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Fosilizada y oportunista propuesta

 En tiempos en que la noción de tiranía se degrada y se utiliza como acusación con liviandad, un texto escrito hace casi medio milenio es resucitado y apenas puede balbucear ideas fuertes sobre realidades que hoy, tal como las describió el autor, no existen. 
 
Fosilizada y oportunista propuesta

07.06.2013 08:58 |  Bordegaray Lucho  | 

 Con apenas dieciocho años, Étienne de La Boétie reflexionó sobre la tiranía en un texto al que tituló Discurso sobre la servidumbre voluntaria. La erudición que ostenta con las fuentes en que abreva es menos impactante aún que su observación y reflexión. Y ese es el material que Pablo Alarcón lleva a escena en el espectáculo homónimo. 
El avasallamiento de las libertades y de los derechos personalísimos, la indefensión del individuo ante los descomunales intereses mercantiles, la inseguridad de la propia supervivencia generada por el uso de alimentos como commodities, el desprecio por el razonamiento que implica la manipulación informativa y tantas otras formas de tiranía que hoy conocemos parecen un campo interesante para trabajar a partir del opúsculo de De La Boétie. Sin embargo, al irrumpir Alarcón con chaqueta, calza, parlota, gola y puntillas en los puños queda clara su intención de no hacer ninguna lectura actual de la idea de tiranía sino, por el contrario, de entenderla tal y como fue observada por aquél poco antes de 1550. Y así lo hace, proponiendo un fósil en lugar de una reflexión. 
Ahora bien, esta mirada extemporánea no deja de ser legítima. Pero proponer hoy ese texto sin más parece, como mínimo, oportunista, pues cualquier persona informada percibe que se monta en las acusaciones al gobierno nacional que generan, más que pensamiento crítico, facilismos conceptuales y eslóganes de ocasión. Y aunque Alarcón no lo haya deseado, como cualquier otra propuesta la suya está atravesada por las lecturas que se le hacen, como las que le hicieron, por ejemplo, Clarín al afirmar que la obra trata “sobre la clase política”, o Nelson Castro y Patricia Bullrich que, sin mediar casualidad alguna, brindaron palabras elogiosas que fueron subidas por Alarcón a su perfil en Facebook.
Voy más lejos: el proyecto puede buscar su público donde le plazca, incluso entre quienes aplaudieron el reciente editorial 1933 del diario La Nación (de hecho, la función inicia con fragmentos de El gran dictador, y ya sabemos quién es comparada hoy con Hitler), pero buscar e incluso encontrar un público no alcanza, no explica ni justifica una obra de teatro. Y entre las cosas que diferencian un ensayo político de una obra de arte no es menor que esta se explica por sí misma en cualquier tiempo; así, Fuenteovejuna no necesita aggiornarse, pero el Discurso sobre la servidumbre voluntaria, sí.
En cuanto a la dirección, resulta evidente la falta de mirada sobre el trabajo de Alarcón como actor; si dirigir y actuar nunca es recomendable, mucho menos para este director debutante que, por ejemplo, no pudo ver el exceso de energía con que actúa desde el primer minuto ni la reiteración de sus gestos. Tampoco pudo ver que las imágenes proyectadas, interesantes en sí, se lucen más por su ajenidad que por su aporte.
En fin, quien pretenda explicar algo de la actualidad política argentina con nociones de mediados del siglo XVI yerra tanto como quien cita a Alexis de Tocqueville para defender la libertad de los multimedios, simplemente porque De La Boétie no conocía más tirano que el gobernante ni Tocqueville más libertad de prensa que la de quien empeñaba su vida frente a una imprenta de tipos móviles y palancas de hierro.
La belleza y el valor de los mapas de Tolomeo no residen en que hoy nos sirvan para viajar por el mundo. Pero parece que Pablo Alarcón no entiende o no quiere que su público entienda esto.
Lucho Bordegaray
 
La ficha artística y técnica y la información de las funciones de esta puesta de Discurso de la servidumbre voluntaria las encontrarás actualizadas en http://www.alternativateatral.com/obra27517-discurso-de-la-servidumbre-voluntaria
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