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Acerca de los improperios de Lanata sobre mi persona en su programa de anoche. Por Alejandro Carrizo

 La Común Comunicación
 

04.11.2013 09:32 |  Noticias DiaxDia  | 

El poeta alemán Hans Enzensberger había escrito con gran lucidez, en 1979, que los medios llamados “de comunicación” como la radio y la televisión, no estaban al servicio de la comunicación, ya que no admiten ninguna influencia recíproca entre el emisor y el receptor, reduciendo cualquier posibilidad de feed back al nivel mínimo que permite el sistema. Este estado de cosas –advertía entonces el autor– no puede ser de ningún modo justificado por razones técnicas, ya que desde el punto de vista técnico no existe ninguna contradicción de principio entre el emisor y el receptor. Si existe esta separación entre ambos, las razones serían exclusivamente políticas, es decir, preservar, al nivel de la industria del entretenimiento de masas, la división social, distinguiendo la línea de demarcación que separa a los productores y a los consumidores, los emisores y los receptores. Pero la razón fundamental es que el poder económico, político, mediático, confesional, etc., descubrieron en la comunicación mediática un instrumento potente de control social.
 
La Ley 26.522 (o podríamos llamarla “la del cambio de paradigma”) aspira a ser un corte resto en la unidireccionalidad del discurso, la unipolaridad (el mono-polio). Su sentido de “derecho humano” le asigna una ruta hacia la “interacción” (aunque aún en estado incipiente) de una participación ciudadana más activa y directa. No puede existir (al menos no plenamente) la “Ley de Medios” sin la cada vez más intensa participación del público, ahora no ya pasivamente sino como fundamental protagonista en este rumbo dialógico y dialéctico, de encuentro, de divergencia constructiva, de riqueza en la diversidad del discurso y la reflexión, pero, sobre todo, del decoro y la calidad humana.
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