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Julio Cortázar: El compromiso de un creador. Por David Antonio Sorbille

10.10.2025 13:56 |  Noticias DiaxDia  | 

Julio Cortázar, nació en Bruselas el 26 de agosto de 1914, y fue inscripto como argentino, en la representación diplomática en Bélgica, mientras su padre ejerció la diplomacia. La influencia de su madre, se reflejó en su futura capacidad de contar. Desde fines de la Primera Guerra Mundial, Cortázar realizó en la Argentina, estudios en Letras y Magisterio, trabajando algún tiempo de maestro rural.
En 1951, y con el afán de tomar distancia de la experiencia social del peronismo, se traslada a París donde se instala definitivamente y desarrolla su existencia dedicada a producir una obra literaria significativa. La búsqueda de una justificación filosófica y vital, adquiere en Cortázar el principio básico del hombre frente a sí mismo y ante un mundo atravesado por una profunda crisis de valores.
La dialéctica racional de Occidente es la materia que elige para subvertir a través del lenguaje y de una imaginación que apuesta al ejercicio lúdico capaz de crear otra dimensión relacionada con la intensidad y tensión que no se refiere únicamente al tema literario sino al acto de percibir el encuentro entre lo etéreo y lo visible. “El tránsito, que marca tanto a su vida como su obra, -escribió Roberto Ferro- es una constante que emerge una y otra vez de sus textos, en coincidencia con la búsqueda de una segunda realidad que apenas se atisba en la primera, digamos la fáctica, la inmediata”.
En la trama de sus cuentos reunidos en sus libros: Bestiario (1951), Final del juego (1956), Las armas secretas (1959), Historia de Cronopios y de Famas (1962), Todos los fuegos el fuego (1966), Octaedro (1974), Alguien que anda por ahí (1977), Un tal Lucas (1979), Queremos tanto a Glenda (1980) y Deshoras (1982), radica la esencia de su genial intelecto; mientras sus novelas: Los premios (1960), Rayuela (1963), 62 modelo para armar (1968), y El libro de Manuel (1973), definen una categoría de riesgo para emprender caminos alternativos a un acontecer decadente y alienante.
Al respecto, su biógrafo Mario Goloboff señaló en una nota publicada en el Diario Clarín del 8 de febrero de 2009, que “Rayuela enlazó la novela con las revoluciones poéticas anteriores e hizo entrar de un modo tan ostensible como provocativo, la renovación literaria en el texto de ficción”.
La narrativa de Cortázar establece un sistema de ideas transgresoras en donde la ironía y el absurdo, son expresiones de ese desgarramiento existencial del hombre contemporáneo; pues “tenemos que obligar a la realidad a que responda a nuestros sueños, hay que seguir soñando hasta abolir la falsa frontera entre lo ilusorio y lo tangible, hasta realizarnos y descubrir que el paraíso perdido estaba ahí, a la vuelta de todas las esquinas”, según sus palabras publicadas en Alcor (1964). Además, esa nueva cosmovisión acompaña una reinterpretación de la historia que implica una toma de conciencia y un compromiso social.
Asimismo, su apoyo a la Revolución Cubana y a los movimientos políticos afines, le permite reconocer al peronismo como “la primera gran sacudida de masas”, pero no le hace confundir su rol literario.
Por eso escribió: “El escritor revolucionario es aquel en quien se fusionan indisolublemente la conciencia de su libre compromiso individual y colectivo, con esa otra soberana libertad cultural que confiere el pleno dominio de su oficio”. Celebrado por el público y merecedor de innumerables premios, Cortázar regresó al país en breves oportunidades que coincidieron con aperturas democráticas.
En 1973 donó los derechos de autor de su última novela El libro de Manuel, para la Comisión de Familiares de Presos Políticos y Gremiales y a la Comisión de Familiares de Presos Peronistas. Tres años después participó en la reunión realizada en la ciudad de Roma, como integrante del “Tribunal Russell II”, que se hizo eco de las denuncias sobre violaciones a los derechos humanos producidas por las dictaduras militares en América Latina, y le tocó formar parte del exilio provocado por la dictadura cívico militar instaurada en 1976.
Desde entonces, sostendrá una loable militancia contra el genocidio en procura de “convertir la negatividad del exilio -que confirma así el triunfo del enemigo- en una nueva toma de realidad, una realidad basada en valores y no en disvalores, una realidad que el trabajo específico del escritor puede volver positiva y eficaz, invirtiendo por completo el programa del adversario y saliéndole al frente de una manera que éste no podía imaginar” (“América latina: exilio y literatura”).
El grado de compromiso de Cortázar hace trascender el que ya había alcanzado como escritor y más que nunca convencido en las causas justas de la humanidad a pesar de las guerras y la infamia que cada tanto atraviesan el tiempo y hacen creer que todo esfuerzo por la verdad y la dignidad son efímeros. Julio Cortázar asumió su rol con hidalguía hasta su fin en París, el 12 de febrero de 1984.
Una semana después, el semanario “Tiempo Argentino” publicó un excelente reportaje que le había realizado Jean Montalbetti, del cual extraemos los siguientes y medulares párrafos: “Las gentes –dice Cortázar- piensan erróneamente que las revoluciones se hacen del exterior hacia el interior, es decir, que solo cuenta la toma del poder. Yo pienso que las revoluciones tienen un doble camino, deben hacerse también del interior hacia el exterior. Deben comprometerse a partir de las mentalidades, de las conciencias, de las sensibilidades. No es sino en esas condiciones que una revolución puede adquirir todo su valor. Por eso es que hay revoluciones que fracasan, que se estancan, que se convierten en burocracias, porque el hombre no ha cambiado. Por el contrario, se ha vuelto más mediocre. Y con un hombre mediocre puede hacerse un ejército, pero no una revolución”.
Las nuevas generaciones seguramente lo recordaran en la lectura de sus libros, pero aún más cuando les dijo: “Desde mi gran ignorancia de tantas cosas que ya no tendré tiempo de aprender, sigo un camino donde mis libros y mi persona son y quieren ser, una sola voluntad tendida hacia un futuro más justo y más bello para todos mis hermanos de América Latina y del mundo”.

Bibliografía

CORTÁZAR, Julio; Algunos aspectos del cuento, En Cuadernos Hispanoamericanos, Nº255, 1971.
CORTÁZAR, Julio; Obra Crítica. Editorial Alfaguara, Buenos Aires, 1994.
CORTÁZAR, Julio; Cuentos Completos, Editorial Alfaguara, Buenos Aires, 1994.
FERRO, Roberto; Julio Cortázar: Un nómade de otras orillas, Voria Stefanovsky Editores, 2018.
GOLOBOFF, Mario; Julio Cortázar la biografía, Editorial Seix Barral, Buenos Aires, 1998.
https://libreriodelaplata.com/de-julio-cortazar-alcor-1964/
MALUSARDI, María; Cortázar, la sensibilidad y el ritmo,
https://carasycaretas.org.ar/2024/02/19/cortazar-la-sensibilidad-y-el-ritmo/









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