escritores que nueva tierra literaria ha suscitado, uno -pese a su juventud- de los verdaderos eminentes. Roberto Arlt ha tenido poco tiempo para vivir, demasiado ocupado en dejar hecha una obra de calidad y vigor igualmente considerables. Era dueño de una naturaleza legítima de novelista, y lega al país, pese a quedar su labor inconclusa, algo que entra ya espiritualmente en su historia”.

BIBLIOGRAFÍA
PÍGLIA, Ricardo; Prólogo a Cuentos Completos de Roberto Arlt; Seix Barral, 1996.
VIÑAS, David; Prólogo a Novelas Completas de Roberto Arlt. Losada, 1997.
PRINA, Zulma Esther; Roberto Arlt; una mirada social sobre su narrativa. Ediciones El Escriba, 2018.
CORTÁZAR, Julio; Apuntes de relectura (Prefacio a las Obras Completas de Roberto Arlt). Carlos Lohlé, 1981.
https://www.pagina12.com.ar/772483-las-aguafuertes-completas-de-roberto-arlt



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