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Norma Morandini- Repudio a la banalización de la ex ESMA

 La senadora, presentó un proyecto de repudio a las actividades en el centro clandestino de detención de la última dictadura. 
 

05.09.2013 10:56 |  Noticias DiaxDia  | 

La H. Cámara de Senadores de la Nación declara su profundo repudio a la reiterada utilización del Espacio Memoria y Derechos Humanos (ex ESMA) para la realización de actos ajenos y contrarios a la reconstrucción de la memoria colectiva sobre nuestro pasado trágico, como los ocurridos el pasado 31 de agosto mientras se desarrollaba una visita guiada convocada por la Asociación de Ex Detenidos-Desaparecidos (AEDD).
Fundamentos
La ESMA fue más que una cárcel clandestina. Fue el más tenebroso experimento de crueldad, que tal como lo escribió Borges unió a “los réprobos con sus demonios, al mártir con el que encendió la pira”. Las presas desaparecidas, sacadas a la noche para cenar con sus captores, las “parrillas” en las que se asaban los cadáveres, la complicidad de los dirigentes Montoneros con la megalomanía del almirante Massera, que ambicionaba ser un nuevo Perón, los desaparecidos “forzados a esclavitud”, el eufemismo con el que entre nosotros llamamos al colaboracionismo. No se trata de hacer un juicio moral sobre lo que cuesta imaginar en la magnitud del horror y ninguno de nosotros puede siquiera imaginar qué hubiera hecho en ese lugar, sino de evitar una nueva profanación y condenar su falsificación.
Para justificar las murgas y los asados que integrantes de la agrupación HIJOS y funcionarios de la Secretaría de Derechos Humanos hacen en la ESMA se ha dicho que ahí no hubo muertos. En la ESMA no sólo hubo asesinatos, los tenebrosos “vuelos de la muerte” de los días miércoles, sino que allí se concretó la historia más escabrosa que unió a torturadores con sus víctimas, esclavizadas sí, pero convertidas en verdugos de sus propios compañeros. De modo que en esta historia hay mucho horror, mucho dolor, sólo víctimas y ningún heroísmo para celebrar. Quien conozca realmente lo que sucedió en la ESMA no puede pasar por el frente del edificio sin sentir estremecimiento. Cuesta imaginar que alguien pueda bailar en un lugar tan siniestro.
Si efectivamente se quiere hacer la justicia que se declama y no hacer de los llamados “juicios de la ESMA” una utilización política, es inaceptable que al mismo tiempo se celebre con murgas, símbolo de festividad, y con asados, símbolo cultural de la amistad, en el lugar donde no están los muertos que arrojaron al mar, pero sí los fantasmas de los sufrimientos que les causaron. Allí está también todo lo que consentimos como sociedad, nuestra tragedia y nuestra vergüenza. Todo lo que debemos exorcizar con antídotos democráticos. Con juicio y castigo en los tribunales y con la política como acción de la sociedad expresada a través de sus instituciones. Esto es: garantizar los derechos humanos, que son universales, el único remedio que encontraron las sociedades que como la nuestra se desquiciaron en el desencuentro y deben ahora levantarse sobre sus cadáveres. No con murgas ni con festejos sino con piedad y sobre todo con respeto, esa emoción con la que hacemos propios los dolores ajenos, base y fundamento de una auténtica cultura de derechos humanos.
 
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